Explosión de huelgas en el Brasil

Una verdadera explosión huelguísti­ca “saludó” la nueva fase del plan eco­nómico del gobierno Itamar-Femando Henrique Cardoso. A las pérdidas salariales propias de un país con casi 50% de inflación mensual, se añaden las tri­quiñuelas de la conversión de os sala­rios de cruzeiros para URV (Unidade Real de Valor), la nueva moneda ficticia de Brasil. Con 189 sindicatos en período de paritarias, la bronca acumulada por meses de saqueo del salario e inflación desenfrenada, explotó desde la primera semana de mayo.


Choferes de ómnibus y empleados del subte de San Pablo paralizaron total­mente el transporte de la ciudad el miér­coles 11 de mayo, una decisión que se sobrepuso al despido de las direcciones sindicales y a la declaración de ilegali­dad por parte de la justicia laboral: el impacto de la huelga fue tal que la misma justicia que ilegalizó la huelga tuvo que conceder parcialmente las reivindicacio­nes salariales (aunque una nueva asam­blea planteada para la semana próxima decidirá seguramente una nueva huel­ga, ante la insuficiencia de la oferta).


Los profesores primarios y secunda­rios se encuentran en huelga desde el jueves 10 de mayo, luego de una asam­blea en que fue derrotada la propuesta de la dirección del sindicato (del PT), que sustituía la reivindicación histórica del básico del sector, por una reivindicación de hambre (tres salarios mínimos o sea 185 pesos). El conjunto de las tenden­cias de la oposición del sindicato consi­guió imponer la huelga por tiempo inde­terminado. En el segundo semestre del año pasado, los profesores habían pro­tagonizado una heroica huelga de más de 70 días, quebrada por la represión y el boicot de la burocracia sindical. Los profesores y los no-docentes de todas las universidades de San Pablo entraron en huelga a partir del lunes 16, la oferta gubernamental de reajuste salarial fue de… ¡1,68%! (menos que la inflación diaria). Es la primera huelga conjunta de profesores y no-docentes en muchos años. A esta unión cabe agregar que los profesores universitarios votaron en asamblea la donación de 1% de sus salarios para el fondo de huelga de los profesores primarios y secundarios. Un frente único de lucha de la educación se está gestando en la práctica.


La huelga de la Policía Federal ya lleva más de 50 días, y contra ella fue montado un vasto operativo del Ejército, principalmente en San Pablo y Brasilia, con despliegue ostensible de armamen­to de guerra. Lo notable es que los diputados del PT están apoyando este paso en dirección a la militarización del país, llegando a “dar razón al gobierno en la acción contra los huelguistas de la PF” (Folha de Sao Paulo, 13/5). Hasta para el súper-burócrata derechista Luis A. Medeiros “hubo cierta exagera­ción” (sic) ¡en la decisión del presidente de convocar al Ejército! El movimiento de campesinos sin tierra mantuvo una asamblea hasta las 6 de la mañana frente al Ministerio de Economía (en Brasilia) con la decisión de ocupar el ministerio. Nuevamente, una delega­ción de diputados del PT fue despacha­da para disuadir a los campesinos (y, de paso, alertando al Ejército sobre la inmi­nencia de la ocupación), lo que hicieron ¡esgrimiento la amenaza de una repre­sión militar!


Lula, en los Estados Unidos, en su intento de tornar viable su candidatura frente a los banqueros y las Cámaras parlamentarias del imperialismo, encon­tró tiempo para comunicarse con la di­rección de la CUT exigiendo el fin de las huelgas, y para hacer un llamado público a la “calma” a los trabajadores. No extraña que “ayer, en el Jornal Nacio­nal (noticiero de la ´Rede Globo’ de TV) el candidato del PT surgiera al lado del banquero Wllliam Rhodes, conversando y sonriendo. Ganó tres veces más cobertura, en tiempo, que el viejo favorito de la Globo, Fernando Henrique” (ídem). Los mismos medios que en su momento fabricaron la candidatura Collor, eligen ahora la candidatura Lula como la única capaz de conte­ner el ímpetu combati­vo de los trabajadores brasileños. Nacida de las aspiraciones po­pulares, la candidatu­ra Lula se transforma en la única arma de “gobernabilidad” para la burguesía brasileña y para el propio imperialis­mo.


Lo de la “cal­ma” es más difícil: los trabajadores están muy calien­tes, y tos salarios (en especial los estatales) en su punto más bajo de los últimos 20 años. Estadísti­cas oficiales prueban que el salario mínimo cayó 30% en los últimos 10 años (el “mínimo” es usado como unidad salarial en el Brasil), mientras que el producto bruto creció más del 31% (Folha, 8/5). La explosión de la segunda semana de mayo es solo el comienzo.