Internacionales
1/4/1999|620
Fuera la Otan de los Balcanes
Seguir
Ni ‘democracia’, ni ‘derechos humanos’, ni ‘defensa de los pueblos oprimidos”. El imperialismo norteamericano, a través de la Otan, está descargando una lluvia de bombas y misiles sobre Serbia y masacrando a centenares de civiles indefensos para salvar su ‘política balcánica’ en ruinas.
Fracasó en su intento inicial de ‘dejar hacer´ a Milosevic para que el carnicero de Belgrado aplastara el levantamiento de los albaneses de Kosovo en marzo del año pasado. Fracasó luego el ‘cese del fuego’ que impuso en octubre. Y, aunque logró el respaldo de la guerrilla albanesa, finalmente fracasó su intento de imponer un ‘acuerdo de paz’ completamente inviable y que —como el de Bosnia— sólo podría sostenerse por la ocupación de Kosovo por la Otan.
Por si eso fuera poco, también comienza a derrumbarse el engendro parido por el acuerdo de Dayton, la ‘república’ de Bosnia. A principios de marzo, mientras la Otan amenazaba bombardear Serbia para imponer una ‘versión kosovar’ del acuerdo de Dayton, su representante en Bosnia derrocó al ‘presidente’ de la ‘república serbia de Bosnia’ por su oposición a ceder la región de Brcko (sin la cual, ésta carece de unidad territorial) y por su amenaza a retirarse de todas las instituciones ‘federales’. Como reconoce el semanario alemán Die Zeit, no sólo “nadie cree en el futuro de esta república” sino que, además, “el daño causado se extiende más allá de Bosnia”.
Lejos de recular ante los bombardeos, Milosevic lanzó una campaña todavía más atroz de masacres contra los kosovares, algo que los yanquis sabían de antemano que ocurriría. Milosevic incluso se ha atrevido a lanzar ataques contra la vecina Albania, amenazando con extender la guerra a todos los Balcanes. Milosevic saca su ‘fuerza’ de las enormes contradicciones políticas del imperialismo. Desde el punto de vista militar, numerosos especialistas norteamericanos sostienen que los bombardeos, por sí mismos, no lograrán doblegar la resistencia de Milosevic y que, en consecuencia, será necesaria una invasión por tierra que causaría numerosas bajas en las fuerzas de la Otan. Clinton, sin embargo, ha reiterado que no piensa desplegar tropas de infantería. La campaña aérea, por lo tanto, parece condenada a terminar en un pantano.
Con todo, las principales limitaciones de la ofensiva de la Otan son políticas. La primera es que tanto Clinton, como Blair y Jospin coinciden con Milosevic en su oposición a la independencia de Kosovo y en la defensa de la integridad territorial de la actual Yugoslavia. La segunda, peor aún, es que la Otan pretende imponerle a Milosevic la firma del acuerdo de paz que establece la pre-sencia de tropas imperialistas en una Kosovo ‘autónoma’. Pero si Milosevic acepta estas condiciones, sería derrocado por la ultraderecha nacionalista. Se trata de una contradicción flagrante
para el imperialismo: no tiene un ‘recambio' del hombre al que está bombardeando. Todo esto explica que un muy amplio sector del propio imperialismo norteamericano —cuyo principal exponente es Henry Kissinger— se oponga frontalmente a la intervención porque, dicen, ‘Estados Unidos no tiene posibilidades de ganar´.
Más que nunca, el peligro de una guerra general
Los bombardeos pretenden evitar, antes que nada, que la continuidad de la crisis en Kosovo termine desatando una guerra general en todo el sur de los Balcanes. Albania, que todavía no se ha ‘repuesto’ de la revolución de 1997, está siendo ‘desestabilizada’ por la creciente masa de refugiados que llega de Kosovo. Lo mismo sucede con Macedonia, donde el 25% de la población es de origen albanés y el 75% de origen eslavo, como los serbios. El estado macedonio, inde-pendizado hace unos años de Yugoslavia y convertido rápidamente en un títere político, financiero y militar de Estados Unidos, es completamente artificial: tanto Albania como Bulgaria, Grecia y Serbia, presentándose como ‘defensores’ de alguno de sus componentes étnicos, pre-tenden apoderarse de partes enteras de su territorio. La desestabilización de Macedonia llevaría a una intervención directa de todas estas potencias —incluida Turquía, históricamente aliada de Albania y opuesta a Grecia.
Una guerra balcánica —que enfrente a Grecia y a Turquía, ambos miembros de la Otan— plantea la perspectiva de la quiebra de la ‘todopoderosa Alianza Atlántica’. Mientras se extiende hacia el Este, para cercar a Rusia, la Otan corre el riesgo de desintegrarse por el Sur. En realidad, esto ya empieza a verse en los cada vez más estentóreos reclamos de Grecia de que se suspendan los bombardeos.
La intervención de la Otan en Yugoslavia puede ser la chispa que termine por desencadenar la guerra general en los Balcanes, que nunca ha estado tan cerca como ahora. Los ejércitos de Serbia y de Albania se alistan a lo largo de la frontera y ya han intercambiado disparos de fusilería y de artillería, mientras la Otan brinda ‘seguridades’ a Albania de que la defenderá si es atacada. En Macedonia están acantonados 10.000 soldados de la Otan, listos para entrar en combate. Cualquier provocación, cualquier ‘error* puede desencadenar una guerra internacional. La intervención imperialista es, de esta manera, el camino más seguro hacia la catástrofe general.
Europa para los norteamericanos
La crisis en los Balcanes, coinciden los observadores, cuestiona la “unidad europea”, es decir, la perspectiva de la restauración capitalista en Europa del Este, que es el sentido último de esta ‘unidad’.
Mediante los bombardeos —y la subordinación del conjunto de los gobiernos ‘socialistas’ de Europa a sus dictados— el imperialismo yanqui pretende dar una ‘salida’ que los propios euro-peos se han mostrado incapaces de encontrar. Lo que está en juego es, en consecuencia, quién resuelve la ‘crisis europea.’, es decir qué potencia será el árbitro de la Europa ‘unida’ y quién será el principal beneficiario de la restauración capitalista en el Este. Salta a la vista que el establecimiento de un ‘protectorado’ norteamericano en los Balcanes dejará a las potencias europeas en una posición aún más subordinada que la actual frente a los Estados Unidos... es decir, que convertirá a toda Europa, del Atlántico a los Urales, en un ‘protectorado’ yanqui.
Es esta perspectiva, y no la supuesta ‘hermandad eslava’, la que explica la reacción de Rusia. La imposición de una ‘salida norteamericana’ en los Balcanes no sólo pone en peligro su ‘influencia’ en Europa del Este sino que además, a término, cuestiona su propia integridad territorial. De todas maneras, lo de Yeltsin no pasa de un pataleo para ponerlo en vereda, le enviaron Michel Camdessus, director del PMI. Impotencia de Yeltsin frente a la intervención norteamericana en los Balcones es un factor adicional de crisis para un régimen en completa bancarrota económica y política.
En las calles de Europa y Estados Unidos: no a los bombardeos
La intervención enfrenta otra contradicción, que se irá haciendo cada vez más notable: la oposición popular a i bombardeos.
Los gobiernos ´socialistas’ de todo el continente están enfrentando más festaciones populares contra la masacre democrática 20.000 manifiestan en Italia, 15.000 en Grecia, 5.000 España. También hubo manifestantes masivas en Alemania, Noruega, í pública Checa, Chipre y Rumania. D tintas encuestas muestran la oposición popular a la intervención de la Otan: 56% de los encuestados en Italia y 73% en Gran Bretaña repudian los bombardeos. Lo mismo ocurre en los Estad Unidos, donde el respaldo popular q ha recibido la intervención es el m bajo desde la guerra de Vietnam.
Por una Federación Socialista de los Balcanes
El conjunto de contradicciones q enfrenta la ofensiva de la Otan expli que la propia canciller Norteamérica Madeleine Allbright, abriera un paraguas conciliador para Milosevic: acepta la posibilidad de ‘hacer algunos ajustes’ al acuerdo que ya firmaron los ko¡ vares. Estos ‘ajustes’, naturalmente limitarán todavía más la ya muy limitada ‘autonomía’ que el acuerdo establece para los albaneses de Kosovo.
Con los misiles, con las tropas, o c la diplomacia, la dominación norteamericana sobre los Balcanes significa una mayor opresión de los pueblos y i fortalecimiento de todos los régimen títeres y reaccionarios de la región, convertir a los Balcanes en un protectorado, establecer fronteras arbitrarias crear estados inviables y ‘reavivar’ los pueblos contra su voluntad, el imperialismo crea las bases para nuevas reclamaciones nacionalistas y nueva masacres contra los pueblos.
La única solución a la opresión nacional que sufren los kosovares es la lucha en común con los restantes pueblos Balcanicos, contra el imperialismo y las burocracias restauracioncitas, es decía la lucha por una Federación Socialista de los Balcanes. Sólo en el cuadro de esa lucha antiimperialista común, los pueblos podrán ejercer sus propios derechas nacionales —y reconocer efectivamente los de los demás pueblos.
Federación Socialista o barbar ‘nacional’: ésta es la alternativa histórica que enfrentan los pueblos de li Balcanes.