¡Fuera Duque!

Por qué el Grupo de Puebla conspira contra el levantamiento popular en Colombia.

Nadie ignora que la rebelión popular del país caribeño es el punto más alto de la lucha de las masas oprimidas de América Latina y que su desenvolvimiento amenaza con quebrar el orden capitalista, en un cuadro en que toda América Latina se ve sacudida en el transcurso de los dos últimos años por continuos levantamientos que surcan el subcontinente desde Chile a Paraguay, desde Perú a Ecuador, sin olvidar a Haití y República Dominicana.

El pueblo colombiano no logra ser doblegado por la despiadada represión del ejército y la policía. Para llevar a un repliegue de las masas las clases dominantes también recurren a la “zanahoria”, esto es, a las maniobras políticas de la burguesía democratizante. Estas se ven corporizadas en el Grupo de Puebla, del que forma parte el gobierno argentino.

El 10 de mayo tuvo lugar una reunión del Grupo de Puebla con la participación de decenas de ex presidentes y dirigentes de diversos países de América Latina entre los que se encontraban algunos muy destacados: Ernesto Samper (presidente de Colombia entre 1994 y 1998), Rafael Correa (ex presidente de Ecuador), Dilma Rousseff (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Andrés Arauz (reciente candidato a presidente correísta en Ecuador), Cuauhtémoc Cárdenas (ex candidato a presidente en México), Marco Enríquez Ominami (ex candidato a presidente de Chile, actual Frente Amplio), Jorge Taiana (senador argentino por el Frente de Todos). El objeto de la reunión fue la situación colombiana. Cuatro días más tarde hubo otra reunión cuya finalidad era la misma, en la que participaron algunos de los ya mencionados junto a “Pepe” Mujica, miembros del CLAJUD (Consejo Latinoamericano de Justicia y Democracia) e integrantes del “progresismo” colombiano entre los cuales se destacaba Gustavo Petro. Llama la atención la ausencia de presidentes en ejercicio: Evo Morales (Bolivia), López Obrador (México), Alberto Fernández (Argentina), presentes en otros eventos del Grupo Puebla.

La reunión realizada el 14 de este mes, lejos de apoyar la rebelión popular, aunque reconocía la justicia de muchos reclamos, no se colocaba en el terreno de la huelga general que plantea echar al represor Duque. En efecto, uno de los puntos salientes de la declaración señalaba: “ Invitar a todos los jóvenes, ciudadanos, los partidos políticos de oposición y al gobierno a un diálogo social que escuche los justos reclamos y ponga fin a los enfrentamientos que han costado vidas, desapariciones y reiteradas violaciones de derechos humanos”, y añade en otro párrafo: “hacer un llamado a los manifestantes a que permitan un corredor humanitario que permitan la circulación de vacunas, insumos y misiones médicas, los instamos a esperar los resultados del diálogo y permitir que la ciudadanía pueda ejercer a plenitud sus también legítimos derechos a la movilidad, al trabajo y a la supervivencia”.

Definiciones

Las definiciones son claras, evidenciando el cinismo del nacionalismo burgués y la autoproclamada burguesía “progre”: atribuyéndole a las masas en lucha contra la miseria y la explotación parte de la responsabilidad en la ausencia de alimentos, medicinas y atención médica, como así también en la represión y las muertes. Responsabiliza paritariamente a opresores y oprimidos.

Es un llamado a deponer la lucha. El grupo de Puebla le reclama al pueblo insurgente de Colombia la desmovilización de su lucha, preservando al gobierno represor de Duque. El presidente argentino ha planteado la necesidad de la “paz social”. Es decir, la detención de la lucha de clases, cuando lo que hay que levantar es el apoyo directo a la lucha por acabar con este régimen sangriento, entreguista y antipopular.

En consonancia con este pronunciamiento que pretende desarmar política y físicamente la insurgencia de las masas colombianas y llevarlas a un callejón sin salida, en la reunión mencionada del 14 de mayo, Oscar Laborde, presidente del Observatorio por la democracia y vicepresidente del Mercosur, declaró: “envié una carta al presidente Iván Duque para el inicio formal de negociaciones que permitan acuerdos sociales e institucionales que restablezcan la paz en nuestro país y ratifiquen el compromiso democrático del Estado de la República de Colombia”.

Y agregó: “propongo una mesa de trabajo internacional que impulse el restablecimiento de la paz”. Petro ha llamado a la intervención de la OEA y la “intermediación” de Argentina, México y Bolivia. Pero no hay nada que “intermediar”: los pueblos latinoamericanos deben ponerse del lado de la rebelión popular colombiana y apoyar su lucha para terminar con Duque y su régimen.

¿Por qué México, Argentina y Bolivia no rompen relaciones con el gobierno de Duque? Por mucho menos, los presidentes del Grupo de Lima, alineados detrás de Trump y Bolsonaro, desconocieron al gobierno venezolano e hicieron frente común con el intervencionismo del imperialismo y la derecha.

Bomberos

La posición del Grupo de Puebla lo lleva a actuar como bombero de los levantamientos populares. No casualmente la declaración del Grupo, antes de las firmas de sus integrantes, plantea su brega porque Latinoamérica sea “un territorio de paz”. La “paz” es entendida como la renuncia a la rebelión de los pueblos contra la opresión y la explotación. Con este tipo de “paz” todavía tendríamos al gobierno golpista de Jeanine Añez en Bolivia. Actúan, así, como cómplices de los llamados gobiernos “neoliberales” ajustadores, sobre la base de maniobras que impidan su caída a manos de la lucha popular. Ya ha ocurrido y ocurre en Chile, se repite en Paraguay y Perú y es uno de los mecanismos para desviar y/o derrotar los alzamientos de masas.

Hay que defender la rebelión popular en Colombia, llenándola de solidaridad, y respaldando la finalidad de las masas colombianas de expulsar a Duque. Apoyemos la extensión y profundización de la huelga general en curso. La realización en Colombia de un congreso de obreros, campesinos y estudiantes que centralice la movilización contra Duque debe rechazar las maniobras de la burguesía opositora colombiana y del Grupo de Puebla. Y en Latinoamérica: defender el derecho a la rebelión de los pueblos contra los planes fondomonetaristas y la solidaridad inmediata y activa con el levantamiento de nuestros hermanos de clase de Colombia. Una Conferencia Latinoamericana de la izquierda y el movimiento obrero combativo sería un gran paso adelante en la constitución de un polo de independencia política de los explotados contra los “bomberos” desmovilizadores del Grupo de Puebla. Es un imperativo para las corrientes que se reclaman de izquierda y de la lucha antiimperialista.