Francia: Alza de huelgas en defensa de la jubilación y contra la precariedad laboral

El viernes 13, una huelga masiva de los transportes parisinos afectó a la ciudad. Fue la huelga más importante en los últimos 20 años: comprendió entre el 70 y el 100 % del personal de los subterráneos y los ómnibus, provocando el caos en la actividad de la capital. Es la primera huelga contra el proyecto en curso de reforma de la jubilación. Constituye una derrota política significativa del gobierno.


Desde hace varios meses, 250 servicios de urgencia de los hospitales públicos están en huelga, la mitad del total. Las asambleas generales recientes rechazaron el plan presentado por la Ministro de Salud y siguen reclamando mejoras significativas en las condiciones de trabajo, personal adicional, aumentos de salarios. El sistema de urgencias está en crisis. En los últimos 20 años, los pacientes recibidos pasaron de 10 a 21 millones, con las mismas estructuras. El hospital público -un eslabón decisivo en las condiciones de vida del conjunto de la población- se está derrumbando.


Hay muchos otros conflictos y luchas populares en curso. Desde el 17 de julio están en huelga el personal de servicio de la cadena Ibis de hoteles, compuesto en su mayor parte por mujeres inmigrantes del África. Los trabajadores sin papeles de Chronopost (una filial del correo privatizado que distribuye paquetes) de una localidad de las afueras de París están en lucha desde hace 3 meses para obtener su residencia legalizada. El pasado 16 de septiembre, se registró una huelga del personal del Ministerio de Finanzas Públicas contra la reorganización y disminución de personal con cierre de servicios. Es el movimiento más importante desde el conflicto del año 2.000. Los maestros y profesores -que acaban de iniciar el año escolar en septiembre- se movilizan y están en conflicto en múltiples establecimientos. Reclaman por la falta de personal, la degradación de las condiciones de trabajo y el retroceso cualitativo de la educación estatal, organizado por el gobierno de Macrón.


Hay un extenso desarrollo de conflictos y luchas obreras, populares, de la juventud, de las mujeres, contra las consecuencias terribles de la crisis capitalista y la degradación de las condiciones de trabajo y de vida. Cerca de un 20% de la población está bajo el nivel de pobreza, que en los barrios los jóvenes no consiguen ningún trabajo estable y los servicios públicos desaparecen.


Continuidad y cambios en las luchas


Las centrales sindicales y sus direcciones, de derecha o izquierda, no han sido un factor de impulso para estas luchas. Superan el escollo de la burocracia gracias a iniciativas de las bases. En los transportes parisinos han actuado unidos todos los sindicatos de base, con una afluencia enorme a las asambleas. Se formó allí un nuevo sindicato -la Base- con militantes de la CGT y de Solidaires (las centrales más a la “izquierda”) y de reagrupamientos independientes de militantes.


En los servicios de urgencia de los hospitales, la huelga es organizada y coordinada por colectivos de militantes y se ha formado un colectivo nacional. En el sector financiero del estado se ha dado la unidad de todos los sindicatos. 


Sectores sin tradición de organización-como el personal de limpieza en los hoteles y los precarios y uberizados- ahora se están incorporando al combate contra el capital y el gobierno. Justamente entre los precarizados y en sectores de servicios es donde se siente más fuerte el crecimiento de los niveles de explotación.


El activismo está todavía disperso. Los conflictos combativos son relativamente aislados, tocan servicios públicos -hospital, educación y también correos- en una combinación de reivindicaciones locales y la cuestión central de la lucha contra el proyecto de cambio del sistema de jubilaciones.


La lucha en las calles


Es notable como las movilizaciones populares han ganado y ocupado las calles. Esto alarma a la burguesía y el gobierno. Crece una tendencia entre la población laboriosa y la juventud a oponerse al gobierno y al capitalismo- que busca su camino hacia un enfrentamiento, en la calle, la manifestación y la huelga.


Sin duda que el movimiento más significativo es el de los chalecos amarillos que desde noviembre está poniendo en jaque al gobierno con su presencia en las calles todos los sábados y sus reivindicaciones diversas. El movimiento ahora es bastante menos masivo que cuando se inició en noviembre del 2018. Para el próximo sábado 21, hay un llamado de una decenas de “estructuras de base de los chalecos amarillos y de los colectivos en lucha” para una acción de alcance nacional sobre las reivindicaciones climáticas en colaboración con movimientos juveniles. La movilización del sábado debería servir para volver a confirmar el poder de convocatoria de los chalecos amarillos, disminuida en las últimas semanas por la brutalidad de la represión, el verano, el cansancio, y la dispersión del movimiento.


Esta intervención de los chalecos amarillos está precedida por la jornada juvenil en defensa del planeta. Algunos sindicatos de base apoyan esta jornada.


La liquidación del sistema de jubilación por repartición y la introducción de hecho de un sistema individual y de capitalización es la columna vertebral de la ofensiva patronal y del gobierno. Luego de meses de pasividad, consecuencia de la política divisionista de las centrales sindicales que aceptaron una parodia de negociación por parte del gobierno, la huelga parisina del transporte lanzó realmente el enfrentamiento. El lunes pasado hubo una manifestación masiva, con huelga, de abogados y otras profesiones liberales, contra la liquidación de su régimen de jubilación. Se esperan otras manifestaciones de sectores afectados.


Las burocracias sindicales aparecen divididas, haciendo el juego del gobierno pero obligadas a efectuar algunas acciones para mantenerse en el escenario, con su divisionismo habitual. FO llama a una movilización nacional para el viernes 21 y la CGT con Solidarios, prometen una manifestación masiva para el 24. La CFDT acepta la propuesta general del gobierno y se mantiene en su inmovilismo.


El gobierno continúa y acentúa su política de austeridad y de liquidación de conquistas sociales, utilizando la represión policial y la provocación en forma brutal. El progresismo supuesto de Macrón toma forma en un gobierno derechista y policial, que ahora lanza la demagogia de la lucha contra la inmigración, para acentuar la xenofobia y la discriminación y tratar de dividir a los explotados. El impasse actual del gobierno de Macrón es una muestra del impacto de la crisis capitalista en los países imperialistas en Europa. Hay que observar con detalle su evolución.