Espían a Olivier Besancenot

Durante cuatro meses, entre octubre de 2007 y enero de este año, Olivier Besancenot -portavoz de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia-, su esposa y su pequeño hijo fueron sometidos a un espionaje sistemático. Su vivienda, su automóvil, sus ingresos y cuentas bancarias fueron filmados, grabados, relevados y reseñados. Su esposa fue seguida, filmada y fotografiada en el camino a su trabajo, al igual que su hijo que concurre a un jardín de infantes. A raíz de una denuncia de L’Express, la justicia encontró copias de “informes de inteligencia privados” sobre Besancenot y su familia en las oficinas de la empresa SMP Technologies y de la agencia privada de investigaciones Dussaucy. Hay una decena de detenidos.

Las investigaciones dieron cuenta que el espionaje fue ordenado por Antoine Di Zazzo, patrón de SMP Technologies. Esta empresa comercializa en Francia la pistola “Taser”, que en lugar de balas descarga varios miles de voltios de electricidad. Besancenot impugnó públicamente la pretensión de que tal pistola fuera “no letal”, y rechazó la decisión oficial de equipar con ella a las policías de Francia. En su denuncia, Besancenot citó en la TV un estudio de Amnistía Internacional que da cuenta de los cientos de víctimas causadas por la “Taser” en los Estados Unidos, donde la utilizan distintas policías e, incluso, se vende a particulares. Di Zazzo y SMP iniciaron entonces un proceso judicial contra Besancenot por “difamación”; según Di Zazzo, el espionaje contra el portavoz de la LCR tenía por objeto obtener informaciones que permitieran descalificar a Besancenot en el proceso judicial.

El contratante (SMP Technologies) es, sin embargo, un contratista de la policía y de los servicios de inteligencia, con amplios “contactos” en el mundo de la “seguridad”, tanto en Francia como en Estados Unidos. La tarea de espionaje fue encomendada -a un costo de 20.000 euros- a una empresa de investigaciones regenteada por dos altos comisarios retirados. Los datos recabados (vivienda, automóviles, cuentas bancarias) sólo pudieron extraerse de los registros oficiales -supuestamente secretos y protegidos- por policías y funcionarios de los servicios de inteligencia que la propia prensa francesa califica de “integrantes de los cuerpos de elite” de la seguridad. Finalmente, el “blanco” del espionaje no es un competidor comercial sino un dirigente político de la izquierda francesa.

El espionaje contra Besancenot ha dejado al descubierto el entrelazamiento existente entre las empresas de seguridad contratistas del Estado, los servicios de inteligencia y las policías.

Crisis política

Hace unos meses, la dirección del Partido Socialista reconoció haber establecido una “célula de seguimiento” de Besancenot. La “célula” está integrada por ex trotskistas incorporados al PS; su objeto es estudiar la política, las declaraciones y el pasado de Besancenot y de la LCR con vistas a descalificarlos ante los potenciales votantes. Según los propios dirigentes del PS, una “célula” similar rindió grandes frutos en el pasado contra el partido comunista. De todos modos, para Jean Jacques Urvoas, diputado del PS (L’Express, 17/10), “la popularidad de Besancenot es estéril porque el bipartidismo se confirma”.

Pero Besancenot aparece en las encuestas por encima de las principales figuras del Partido Socialista. La LCR se sirve de la popularidad de Besancenot para formar un “nuevo partido anticapitalista”, pero pretende explotar especialmente el hecho de que Besancenot se define guevarista, ecologista, izquierdista, feminista, pero no trotskista. Según el propio Besancenot, “no hay ya revolucionarios frente a reformistas, sino revolucionarios contra gestores del sistema” (Brecha, 10/10).

Para la prensa, el estallido del escándalo de espionaje contra Besancenot da un espaldarazo al “nuevo partido anticapitalista”, cuyo congreso de fundación tendrá lugar en enero. Aunque la crisis mundial también ha servido para impulsar la popularidad de Besancenot, a mediano plazo le presenta contradicciones insalvables, porque las crisis repelen las formaciones políticas ambiguas y los programas confusos. El escándalo de espionaje es un evento mediático; la crisis capitalista es un episodio de alcances históricos que, contra lo que sostienen Besancenot y la LCR, pone en claro, más que nunca, la necesidad de una salida obrera y socialista, y la diferenciación entre revolucionarios y reformistas.