Francia, en el ojo de la tormenta

En vísperas de las elecciones presidenciales


Los resultados del proceso electoral en Francia (el 23 de abril se realizará la primera vuelta) van a tener repercusiones políticas de fondo a escala continental y mundial.


 


Las grandes luchas obreras de  2016 contra la reforma laboral han golpeado fuertemente al Partido Socialista. Si bien el gobierno francés logró imponer su  paquete antiobrero -una reaccionaria reforma laboral-, se trató de una victoria a lo Pirro. El agravamiento de la crisis social y la severa política de ajuste y ataque a las conquistas laborales han profundizado el abismo entre el gobierno socialista y su antigua base popular. Hollande y el PS en particular se han literalmente derrumbado y han quedado relegados a un lugar marginal en la contienda electoral. Tampoco ha salido indemne la derecha liberal, desgarrada por disputas intestinas y cuyo candidato presidencial, François Fillon, fue golpeado por revelaciones de corrupción. Estamos frente a una crisis de conjunto del régimen político y sus partidos.


 


El centro de la escena estaba ocupado por Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional, y Emanuel Macron, candidato representativo de la burguesía liberal, quien ha logrado encaramarse como el favorito en las encuestas para enfrentar a la primera. Macron, que se presenta como “independiente”, defiende la permanencia de Francia en la Unión Europea (que hoy sigue siendo la línea mayoritaria prevaleciente en las filas de la burguesía francesa) en oposición al planteo del Frente Nacional de salida de la región.


 


Asistimos a un escenario dominado por dos variantes derechistas y ajustadoras, que le quieren hacer pagar a los trabajadores la crisis capitalista.


 


Sin embargo, el dato distintivo del proceso político francés es el ascenso que ha registrado en las encuestas de las últimas semanas Jean-Luc Mélenchon, un ex PS que cuenta con el apoyo del candidato ecologista y del PC y que lanzó un movimiento propio llamado “Francia Insumisa”. La posibilidad de un balotaje Le Pen vs. Mélenchon ha sacudido el tablero político francés, pues ambos, una por derecha y el otro por izquierda, abren las puertas a una salida de la UE. Marine Le Pen pregona abiertamente esta variante mientras que Mélenchon propone renegociar la inclusión de Francia en la UE y convocar a un referéndum para decidir si el país permanece en ella. El imperialismo europeo ha disparado las alertas a través de la prensa internacional. Luego del Brexit, una salida de Francia asestaría un golpe decisivo a la Unión Europea.


 


“Francia Insumisa”


 


Mélenchon, que rompió con el PS francés por su carácter conservador, ha terminado, después de un largo periplo, planteando que es anacrónica la distinción entre derecha e izquierda. En una larga entrevista con Página/12 (10/4), argumentó que “los ‘valores de izquierda, del movimiento obrero’ son, hoy en día, masivamente rechazados por el pueblo”. Impugna a la clase obrera como sujeto histórico y lo reemplaza por el planteo (populista) de una “revolución ciudadana”. 


 


A su vez, propone una amplia política de cuño neokeynesiano de subsidios y rescate del capital francés en oposición al capital extranjero. Con independencia de que Mélenchon tenga un programa nacionalista y de apuntalamiento de la burguesía -que lo presenta demagógicamente como de “distribución de la riqueza”-, su ascenso electoral y su eventual llegada al balotaje es un indicador de un proceso de brusco giro político de las masas. Mélenchon es quien lidera las encuestas entre los jóvenes de 14 a 24 años. El escenario marca las tendencias a la volatilización del centro político y los partidos tradicionales de Francia y su capitalización por los polos emergentes (otro dato que auguran las encuestas es una elevada abstención).


 


La izquierda


 


El Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que buscaba desesperado una alianza centrista con Mélenchon y el PC, fracasó en integrar y constituir un ‘frente amplio’ de la izquierda. El NPA, cuyo antecesor, la LCR (Liga Comunista Revolucionaria, vieja organización del Secretariado Unificado -SU), llegó a tener guarismos electorales del 5%, está girando, en la actualidad, en torno al 1% de la intención de voto. La plataforma del NPA para las elecciones, que impulsa la candidatura presidencial de Phillipe Poutou, obrero de la Ford, tiene como centro de gravedad la lucha contra la ‘casta política’ y la corrupción y hace hincapié en el combate contra los “prejuicios reaccionarios: el sexismo, la homofobia y todos los racismos”. La candidatura de Poutou cuenta con el apoyo entusiasta de la FT (corriente internacional del PTS), que destaca que estos ejes constituyen uno de los pilares de la campaña. Reclamos como “limitar los


salarios de los políticos al salario medio de un trabajador”, sin embargo, no están pensados como


parte de un programa transicional para elevar la conciencia de la clase obrera sino como un recetario


de medidas de gestión. Por otra parte, la denuncia de la “casta política”, divorciada de una lucha por


la destrucción del Estado capitalista, se reduce a una depuración del personal político en el marco


del orden social imperante. 


 


El NPA, parido e impulsado por el SU, sacrificó la lucha por la revolución social y el gobierno de los trabajadores desde el momento en el que abandonó la estrategia de la dictadura del proletariado y se declaró partidario, como reza en su plataforma, por “el socialismo del siglo XXI”, en clara oposición a la Revolución de Octubre. Hay quienes en la izquierda calificaron positivamente la formación del NPA, en 2006, como expresión de un ascenso de masas, cuando se trató de la disolución de la LCR en una organización guevarista-populista anticapitalista. La tentativa de construir un “partido amplio”, de carácter centrista, no les sirvió para un desarrollo político, ni siquiera electoral; por el contrario, acentuó las tendencias a su disgregación y marginalidad política.


 


Balotaje


 


Igual que en elecciones pasadas, en caso de un balotaje Le Pen-Macron (o, en su defecto, Mélenchon), la segunda vuelta unificará contra el cuco de la derecha a todo el arco “democrático”, incorporando todos los colores en un gran frente popular.


 


Entre tanto, los candidatos de ese espectro político se van cada vez más a la derecha, adoptando la demagogia xenófoba antiinmigrante y ‘antiterrorista’ de Le Pen, empezando por el propio Macron. Estamos frente a un operativo político para colocar a la clase obrera detrás de la burguesía. En 2002, un sector de la izquierda (incluida la LCR) llamó a votar en la segunda vuelta al candidato burgués liberal Jacques Chirac contra la candidatura nacional-fascista de Le Pen padre. Es necesario defender la independencia política de los trabajadores, y abrir paso a un reagrupamiento revolucionario de la izquierda y el movimiento obrero combativo, fundado en la estrategia del gobierno de trabajadores y el socialismo.