Giro a la izquierda en las elecciones suecas

Las recientes elecciones parlamentarias constituyeron una “catástrofe” para el gobernante partido socialdemócrata sueco, que obtuvo la peor votación de su historia (37%) y perdió 30 bancas, la mayoría a manos del Partido de Izquierda (PI), el ex PC ‘reconvertido’, el cual obtuvo su mejor votación desde 1921 (el 12%) y duplicó su bancada parlamentaria. Como resultado de la votación, el PI se ha convertido en el “árbitro de la formación del nuevo gobierno”(Financial Times, 22/9).


El PSD aplicó una política de ‘austeridad’ y ‘equilibrio fiscal’ que significó golpes terribles a la seguridad social (disminución de los subsidios familiares, al alquiler y al desempleo) y el despido de más de cien mil empleados públicos, en particular en las escuelas y los hospitales. Bajo el gobierno socialdemócrata, la desocupación alcanzó el récord histórico del 11%.


Pero el agotamiento de las políticas ‘neoliberales’ socialdemócratas ha desplazado el panorama político hacia la izquierda. La consigna de la semana laboral de 35 horas que levantó el PI fue el centro de la campaña electoral y la llave de su victoria.


Pero el Partido de Izquierda “es un partido radical, feminista, partidario de una mejor seguridad social y de la distribución del ingreso, pero no inmune a las preocupaciones del sector privado” (ídem). Gudrun Schyman, su principal dirigente, ya declaró que el PI no aspira a puestos ministeriales ni a una coalición formal sino a una colaboración parlamentaria “que garantice la estabilidad política” (Financial Times, 23/9). Señaló incluso que “el gasto público puede ser reducido para acomodarse a las nuevas inversiones (privadas)”. Todas estas ‘cortesías’, sin embargo, no le ahorran al PSD una gruesa crisis política ya que el PI, como buena parte de la derecha, es abiertamente hostil a lo que constituye el corazón de la política oficial: la integración de Suecia a la unidad monetaria europea.