EXCLUSIVO DE INTERNET | México: “No necesitamos un ‘Nuevo Partido Anticapitalista'”

El Grupo de Acción Revolucionaria rinde homenaje a Luis Oviedo

El marxismo en México tiene una historia tortuosa, llena de desbarrancos, de callejones sin salida, de traiciones escandalosas y de torpezas no menos graves, no menos catastróficas para un proletariado que, en palabras de José Revueltas, anda sin cabeza. El Partido Comunista Mexicano (PCM) fue fundado por imitación, por elementos que no tenían ninguna raíz en este suelo (…)

Al lado de la izquierda “comunista”, que nunca lo fue realmente, estaba la izquierda disidente, la izquierda radical. La que se mostró como la más consecuente en el movimiento de 1968. La que ante la marea electoral que fue el cardenismo en 1988 mantuvo una candidatura independiente por una y sólo una razón: mantener una opción de la clase trabajadora.

Nosotros, el Grupo de Acción Revolucionaria, somos herederos de esta izquierda, varios de nuestros cuadros militaron antes en grupos como el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), la Liga de Unidad Socialista (LUS), o en grupos vinculados al anarquismo o a la democracia radical. Sin embargo, hay varias razones por las cuales elegimos formar el Grupo de Acción Revolucionaria y por las cuales hemos elegido vincularnos, a nivel internacional, con la Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional: ninguna de las organizaciones existentes es una organización cabalmente revolucionaria. Si bien hay organizaciones o grupos con los que trabajamos en frente único, y de estas no dudamos en su sinceridad revolucionaria, vemos como una necesidad mantenernos como un grupo independiente.

 

El “nuevo” Partido Anticapitalista

Para nosotros fue una sorpresa muy desagradable que el vocero de una de estas organizaciones, la LUS, nos invitara a sumarnos a un nuevo partido, denominado “anticapitalista” (…) El término “anticapitalista” es un término deliberadamente ambiguo. “Amplio”, dirían sus apologistas.

Un espacio en el que caben desde los marxistas consecuentes hasta los anarquistas, altermundistas, zapatistas, ecologistas radicales o simplemente los defensores de la “buena onda”.

En defensa de los voceros de la LUS, tenemos que reconocer que el error no fue de ellos, fue de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Francia, la que en el 29 de junio de 2008 decidió abandonar ese nombre y transformarse en el “Nuevo Partido Anticapitalista” (…)

Pero lo que la Liga de Unidad Socialista ve con miopía, nosotros lo podemos ver claramente, así que está de nuestra parte el explicarlo. La LCR se transformó en el NPA en medio de un poderoso movimiento social en contra de la globalización, el llamado “altermundismo”. Eso, y la bancarrota del Partido Comunista Francés, permitieron el rápido crecimiento de los anticapitalistas franceses. Pero tanto el “crecimiento” del NPA como su perspectiva política no van hacia una revolución social en Francia, y mucho menos hacia la toma de poder. Desde hace años, la mirada de la LCR está en las urnas y en el campo de la democracia electoral, y para ello hace falta “no asustar” a los votantes. Abandonaron el uso de la hoz y el martillo, y ahora el nombre de “comunista”. Al imitar a la LCR francesa, los militantes de la LUS no verán crecer sus filas al triple, al doble, pero sí verán disolverse su programa político y con él, su legado histórico.

Revolución y toma del poder

Todas las corrientes que nos reivindicamos trotskistas, leninistas, estalinistas o incluso maoístas tenemos como referente la Revolución Rusa de 1917 (…) Pero el que no hubiera “nuevas revoluciones de octubre”, que las masas laboriosas no volvieran a conquistar el poder hizo dudar a los seguidores de Lenin y Trotsky de que lo que estaba mal eran sus posiciones teóricas y no su acción revolucionaria.

Una idea sobre todas las demás les parecía chocante, desagradable, sectaria. Era la idea de la Dictadura del Proletariado. ¿Como iban a hablar de “dictadura” cuando su arena de lucha era la dulce “democracia” de la burguesía? Lo que hacían estos señores, en los hechos, era dar un aval a la dictadura de la burguesía. (…) la Dictadura del Proletariado puede expresarse de distintas maneras, la mejor de todas, la más radical, en la Comuna, en el poder en manos del pueblo organizado en asambleas. Los Soviets, los Comités de Milicias Antifascistas de la Revolución Española, la Comuna de París no son más que distintos ejemplos de un mismo sistema de democracia proletaria desde abajo y autogestiva. (…) Pero para que esta democracia proletaria exista, es necesario arrancar el poder de las manos de la burguesía.

Y ese “arrancar el poder”, ese paso violento pero necesario, se llama revolución (…)

Vale la pena apuntar que no estamos en contra de la participación electoral como una vía de hacer propaganda de nuestro programa, así como participar en parlamentos burgueses como una vía de conseguir reformas o bloquear leyes. Estamos en contra de hacer de esta participación la principal (o, en algunos casos, la única) forma de acción política. En todo caso, bajo las actuales leyes mexicanas y ante el pacto de la clase política, no vemos eso como una posibilidad cercana.

La camisa roja

Mientras haya quien, de manera equivocada, trata de vestirse a la moda, poniéndose ayer camisetas del Che, después de Marcos y hoy del difuso “anticapitalismo”, nosotros, en el Grupo de Acción Revolucionaria, tenemos la ventaja de contar con un sastre ruso que nos hizo una camisa a la medida, a la medida de nuestro programa y nuestros principios. (…) ese sastre es Vladimir Lenin, el dirigente del Partido Bolchevique que reclamaba para si el nombre de comunista, el nombre bajo el que vivieron y lucharon Marx y Engels.

La historia juzgará, en la medida de nuestro crecimiento y nuestra influencia en el movimiento social, quién tiene la razón sobre este problema.

¡Por nuevas revoluciones de Octubre!

¡Por un nuevo comunismo!

Grupo de Acción Revolucionaria