Las imágenes de los detenidos iraquíes torturados y vejados por sus captores anglo-norteamericanos horrorizaron al mundo. ¿Pero alguien puede sorprenderse después de lo que los propios norteamericanos mostraron en Guantánamo?

Amnesty Internacional denuncia que las tropas de ocupación “recurren a la tortura como método” (Corriere della Sera, 3/5). Es decir que la electrocución, las violaciones, el uso de fósforo blanco (napalm), los golpes y las vejaciones no son un “exceso”. Lo ha confirmado una fuente inobjetable: la general norteamericana que dirigía la prisión de Bagdad donde fueron tomadas algunas de las fotos. Los “abusos criminales, sádicos e impúdicos” –como define las torturas en un informe que hizo público la revista The New Yorker– eran exigidos por la CIA “para crear condiciones físicas y mentales favorables en los interrogatorios” (ídem). Están involucrados el ejército norteamericano, la inteligencia militar y la CIA, así como también sus contrapartes británicas y, además, los “ejércitos privados”.

Los yanquis y los británicos están librando en Irak una guerra contra un pueblo rebelado. La revelación de las torturas “complica la solución de la crisis iraquí” (ídem), es decir que alimenta el levantamiento nacional.