Estados Unidos: Se largó la huelga minera

Como adelantáramos en el número anterior de “Prensa Obrera”, en los Estados Unidos acaba de lanzarse la huelga minera por la renovación del convenio colectivo nacional. La burocracia ha comenzado por parar tres minas, aunque la huelga se irá extendiendo conforme a la falta de respuesta de la patronal.


El núcleo del conflicto es la negativa de las patronales a contratar obreros sindicalizados en las minas regenteadas por sus subsidiarias “fantasmas”: cada una de las nuevas minas que se han ido abriendo, incluso los pozos adyacentes a las minas en funcionamiento, fueron puestos bajo la administración de compañías no adheridas a la cámara patronal —pero subsidiarias de éstas— y, en consecuencia, no obligadas a cumplir el contrato colectivo. Las patronales hicieron un uso muy extendido de esta maniobra en los últimos años, con el objeto de pagar salarios inferiores a los del convenio y violar las condiciones de trabajo y de seguridad establecidos en él. Como las minas “oficiales” se van agotando, mediante este sencillo expediente las patronales podrían erradicar, en un mediano plazo, a los “odiados”  convenios colectivos.


Cuando en febrero expiró el contrato por entonces en vigencia, la cámara patronal ni siquiera aceptó discutir la cuestión; una larga y victoriosa huelga de varias semanas en la Peabody —la mayor mina norteamericana— impuso a la patronal la apertura de sus registros para conocer la totalidad de las “minas truchas” y la discusión de la cuestión en el convenio a firmarse. La patronal, sin embargo, mantiene una posición irreductible, por lo que la prensa norteamericana espera una huelga dura y prolongada, para la cual tanto las patronales como los trabajadores han venido preparándose  en los últimos meses.


La huelga del carbón puede ser enormemente significativa si llega a transformarse efectivamente en una  huelga general nacional, la primera en muchos años en los Estados Unidos.


El presidente del sindicato minero, Richard Trumka, ha declarado algo que la propia patronal admite: “el sindicato ha bajado dramáticamente los costos y aumentado la productividad en los últimos doce años” (The Wall Street Journal, 11/5). Pero la crisis mundial obliga a los capitalistas a ir todavía más a fondo en la superexplotación obrera, para defender sus beneficios.


La huelga es, en consecuencia, una expresión del fracaso de la política de la burocracia sindical minera en la última década y del conjunto de la burocracia sindical norteamericana. El rechazo a realizar nuevas concesiones a las patronales y el reclamo de “recuperar lo perdido” es común a todo el movimiento sindical estadounidense, y por lo tanto el anuncio de nuevas y seguras luchas.