Se realizó el lunes 9 una marcha que culminó en una concentración frente a la Embajada de Turquía en Buenos Aires, con la presencia de alrededor de un centenar de compañeros. Se reclamaba la libertad de siete estudiantes de la Universidad de Estambul -entre los cuales se encuentran tres militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (SEP) de Turquía- que se habían manifestado contra la invasión del ejército del mandatario Recep Tayyip Erdogan al cantón Kurdo de Afrin.

En la concentración había delegaciones de Convergencia Socialista, MST, IS, Partido Piquetero, Asambleas del Pueblo, FAS y de nuestro Partido Obrero. Tuvo lugar un acto en el que los oradores denunciaron -frente a una embajada transformada en un bunker blindado, rodeado de policías- las atrocidades represivas y guerreristas del régimen de Erdogan. Nuestro orador llevó la adhesión del DIP de Turquía, de la CRCI y de la Conferencia Internacional que se realizó la semana anterior en Buenos Aires. La embajada se negó a recibir un escrito reclamando la libertad de los 7 estudiantes.

El presidente-dictador-masacrador de Turquía tiene miles de presos políticos, reprime a los trabajadores de su nación, encierra en campos de concentración a millares de refugiados y se ha embarcado en aventuras guerreristas contra los pueblos del Kurdistán y de Siria. Participa de las guerras imperialistas que junto al imperialismo yanqui, al régimen sionista y a las potencias de Rusia, Irán y otras pretenden descuartizar Siria, continuar masacrando al pueblo palestino -en particular en la franja de Gaza- y atacar al Líbano, rediseñando a sangre y fuego el mapa de Medio Oriente.

Los estudiantes turcos están acusados de “propaganda terrorista” por su oposición a que el ejército de Erdogan siga asesinando kurdos y sirios. Un contrasentido. En realidad estos estudiantes turcos están jugando un papel heroico y de lucha internacionalista. Protestan contra el gobierno de su propio país, que con ínfulas imperiales quiere obtener tajada del botín de esta guerra colonial imperialista. El enemigo terrorista es su gobierno, no los pueblos del Medio Oriente