Francia: una etapa decisiva de la movilización

La movilización del 28 de abril y la manifestación del 1°de Mayo culminaron una etapa de la lucha de los trabajadores y la juventud contra la ley de trabajo y el gobierno de Hollande

desde París


La movilización del 28 de abril y la manifestación del 1° de Mayo culminaron una etapa de la lucha de los trabajadores y la juventud contra la ley de trabajo y el gobierno de Hollande. Las movilizaciones fueron menos masivas que las anteriores, pero suficientemente populares y activas como para alimentar esta lucha que ya lleva más de dos meses.


 


Más que las anteriores, la movilización del 28 y la del 1° de Mayo fueron violentamente reprimidas. Hubo una provocación que llegó al ridículo. La cabeza del cortejo de la marcha del 1° estuvo ordenada directamente por los policías. El pretexto son las “acciones violentas” pero el objetivo real son los jóvenes y los manifestantes, para infundirle miedo a la población. Ha habido centenares de detenidos y decenas de encausados, muchos con penas de prisión. Es, también, la realidad de un gobierno “socialista”.


 


La ley comenzó a discutirse en la Asamblea Nacional el martes 3 y debería ser votada el 17. El gobierno puede encontrarse en minoría y verse obligado a imponer el proyecto sin mayoría parlamentaria -como es posible en la Constitución bonapartista de la V República. La crisis gubernamental que se ha agravado en las últimas semanas pasaría a ser catastrófica. Mientras tanto, la patronal ha retirado su apoyo al proyecto porque acusa al gobierno de concederle demasiado a la juventud y a los sindicatos. El bonapartismo de Hollande-Valls ya no tiene siquiera pies de barro.


 


Después de que el “socialista” Hollande llegó al poder en 2012, es la primera vez que se registra una movilización callejera de centenares de miles de personas, alimentada por la militancia de decenas de miles. Se trata, probablemente, de un viraje histórico y como tal presenta a la vez las fuerzas y las debilidades del movimiento de masas.


 


Ante la presión de la militancia, las direcciones sindicales se vieron llevadas a levantar la bandera del “retiro de la ley”, pero lo hicieron con el método tradicional de las “jornadas de acción” a repetición, destinadas a presionar al Parlamento, para evitar todo movimiento de huelga y de enfrentamiento radical con el gobierno.


 


Los militantes sindicales están haciendo una nueva experiencia, como lo muestra el reciente congreso de la CGT, del 18 al 22 de abril. El nuevo secretario general Philippe Martínez se vio obligado a coquetear con la huelga general. A pesar de la organización burocrática que filtra y organiza el congreso, las críticas a la dirección fueron masivas y el documento de orientación fue aprobado sólo por el 63% de los congresistas. Al mismo tiempo, la oposición no logró presentar una plataforma común.


 


Es un rasgo del conjunto de este proceso. Los activistas imponen su fuerza pero están dispersos en sindicatos, capillas, cuadros políticos diversos, con poca o nula articulación y en su gran mayoría con un horizonte político democratizante, “unitario” detrás de la izquierda del Partido Socialista.


Las iniciativas de la juventud, que fueron importantes en el comienzo de la movilización, han favorecido también un principio de reagrupamiento. El jueves 28, en la Plaza de la República, una de las asambleas de La noche de pie contó con la presencia de Philippe Martínez, impensable meses atrás.


 


En la asamblea participaron diversos activistas sindicales y juveniles y todos acordaron con la consigna de la “huelga general”. Es un episodio importante aunque sin continuidad, dadas las dificultades de estructuración del movimiento clasista.


 


La discusión del proyecto en la Asamblea Nacional plantea ahora la necesidad de una gran manifestación política obrera y juvenil ante el Parlamento.


 


A mediados de mayo, una nueva huelga ferroviaria está programada. Diversos conflictos están en curso. Una potente ola popular sigue estando a la orden del día.