Francia: continúa la lucha contra Macron

La pelea contra el gobierno está concentrada en la cuestión de las jubilaciones y comprende, en realidad, el conjunto de su política, que se sintetiza en el "Fuera Macron". El movimiento hacia la huelga general ha retrocedido pero no la movilización y las acciones de los oprimidos, en diversos frentes. El gobierno, la oposición de los partidos, incluida la izquierda y las burocracias sindicales, tratan de limitar el enfrentamiento al cuadro parlamentario para evitar que se generalice.


El espectro de la crisis sigue presente. La inestabilidad política y las luchas sociales se han instalado.


En estas semanas, el proyecto de ley está en la Asamblea Nacional (diputados) y su tratamiento es de lo más accidentado. Va a llegar al pleno de la cámara el lunes 17 sin que la comisión especial haya podido completar su tratamiento. La mayoría macronista está en retroceso y se debilita sistemáticamente. Se esperan semanas y semanas de discusión y es probable que el gobierno deba recurrir al artículo 49-3 de la Constitución, que permite que un texto sea adoptado sin votación, a menos que se imponga una moción de censura. Sería un fracaso político mayor. Las dificultades parlamentarias del gobierno expresan a su manera el hecho de que la mayoría de la población está contra el proyecto de jubilaciones, apoya la lucha por impedir su sanción y simpatiza con la huelga y sus acciones. En este período, además, se tienen que realizar las elecciones municipales, el 15 y el 22 de marzo. Todo anticipa otra derrota del partido de gobierno -que apenas existe como tal.


Las instituciones de la V República protegen al gobierno en este tipo de situaciones y Macron ha acentuado su bonapartismo y lo está llevando a un grado extremo, con la represión y el aislamiento. En estas condiciones, la izquierda, incluido Melenchon y su movimiento, tienen como eje pedirle al gobierno un referéndum. 


El 17 de febrero va a ser clave para la continuidad de la lucha. El sindicato UNSA, mayoritario en el metro parisino, lanzó una consigna de huelga y prometió un “lunes negro” en la capital, para exigir el retiro del proyecto.  Otros tres sindicatos lo apoyaron. A su vez, el sindicato FO en ferroviarios anunció la huelga en los trenes, aunque es minoritario. La intersindical de las confederaciones llama a una “jornada de lucha”  para el jueves 20 y continúa con estas convocatorias espaciadas, que no favorecen el movimiento hacia la huelga general. Basta señalar que el sindicato de la CGT del subte se opone a la huelga del lunes 17, contraponiéndole la jornada del jueves 20.


El movimiento obrero puede golpear junto a otros sectores. El viernes 14 es la movilización unitaria de los hospitales con una gran manifestación parisina, con la consigna de  “salvar al hospital público”. Los abogados siguen con sus acciones en defensa de su sistema de jubilaciones y paralizan el funcionamiento de los tribunales. Los exámenes del nuevo sistema de bachillerato provocaron una reacción de boicot y bloqueo de los liceos. Según la coordinadora docente de lucha, sobre 1.600 liceos hubo más de 660 establecimientos con “perturbaciones” y más de 210 tuvieron que anular las pruebas. El ministro de Educación es literalmente odiado por maestros, profesores y alumnos. En las universidades se anuncia una huelga a partir del 5 de marzo, luego de las vacaciones de invierno. Los científicos e investigadores están movilizados contra un proyecto de ley que sabotea la investigación pública. El gobierno de Macron está logrando que las universidades, la enseñanza, los abogados, los hospitales, con las enfermeras y los médicos, salgan a la calle contra los ministros, sus proyectos y el gobierno. 


El movimiento de huelga es permanente, enérgico, creativo y ha ganado las calles y convocado a las diversas capas de la población. ¿Cuál es, entonces, su punto débil, que impide una confrontación directa con el gobierno y que la consigna de “Fuera Macron” sea una alternativa política encarnada en el movimiento de masas? La dificultad hoy en Francia es que se llega a esta lucha sin una vanguardia organizada, orientada políticamente por el programa de la revolución proletaria, con la capacidad de disputar la dirección de la huelga política a las inevitables burocracias conciliadoras y al centrismo.


Las iniciativas existen pero son dispersas. La falta de una organización revolucionaria impide la acumulación de elaboración programática y táctica, para avanzar en una estructuración política de la vanguardia obrera, de los jóvenes, de los "chalecos". 


Tenemos el llamado al lunes negro de los sindicatos más combativos del transporte; la convocatoria a una manifestación delante de la Asamblea Nacional para ese mismo día por parte de diversas coordinadoras; el plan de lucha propuesto por la coordinadora nacional docente para el retorno de las vacaciones a comienzos de marzo; la formación de una coordinadora de estudiantes que llama a una intervención masiva de la juventud; la propuesta de organizar una manifestación nacional en París para marzo, y de convertir a la jornada del 8 de marzo (jornada internacional de lucha de las mujeres) en una nueva palanca para volver a lanzar la huelga general (como ya sucedió en otras gestas revolucionarias). Hay acciones e intervenciones puntuales en París, en las provincias, prácticamente todos los días; hay huelgas que se mantienen como la del personal de limpieza pública de París y Marsella. Es cierto que sólo la Intersindical puede concretar acciones nacionales de centenares de miles y, a falta de columna vertebral nacional, las iniciativas pueden terminar por agotarse.


Las tendencias combativas del movimiento obrero, las coordinadoras interprofesionales y las coordinadoras docentes y estudiantiles, los comités de huelga, los sindicatos locales, pueden imponer una orientación de lucha y darle nuevamente un curso creciente al movimiento. La crisis política sólo tendrá una salida positiva si hay un salto en la intervención de las masas, que depende de que la vanguardia logre agruparse por encima del localismo, las capillas y el sectarismo.

 


París, 12 de febrero del 2020