Internacionales
20/5/1999|627
Está en marcha la invasión a Yugoslavia
Seguir
Las evidencias de una invasión de Yugoslavia por parte de la Otan son cada vez mayores. El fracaso de la mediación rusa dejó nuevamente al desnudo que el imperialismo mundial quiere estacionar decenas de miles de tropas de la Otan en Kosovo. A este fracaso le ha seguido la destitución del primer ministro Primakov, con lo que se abre en Rusia una oportuna crisis de gobierno, lo cual facilitará la tarea de venderle a la opinión pública rusa una resignación ante la invasión.
Las ‘organizaciones humanitarias’ participan activamente de este plan, pues se están esforzando para que los refugiados abandonen la frontera con Yugoslavia, lo cual es necesario para proceder a la operación terrestre. Hay evidencias de que se adoptarían medidas de fuerza para producir el desplazamiento, dada la resistencia de los refugiados. Esto ya ocurrió hace tres semanas en el confín con Macedonia.
Las críticas a las operaciones aéreas se hacen cada día más insistentes, porque no han alcanzado para doblegar a la nación serbia ni al gobierno y porque son las responsables fundamentales de la catástrofe humanitaria que se ha creado, incluidas las masacres por ‘errores’, que han provocado el repudio de la opinión pública mundial. La línea de doblegar a Yugoslavia mediante la acción exclusiva de los bombardeos deberá conducir a la completa destrucción del país y a una catástrofe humanitaria aún mayor que la que ya se ha producido. Desde el punto de vista militar, la campaña aérea de la Otan ha fracasado en desalojar a las tropas serbias de Kosovo.
Toda la prensa imperialista se ha puesto de acuerdo en advertir que si la Otan no logra establecer una "tutela duradera" en Kosovo, toda "la guerra no habría servido para nada" (editorial de Le Monde, 22/4). El ex jefe de Defensa norteamericano, Alexander Haig, calificó como una "derrota" una conclusión de la guerra en términos similares a los impuestos en Bosnia (La Nación, 15/5). No sólo Haig sino también el comandante en operaciones de la Otan está reclamando la autorización para atacar con helicópteros a las tropas serbias en Kosovo para despejar la ruta a una invasión. La Otan ha preparado bases en Hungría para poder amenazar desde un segundo frente al ejército yugoslavo para cuando desencadene la invasión por tierra de Kosovo. El gobierno ‘socialista’ de Blair está reclamando a Clinton la invasión con insistencia creciente, para evitar que el fracaso de los ataques aéreos provoque una crisis internacional en toda la Unión Europea. Pero lo mismo ocurrirá en caso de que la invasión tenga lugar, debido a la enorme reacción popular que habrá de provocar.
En Serbia, la inmensa mayoría de las organizaciones democratizantes, incluida la central sindical Nezavisnost, que se había pronunciado por la confraternidad entre kosovos y serbios en una declaración del 1º de Mayo, han emitido una declaración que reclama a Milosevic la capitulación, con el argumento de que no se puede seguir la guerra contra una enemigo tantas veces más poderoso. El texto (publicado en Internet) sigue la línea planteada por el ex viceministro renunciante, Viksovic. Considera aceptable la promesa de la Otan de que Kosovo seguirá siendo una provincia serbia. Se trata de un planteo vergonzoso que, en definitiva, apunta a integrar a Serbia a la Otan luego de que ésta logre derrocar a Milosevic y poner en el gobierno a los signatarios del texto. Los firmantes de la declaración están impulsando movilizaciones populares contra Milosevic.
La superioridad militar abrumadora de la Otan está fuera de duda, como lo está también el escalofriante sacrificio del pueblo serbio. Pero la vía de salida es otra: luchar por el derecho a la autodeterminación de Kosovo; privar por medio del reconocimiento de este derecho de su principal pretexto político a la Otan; producir la confraternización, por medio de esa lucha común, entre serbios y kosovares. Fuera la Otan de Yugoslavia, autodeterminación para Kosovo —éstas son las palancas para acabar la guerra derrotando a la Otan y, más aún, asegurar la futura colaboración social y política entre todos los trabajadores de la región.
El poder no nace del fusil sino de una adecuada orientación política.