Estados Unidos y el Reino Unido acaban de lanzar un bombardeo contra objetivos vinculados a las tropas hutíes en Yemen. Estamos en presencia del primer ataque de mayores dimensiones por parte de las potencias imperialistas desde que comenzó el conflicto con Gaza. Previamente, se había asistido a algunas incursiones pero no de esta envergadura. El bombardeo fue presentado por Washington y Londres como un acto de represalia al hostigamiento que vienen realizando los hutíes con misiles y drones a los buques mercantes en el mar Rojo.

La Casa Blanca ha advertido que este tipo de medidas podrían repetirse si continúan estos actos hostiles. Las acciones llevadas adelante por los hutíes han afectado el tránsito en la región que concentra el 12 % del comercio mundial. Más de dos millares de barcos se han visto forzados a desviarse a miles de kilómetros en otras rutas para evitar el paso por el Mar Rojo y con un encarecimiento muy marcado de los fletes, que han duplicado y hasta triplicado sus precios. El bombardeo viene precedido por la conformación de una coalición de 23 países que el gobierno norteamericano ha orquestado en nombre de la “libertad de navegación”.

Hay quienes señalan que la decisión del bombardeo va más lejos y que se trata de asestar un golpe político y militar a los hutíes que, como es sabido, es un tropa rebelde de Yemen, vinculada con Irán, que se ha levantado en armas contra el gobierno de su país, prooccidental y apoyado por la monarquía saudí y con la que viene sosteniendo hostilidades desde hace varios años. Un dato relevante es que es que los rebeldes yemeníes estarían ganando la guerra y afianzado su control sobre el territorio. La tentativa por armar una tregua y detener el avance de los hutíes estaría fracasando .Yemen es un enclave estratégico en Medio Oriente y el desenlace que está teniendo la guerra desestabiliza los planes imperialistas en la región.

Pero, más allá de ello, lo cierto es que las incursiones de los aviones británicos y estadounidenses representan la entrada en una nueva fase del conflicto en Medio Oriente y su expansión a otros puntos fuera de Gaza. El conflicto escala y amenaza con una regionalización. Por lo pronto, los choques entre Hezbolá y las tropas israelíes en la frontera con el Líbano viene aumentando en intensidad. Se produjo el asesinato en el Líbano del segundo líder de la conducción de Hamas perpetrado por el gobierno de Israel. Y, días más tarde, tuvo lugar el atentado en Irán que provocó más de 100 muertos. Los primeros trascendidos adjudicaban la autoría al Ejercito Islámico pero el gobierno iraní acusó sin vacilaciones al gobierno sionista.

Frente interno y Jordania

La extensión regional se une a la intensificación interna del conflicto. En Gaza, se ha ingresado en una fase más cruenta de una guerra urbana, incluidos enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Las tropas israelíes han tenido más bajas que las que se declara. Y el gobierno ha decidido retirar una parte de los reservistas del frente de batalla y ha admitido que la guerra se va a prolongar en el tiempo. Contra toda la propaganda que viene realizando el régimen sionista sobre la aniquilación de la resistencia palestina, la estructura de Hamas y demás organizaciones sigue en pie firme, como lo viene revelando la marcha de las hostilidades. Los esfuerzos de Israel por rescatar los rehenes han sido estériles, lo que revela la capacidad operativa de la resistencia palestina. Las noticias que vienen de diferentes fuentes, incluidas las israelíes, coinciden en señalar que en que el apoyo a Hamas es mayoritario en Gaza, lo que indica que la tentativa de aislar a esa organización de su base popular estaría fracasando. Pero quizás lo más trascendente es que va subiendo la temperatura en Cisjordania, donde se va incubando un nuevo levantamiento, pese a la feroz represión desplegada por el gobierno de Netanyahu. A la par de ello, se extiende en forma muy fuerte la corriente de simpatía con Hamas y la resistencia en Gaza mientras se ahonda el rechazo y el abismo popular con la Autoridad Palestina, que se ha caracterizado por su política colaboracionista con el Estado de Israel.

Es necesario prestarle, asimismo, la máxima atención a lo que ocurre en Jordania donde se estaría dando un efecto contagio entre los refugiados palestinos. Allí viven como resultado de la política expulsiva del sionismo, 2.300.000 palestinos que se suman a los  seis millones que viven mayoritariamente en Gaza y Cisjordania. El genocidio en Gaza ha conmovido la sensibilidad de los trabajadores de todo el mundo y ha sacudido también con especial fuerza a la población jordana.

“Si Jordania había permanecido tranquila durante cincuenta años tras la sangrienta guerra entre su ejército y la OLP, si las divisiones entre los jordanos del este y los ciudadanos palestinos de Jordania se veían marcadas por la desconfianza mutua, Jordania es hoy, tanto para jordanos como para palestinos, un hervidero de odio contra Israel. Cada vez hay más intentos de pasar armas de contrabando a Cisjordania a través de una frontera de 360 km, más de cuatro veces más larga que sus fronteras con Líbano y Siria. Jordania calcula que Israel necesitaría cinco veces el número de tropas que tiene frente a Líbano para asegurar esta frontera. Con trece campos de refugiados y millones de palestinos como ciudadanos, Jordania es el mayor reservorio de palestinos en la diáspora (“Netanyahu quería ‘derribar’ a Hamas. Esta guerra podría derribar Israel”, Sin Permiso, 31-12-23).

Está claro que ingresamos a un salto en el conflicto y a un escenario aún más convulsivo que pone más al rojo vivo la necesidad de redoblar la movilización internacional.

Abajo el Estado genocida de Israel. Todo el apoyo al pueblo palestino. Por una Palestina única, laica y socialista en el marco de la unidad socialista de Medio Oriente.

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