Francia va al paro general

El diario madrileño El País (7/3) ha calificado a la reforma laboral que intenta aplicar el gobierno de François Hollande (Partido Socialista) como la gran batalla de su mandato.
 Constituye uno de los mayores ataques contra el movimiento obrero francés en los últimos tiempos. Plantea, entre otros puntos, la derogación de hecho de la jornada de 35 horas, que puede extenderse a 46 horas “con un sobrecosto de apenas un 10% en las horas extras” (El Cronista, 3/3). Abarata las indemnizaciones por despido, habilita los despidos masivos bajo el cheque en blanco de ‘motivos económicos’ y procura debilitar el poder de negociación de los trabajadores atacando prerrogativas de los sindicatos y privilegiando las negociaciones por empresa en vez de por sector.


El diario madrileño El País (7/3) ha calificado a la reforma laboral que intenta aplicar el gobierno de François Hollande (Partido Socialista) como la gran batalla de su mandato.


 


Constituye uno de los mayores ataques contra el movimiento obrero francés en los últimos tiempos. Plantea, entre otros puntos, la derogación de hecho de la jornada de 35 horas, que puede extenderse a 46 horas “con un sobrecosto de apenas un 10% en las horas extras” (El Cronista, 3/3). Abarata las indemnizaciones por despido, habilita los despidos masivos bajo el cheque en blanco de ‘motivos económicos’ y procura debilitar el poder de negociación de los trabajadores atacando prerrogativas de los sindicatos y privilegiando las negociaciones por empresa en vez de por sector.


 


Este tipo de legislaciones antiobreras buscan implantarse en toda Europa.


 


El ataque gubernamental resume una orientación estratégica de la burguesía francesa y por eso cuenta con el apoyo de Los Republicanos, la fuerza política que comanda Nicolás Sarkozy. El rechazo del “ala izquierda” del PS es pura demagogia: se trata del mismo sector político que apoya el estado de excepción, que bajo el pretexto de combatir al terrorismo ataca al movimiento popular y suprime libertades democráticas.


 


El malestar popular causado por el anuncio de la reforma, a un año de las elecciones, ha llevado a Hollande a demorar su presentación. El objetivo del gobierno es negociar cambios menores con la burocracia sindical para que ésta contribuya a hacerla digerible ante las masas.


 


Pero no será una tarea fácil. El 9 de marzo se desarrollaban protestas en 120 ciudades, en las que participaban organizaciones estudiantiles y obreras. Un petitorio contra la reforma recogió más de un millón de firmas. Coincidían también las manifestaciones con una huelga ferroviaria contra los intentos de ‘armonizar’ las condiciones laborales del transporte público con el transporte privado, es decir imponer una mayor precarización laboral.


 


El profundo malestar ha forzado también un paro general para el 31 de marzo, convocado por siete organizaciones, entre ellas la CGT, FO, FSU, Solidaires.


 


Abajo la reforma laboral reaccionaria. Por la victoria del movimiento obrero francés.