FRANCIA

Lentamente, la clase obrera madura

La jornada de lucha del jueves 24 de junio, contra el aumento de la edad para jubilarse y otros ataques sociales, marcó un avance importante en relación a la movilización anterior del 27 de mayo por la cantidad de participantes –que se dobló o triplicó– y por su extensión nacional a las capitales de provincia y ciudades intermedias.

Las direcciones sindicales proclaman que se manifestaron dos millones de personas. Sin embargo, no hay ningún cambio de fondo en la reacción del movimiento obrero frente a la ofensiva del Estado y la burguesía. La izquierda comete un error al hablar de un “triunfo importante” y, peor aún, de “un viraje”.

Entre las dos movilizaciones, se conoció en detalle el proyecto del gobierno. También se acentuó la dislocación del sarkozismo con los anuncios reiterados de planes de austeridad, crisis del euro y escándalos diversos. Uno de estos escándalos (la evasión fiscal de la dueña de L’Oréal) concierne directamente al ministro de Trabajo, que es el responsable del tema jubilaciones. Han sido los motores que han empujado a los trabajadores y a la población a protestar vivamente contra el régimen político.

El proyecto, que debería ser votado por el Parlamento en septiembre, retrasa el derecho a la jubilación de 60 a 62 años y aumenta en dos años todas las posibilidades de retiro; aumenta las cotizaciones de los empleados públicos y reduce sus salarios: agrava todos los parámetros para los trabajadores. El resultado será una disminución de las prestaciones sociales, un mayor número de jubilaciones de hambre y miseria, así como un incremento de la desocupación. Un golpe feroz y de conjunto a las condiciones de vida de la población. Al mismo tiempo, sólo financia la mitad del déficit que le atribuye al sistema, por lo cual habrá nuevas “reformas” después de 2012 y de la elección presidencial.

Ante la masividad de la movilización, ya conocido el proyecto, las direcciones sindicales insistieron con su orientación de reclamar al gobierno una negociación. Para Bernard Thibault, el secretario general de la CGT, “una sesión de negociaciones con el gobierno debe abrirse de inmediato”, mientras que Cherèque, el secretario de la CFDT, anuncia que prefiere esperar al debate parlamentario del proyecto. Esto significa que para las direcciones sindicales lo primordial es que no se clausure la alternativa de la negociación. El gobierno ha dejado abierta una muy pequeña ventana en el tema de las jubilaciones adelantadas por trabajos penosos, pero no es siquiera una concesión menor.

Es muy probable que la burocracia sindical rearme una posición común y tengamos nuevos llamados a movilizaciones para septiembre, pero no va a cambiar la consigna de negociación por la única que puede dar una perspectiva firme al movimiento: el retiro del proyecto del gobierno. Movilización, manifestación y huelga para imponer esta reivindicación.
Por ahora, el reclamo del retiro es extremadamente minoritario y las movilizaciones del pasado jueves se desarrollaron en forma ordenada y disciplinada políticamente. Pero los vientos de tormenta se están agitando. El desarrollo de la crisis desnuda las relaciones de clase de las direcciones sindicales y la izquierda que se someten al aparato de Estado y a la continuidad del régimen político burgués.

El Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) se debate en este pantano. Para la movilización, lanzó la consigna del retiro del proyecto y de la preparación de la huelga. Sin embargo, es incapaz de estructurar una agitación consecuente en torno a esta reivindicación. Está atrapado por el afán de conformar un frente de izquierda con el partido comunista y el partido de izquierda, los cuales no esconden su aspiración de convertirlo en un arma de negociación con el partido socialista para obtener un mayor número de parlamentarios. El NPA se abstiene de toda iniciativa que ponga en peligro la posibilidad de este frente. En un largo reportaje en el diario Libération, Beçancenot (el exponente mediático del NPA) atribuye el mérito de la movilización popular contra el proyecto gubernamental a la campaña de ATTAC y de la Fundación Copérnico, dos ONG fuertemente hostiles a cualquier posición que apunte a volver la crisis capitalista contra el capitalismo y sus gobiernos. Los términos de esa campaña se sintetizan en su fórmula “Escuchemos las exigencias ciudadanas sobre la jubilación”. Es un movimiento extraño al movimiento obrero y hostil a sus necesidades de organización y movilización. La adaptación del NPA a las burocracias sindicales ha comenzado a plantearse en las discusiones internas para el congreso de fin de año y debería ser uno de sus ejes.