Francia: La primera gran huelga contra Sarkozy

Fue la semana en que Sarkozy “perdió su magia con los franceses”, según la lapidaria expresión del británico Financial Times (20/10). A su divorcio y a las dos derrotas de la selección nacional de rugby que la dejaron lejos de un campeonato que Sarkozy pretendía presentar como una victoria personal (el entrenador del equipo era su ministro de Deportes), el presidente francés debió agregar la primera gran huelga obrera contra su gobierno. Fue la de los ferroviarios, los trabajadores del transporte público de París (RATP) y los de la energía (las empresas estatales de gas y electricidad) contra la modificación de su régimen jubilatorio.


La extensión de la huelga fue simplemente impresionante. Según la prensa, supera por lejos a todas las huelgas de la última década. Incluso, fue mayor -en la opinión de Le Monde (20/10)- que las huelgas de 1995 contra la reforma previsional del primer ministro Alain Juppé. Aquellas huelgas terminaron con la caída del gobierno.


Las manifestaciones reunieron a 300.000 trabajadores en todo el país.


Con todo, lo más indicativo de la profundidad del movimiento de lucha es que, al final de la jornada, numerosas asambleas ferroviarias votaron mantener la huelga. La iniciativa de continuar la huelga provino de los sindicatos Sud-Rail y Force Ouvriere; la CGT (la mayor central sindical, ligada al PCF) y la CFDT se opusieron frontalmente. Todavía el lunes 23 seguían paralizados ramales y estaciones en los alrededores de París y Marsella.


“No hay dudas de que el estado de ánimo político cambió marcadamente esta semana”, registra un corresponsal (Financial Times, 20/10).


Mientras todavía los ferrocarriles estaban parados, las azafatas de Air France anunciaron una huelga de cuatro días para fines de octubre para que se discutan sus ritmos de trabajo y sus salarios. “Todos los sindicatos participan en la huelga; es la primera vez que sucede en Francia” (Clarín, 23/10). Al mismo tiempo, siete sindicatos de empleados públicos convocaron a una huelga de 24 horas para el 20 de noviembre por aumento de salarios y en defensa de los puestos y las condiciones de trabajo.


Un ataque a toda la clase obrera


Alrededor de medio millón de trabajadores franceses -los de los llamados “regímenes especiales”- todavía conservan las condiciones jubilatorias que regían en el pasado para el conjunto de los trabajadores: jubilación a los 55 años con 37,5 años de aportes. Primero con los trabajadores privados y luego con los empleados públicos, los sucesivos gobiernos han elevado la edad jubilatoria a 60 años (con 40 de aportes). Ahora, en nombre de la “solidaridad” y de la “igualdad”, Sarkozy pretende llevar a estas mismas condiciones a los ferroviarios, empleados del transporte público, la energía, el correo.


Es el primer paso contra un ataque más general al régimen jubilatorio. Ya se anticipa que el gobierno pretende elevar la edad de retiro de todos los trabajadores a 62 años (la misma que se ha establecido recientemente en Italia). Como denuncian dirigentes sindicales y de la oposición, el objetivo final es “desmantelar el régimen de reparto” para promover la privatización del régimen jubilatorio (Le Monde, 20/10).


La burocracia, por la derrota


La burocracia de los grandes centrales sindicales (CGT y CFDT) tiene como objetivo negociar con el gobierno las condiciones y modalidades de aplicación de la “reforma”.


“La CGT desea jugar el juego de la negociación”, declaró Paul Fourier, secretario general de la Federación de Transportes de la CGT (Le Monde, 16/10).


François Chérèque, de la CFDT, reconoció que su sindicato está de acuerdo con la “armonización” de los años de aporte (Le Monde, 24/10)… es decir en el aumento de los años de aportes de los trabajadores con “regímenes especiales”. “La elevación a los cuarenta años se realizará, porque el gobierno no va a retroceder en este punto. Cuando una reforma es inevitable, el trabajo de los sindicatos es obtener contrapartidas”, declaró Chérèque.


Por eso, la CGT y la CFDT se opusieron frontalmente a la continuación de la huelga votada en las asambleas de ferroviarios.


El gobierno se ha declarado dispuesto a negociar los plazos de aplicación de la elevación de la edad jubilatoria; la CGT y la CFDT reclaman una aplicación gradual de la elevación… que es exactamente lo que acordó la burocracia de las tres centrales sindicales italianas con el gobierno Prodi.


Sarkozy, al mismo tiempo, no se priva de maniobras para imponer la reforma. El gobierno acaba de llegar a un acuerdo con el sindicato FGAAC, que agrupa a los conductores de trenes. Actualmente, los conductores se jubilan a los 50 años mientras que el resto de los ferroviarios lo hace a los 55. Por el acuerdo alcanzado, luego de la “reforma” los conductores se jubilarán a los 55 años… en lugar de los 60 del resto de los ferroviarios.


Como ya lo hizo la burocracia del sindicato de conductores, las centrales sindicales están dispuestas a entregar el aumento de la edad jubilatoria.


Por lo tanto, la masividad de la huelga de los ferroviarios y trabajadores del transporte y su disposición a continuar la movilización no sólo es un golpe para Sarkozy y sus planes de “reforma”. Es también un golpe para la burocracia y sus planes de capitulación.