Francia: plan de lucha hasta derogar la reaccionaria reforma jubilatoria

Rechazar la tregua que la burocracia de la Intersindical le dio a Macron.

Macron promulgó la reforma jubilatoria

En la noche del lunes, el presidente Emmanuel Macron se dirigió solemnemente al país para anunciar que la reforma jubilatoria (que aumenta el mínimo de edad de 62 a 64 años) entraba efectivamente en aplicación, que el combate por su retiro era obsoleto y que se proponía “impulsar” un programa de “reformas” (esto es de medidas anti-obreras y anti-populares) en los próximos 90 días, para festejar como se debe el 14 de julio (feriado nacional por la revolucionaria Toma de La Bastilla en 1789). Este discurso completó la decisión del Consejo Constitucional del viernes 14, que estatuyó que la ley era conforme a la Constitución, salvo algunos artículos sin mayor importancia.

El discurso de Macron fue recibido con críticas acerbas de la oposición burguesa, para indicar que la crisis política abierta por la ley y la aplicación del artículo 49-3 -que permite la adopción incluso sin voto del Congreso- no estaba cerrada de ninguna manera. El gobierno sigue siendo minoritario y su autoridad ha quedado reducida a migajas. La organización de la patronal francesa, el Medef, declaró que no compartía el método vertical del gobierno para imponer sus “reformas”. Por otro lado, el imperialismo francés está en retroceso en Africa y en el mundo y es un componente de la crisis de la Unión Europea agravada cualitativamente por la guerra de Ucrania. El diario burgués tradicional Le Figaro editorializa, el día 11, en previsión de la intervención de Macron que “el quinquenio está perdido y hay que salvar lo que se pueda salvar”.

El cuadro arriba descripto resalta más la criminalidad antiobrera de la tregua declarada por la dirección burocrática de la Intersindical. En lugar de responder impulsando la huelga general ha decidido anunciar su “disconformidad” por “el desprecio a los trabajadores” evidenciado por Macron y… convocar -para dentro de 15 días- a movilización por el 1° de mayo.

El discurso de Macron fue recibido por “cacerolazos” organizados en 320 localidades del país, y en particular también con manifestaciones en París y en las ciudades y pueblos de Bretaña, con concentraciones delante de las prefecturas en Rennes y Nantes. Los líderes de la CGT y de la CFDT anunciaron que no concurrirán, este martes 18, a una reunión con Macron. Y se sentaron a esperar… un 1° de mayo “masivo y unitario”. Como ya es habitual, el secretario general de la CFDT, Laurent Berger, anunció que volverá a la mesa de negociaciones con el gobierno y la patronal, luego del 1° de mayo. Le da una tregua de dos semanas a un gobierno aislado y en crisis. La burocracia trata de cabalgar sobre la radicalización obrera y popular contra la reforma jubilatoria y Macron, buscando el desgaste y la desmovilización de la misma. La nueva secretaria general de la CGT, Sophie Binet, anunció, por su lado, dos jornadas de movilización de aquí al 1° de mayo: el 20 de abril en el gremio ferroviario con una jornada unitaria de huelga, y el 28 de abril, sobre los accidentes de trabajo (en los cuales Francia es una campeona europea) con base en el gremio de la construcción.

La Intersindical se mantiene con la misma “estrategia” de desmovilización, de jornadas aisladas de huelgas y marchas, que no dio resultado en los tres meses anteriores de enero a marzo, con partituras algo diferentes entre la CGT y la CFDT pero con una misma melodía anti huelga general.

Estos desarrollos de los últimos días concentran a su manera los rasgos más generales de la lucha de clases en Francia en un período de crisis.

La irrupción del movimiento obrero

El rasgo más general del período actual en Francia es la presencia masiva del movimiento obrero en las calles de las ciudades y localidades francesas. Hubo 12 jornadas de movilización y paro desde el mes de enero, con varios picos de 2 a 3 millones de participantes, en 300 localidades de todo el país, en ciudades grandes, medianas y pequeñas. Como se dice, hubo pueblos en los cuales el número de manifestantes fue mayor al de habitantes registrados. Es posible que el pico más elevado de estas movilizaciones se haya alcanzado el 16 de marzo, cuando el gobierno decide aplicar el 49-3 y además de la concentración llamada por la Intersindical, se produce una manifestación de urgencia en la Plaza de la Concorde contra el 49-3, llamada por la Coordinadora estudiantil, la Sur-Solidaires y la CGT de la región parisina.

Las convocatorias de la Intersindical fueron respondidas con la movilización de millones de trabajadores. Su fuerza estuvo en la unidad de las 8 centrales sindicales. Los sindicatos jugaron, y siguen jugando, un rol decisivo, al tiempo que se ha perfeccionado su “integración al Estado burgués imperialista”. La conclusión de esta constatación es que la intervención de las organizaciones (que se reclaman del trotskismo) y de los militantes y núcleos de lucha de clases se hizo con base y palanca en los sindicatos, en las asambleas, en las coordinadoras, en las uniones locales.

Pero la estrategia de la Intersindical se basó en una orientación de conciliación de clases; en el supuesto, en el mejor de los casos, de que la masividad y la repetición de las jornadas de lucha aisladas terminarían por provocar el retroceso del gobierno, el retiro del proyecto en el Congreso o al menos su negociación. El bonapartismo de Macron, que acentúa una tendencia de fondo del régimen político en Francia, no podía llevarlo a la negociación. Requería que los sindicatos se limiten a un rol de comparsa. Si Macron se animó a dar curso a la reforma es porque sabía que la burocracia Intersindical no iba a responder con la huelga general.

La Intersindical no hizo nada por apoyar el movimiento de huelga iniciado por algunas federaciones de la CGT y por sindicatos locales. Se limitó a proclamar su “apoyo” en declaraciones. A pesar de la importancia de las huelgas, por ejemplo en las refinerías, entre el personal de recolección de residuos de la ciudad de París, en los ferroviarios, llamada por 4 federaciones, no se logró conformar un cuadro nacional coordinado de diferenciación y oposición a la estrategia de la Intersindical, El Congreso de la CGT, que tuvo efecto en este período, mostró las fuerzas y debilidades de lo que podemos denominar las tendencias sindicales de “lucha de clases”, que comprenden un arco iris de variantes, desde sectores del stalinismo hasta las organizaciones trotskistas, pasando por militantes y núcleos sin referencia partidarias. En el Congreso, por primera en mucho tiempo, fue rechazado el informe de actividades de la dirección de Philippe Martinez, que como secretario general oficiaba, en el dúo con la CFDT, más bien como comparsa. Con el aplauso de los delegados del Congreso fue interpelado al respecto por una militante politicamente organizada. El grupo de Martinez no pudo imponer tampoco su candidata a la Secretaría General. Se creó un bloqueo en la designación, del que se salió con la candidatura sorpresa de Binet, que no es para nada una revolucionaria pero que se presentó como más permeable a la izquierda. Pero se trató de un maquillaje adaptado al momento de radicalización de la base obrera. Cualquier ilusión al respecto se hizo trizas de inmediato: acompañó la tregua decretada de común acuerdo por la Intersindical.

 La crisis burguesa

Se puede decir que a partir de mediados de marzo, la juventud se incorpora al movimiento y se hace presente sobre todo en las manifestaciones callejeras -16 de marzo, viernes 14 de abril, lunes 17. Las organizaciones trotskistas juegan un rol significativo en este sentido. En las manifestaciones callejeras se reúnen las fuerzas políticas partidarias, con los independientes y sobre todo con los autónomos, que en general tienen la iniciativa de la quema de basura. Sería un error confundir esta importante presencia de la juventud secundaria y universitaria con la constitución ya de una dirección alternativa a la Intersindical. La autonomía de la juventud le permite tomar ciertas iniciativas como la manifestación del 16 de marzo contra el 49-3 y los cacerolazos del lunes.

La presencia juvenil, aunque no de los jóvenes de los barrios, facilita y permite la popularidad del movimiento de lucha. Los comentarios periodísticos insisten en que los sondeos de opinión arrojan como resultado que 2/3 de la población y el 90% de las personas activas, apoyan la lucha contra el proyecto del gobierno. El bonapartismo propio del gobierno de Macron se caracteriza ahora por un presidente en el aire, en minoría en el Congreso y repudiado por la mayoría de la población y por el conjunto de los jóvenes y los trabajadores.

Sin embargo, el movimiento de huelga política de masas de los trabajadores contra Macron, las burocracias sindicales lo están conteniendo, bloqueando su extensión.

El “Fuera Macron” se generalizó en las movilizaciones juveniles pero no aparece en las convocatorias de la Intersindical y tampoco en el llamado a un 1° de mayo que “tire la casa por la ventana” como verborrágicamente declara el secretario general de la CFDT.

La tregua de la Intersindical le dio un cierto respiro al gobierno pero no le permite retomar la iniciativa. Es el rasgo más destacado del discurso del presidente del pasado lunes. ¿Cómo seguirá gobernando? El gobierno se recuesta crecientemente en el aparato represivo. Las solas declaraciones de apoyo provienen de los sindicatos de derecha y de extrema derecha de la policía nacional. La represión de las manifestaciones populares es cada vez más violenta. El partido neo-fascista de Marine Le Pen se ha fortalecido notablemente y -según encuestas- su dirigente ganaría una elección presidencial, si se hiciera ahora. Pero la burguesía, no obstante, no manifiesta ningún entusiasmo por una solución política de este tipo.

En definitiva, Macron no dispone de palancas de intervención. Salvo la tregua de las burocracias de la Intersindical. Sigue siendo minoritario en el Congreso, no tiene un partido que lo sostenga, está en retroceso y viene ejecutando una política que ha dado lugar a la inflación y la recesión.

La intervención de los clasistas en este cuadro de crisis y descomposición del régimen político, de pauperización de las masas y retroceso de las condiciones de vida de la población, debe tener como columna vertebral la necesidad de impulsar los movimientos de lucha de los trabajadores y explotados hacia la huelga general con una intervención política cada vez más amplia de la clase obrera y de sus organizaciones, por la huelga política de masas y el Fuera Macron.

Asambleas y plenarios, fabriles, sindicales y regionales que repudien la tregua y reclamen la continuidad con crecientes medidas de lucha. Ninguna tregua.

En lo inmediato, apoyar, fortalecer y extender las huelgas declaradas contra la ley jubilatoria y las huelgas por aumentos de salarios, para tratar de formar coordinadoras que permitan la extensión del movimiento y el reforzamiento de su carácter político contra el gobierno.

La burocracia de la Intersindical tratará de usar los actos del 1° de mayo como un desagote de la presión y radicalización obrera y… retomar algun tipo de “diálogo constructivo” con el gobierno.

Las organizaciones obreras comprometidas con la consigna y la tarea de la huelga general deberían organizar su expresión política propia y su columna para los centenares del 1° de mayo en toda Francia y sobre todo en París.

Se impone un llamado a las otras organizaciones europeas en lucha contra sus gobiernos y los planes de austeridad de la burguesía. No solo para generalizar muestras internacionalistas de adhesión, como la que tuvieron los obreros de la Total en Bélgica, en solidaridad con los trabajadores de las refinerias francesas en huelga, sino también para golpear todos juntos a nivel continental a la clase capitalista que pretende descargar la crisis del capital sobre las condiciones de vida de las masas.