Internacionales
28/11/2002|782
Francia: crecen las huelgas y manifestaciones sindicales
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Al cierre de esta edición, los camioneros franceses afiliados a las centrales CGT y CFDT establecían los primeros piquetes y bloqueos ruteros que marcan el inicio de un plan de lucha nacional por el aumento salarial, el aguinaldo (que los camioneros no cobran) la reducción del tiempo de trabajo y contra la flexibilización.
Los bloqueos de los camioneros, un gremio con una historia reciente de grandes luchas, como la gran huelga de 1995, son los últimos en estallar de una seguidilla de luchas sindicales, huelgas y manifestaciones. Los trabajadores de Air France pararon en protesta por la privatización; los docentes realizaron el mes pasado una gran huelga contra la “reforma educativa”, que fue respaldada por una enorme manifestación en la que participaron padres y alumnos; los trabajadores de la electricidad (EDF) y del gas (GDF) vienen movilizándose contra la modificación de su régimen jubilatorio; los ferroviarios lograron, mediante varios paros parciales, frenar el despido de mil trabajadores del riel; los técnicos y administrativos del canal de TV estatal fueron a la huelga durante diez días por salarios; los trabajadores encargados de otorgar los registros de conducción vienen sosteniendo una prolongada huelga salarial.
En la misma semana en que se inicia el plan de lucha camionero, está prevista una gran movilización de trabajadores estatales en París. Convocada inicialmente por los ferroviarios, fueron sumándose otros gremios con sus propias reivindicaciones: los trabajadores de Air France, los del servicio urbano de transporte de pasajeros de París, los de France Telecom, los de EDF y GDF, los de los ministerios y los de la salud pública. Esta lista de participantes, anticipa Le Monde (23/11), “está lejos de haberse cerrado”.
Estas movilizaciones se desarrollan en un cuadro marcado por una aguda tensión en todo el movimiento sindical como consecuencia de la derogación de la ley de 35 horas (votada durante el anterior gobierno socialista), de los masivos despidos que están produciendo las patronales en todo el país y de las presiones de las centrales empresarias para congelar el salario mínimo.
El gobierno derechista maniobra para evitar que todos estos conflictos confluyan en una lucha común, como la que en diciembre de 1995 hirió de muerte al gobierno del derechista Alain Juppé. Evitar esa confluencia, reconoce un diario británico, es “el más severo desafío político para el gobierno derechista del primer ministro Raffarin” (Financial Times, 23/11).