Internacionales
12/8/1999|637
Globalización y guerra
Discurso pronunciado en Belgrado, el 19 de mayo de 1999, bajo el ataque de la Otan
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1. El 24 de marzo de 1999, la Otan lanzó su primera guerra en Europa con su salvaje campaña aérea contra Yugoslavia y su pueblo. Un mes después, el 24 de abril, en Washington, en las celebraciones del cincuentenario de la Alianza Atlántica, los Estados miembros firmaron el “nuevo concepto de estrategia”, la nueva doctrina del nuevo papel de la Otan en el mundo de la post-Guerra Fría y en el siglo que se avecina.
“En el comienzo era la acción” —la guerra de los Balcanes precedió las palabras y las ideas de los documentos firmados por los líderes de la Otan, sobre su nuevo papel. En realidad, la agresión de la Otan contra Yugoslavia es el ensayo para la implementación de su nueva estrategia global de intervención, de “gerenciamiento de la crisis” y de dominación mundial. En este sentido, la confrontación actual no es simplemente el último conflicto militar sangriento del siglo XX, sino la primera guerra del siglo XXI.
2. El documento oficial de la Otan, con su nueva doctrina, posee algunas referencias directas al conflicto existente en Yugoslavia y en los Balcanes. Este hecho por si sólo muestra que la confrontación en curso no tiene un carácter coyuntural o táctico, sino estratégico.
Dejadas las referencias parciales de lado, el documento en su conjunto es relevante para lo que está sucediendo en los Balcanes. La agresión imperialista contra Yugoslavia resume y recapitula las líneas conductoras de la nueva doctrina de la Otan. De acuerdo con el “nuevo concepto de estrategia”, las acciones de la Otan no buscan la legitimación por las Naciones Unidas. Su intervención se extiende a todo el mundo.
a) La seguridad en América está ligada a la seguridad en Europa (no de Europa, la así llamada “identidad europea de seguridad y defensa” debe estar bajo los auspicios de la Otan, liderada por los EE. UU., artículos 27 y 30);
b) La seguridad de la zona “Euro-Atlántica” está ligada al control de sus países vecinos: Rusia, Cáucaso, Medio Oriente (artículos 3, 20, 21-24, 36-38);
c) El papel de la Otan es extendido hacia todas las “rutas de tranferencia de recursos naturales” (artículo 24): el Golfo Pérsico, el Medio Oriente y el Mediterráneo, el Mar Caspio y los Balcanes como un todo;
d) El papel de la Otan incluye el de prevenir la “diseminación de armas de gran poder de destrucción” (artículo 22), o sea , incluye la intervención en países como Irak, Irán, India, Pakistán, Libia, así como también Rusia, Ucrania y China;
e) La Otan como policía del mundo debe actuar contra el “terrorismo”, el “crimen organizado”, el “narcotráfico”, etc. (artículo 24) —lo que significa una vasta área que abarca desde Medio Oriente y los Balcanes hasta América Latina (Colombia, Perú, Bolivia, etc.), y hasta el País Vasco e Irlanda.
En la Guerra Fría, el enemigo de la Otan era identificado y localizado en la Unión Soviética y en el Pacto de Varsovia. Ahora el “enemigo está en todas partes”. Periódicamente es personificado y demonizado, como ocurre actualmente en Yugoslavia con su presidente Milosevic. Pero es incorrecto, y hasta extremadamente peligroso, no ver que en la nueva estrategia de la Otan los demonios pueden formarse en cada país aisladamente, dependiendo de los intereses y opiniones de los imperialistas de los EE. UU. y de la Otan.
En el período de la Guerra Fría, los conflictos “peligrosos” de la Otan eran identificados como “la amenaza del comunismo”, el “colapso del orden político y civil” (artículo 3), “reformas insuficientes o fracasos” (artículo 20 —en alusión explícita a Rusia, Ucrania o China), etc.
El nuevo papel de la Otan es vehiculizado bajo la expresión “gerenciamiento de la crisis”. La nueva estructura, con veinte altos comandantes, “zonas de operación”, la unificación de las Fuerzas de Tareas, etc., sirve a este nuevo papel. En términos reales, esto significa la transformación de la Otan de una alianza anticomunista y anti-soviética, de base europea, y liderada por los EE. UU. en una agencia global de represión, una máquina imperialista de contrarrevolución y dominación a escala mundial, el instrumento indispensable del infame “Nuevo Orden Mundial”.
3. Muchos analistas, tanto de derecha como de izquierda, ven el nuevo papel y la estrategia de la Otan como correspondiendo a la así llamada “nueva era de globalización”. Pregunto: ¿es la guerra contra Yugoslavia realmente el primer acto para establecer un “Imperio Global”, la prueba definitiva del fin de los estados nacionales, la expresión político militar de las más profundas corrientes en la economía mundial en el estadio de globalización? Es necesario distinguir mito y realidad, falsedades ideológicas y verdades objetivas.
La globalización no es el mitológico “fin de la historia” que hasta ahora preconizaba Fukuyama. La internacionalización de la esfera económica, el establecimiento de una división mundial del trabajo, un mercado mundial, etc., ya habían surgido en el inicio de este siglo, en la fase inicial del estadio económico del capitalismo conocido como imperialismo. Esta tendencia a la universalidad del capital como valor que se auto reproduce no elimina, sino intensifica sus contradicciones internas y sus manifestaciones externas mediante la competencia capitalista y las rivalidades, la expansión de fuerzas centrífugas, las desigualdades, etc. en otras palabras, la tendencia a la fragmentación. La globalización, esto es, la internacionalización de la economía atravesó diferentes fases durante los últimos cien años. Desarrollándose como un proceso contradictorio.
La fase reciente de la globalización de las últimas décadas está vinculada sobretodo con los mercados financieros. Su liberalización y sobrevaloración expresa una tentativa de resolver la crisis de sobre-acumulación del capital, que ocurrió en el inicio de la década del 70 finalizando la fase de rápido desarrollo de posguerra. Pero esa válvula de escape del universo especulativo, en condiciones de contínua retracción de las bases materiales de producción de la economía, llevó no solamente a la globalización de los mercados financieros, sino también, a la expansión de la reproducción de todas las contradicciones de la economía capitalista a escala global.
Desde 1997 en adelante, la crisis asiática, la cesación de pagos de Rusia, el debate sobre la moneda brasileña, etc. dejaron claro que la globalización financiera alcanzó un punto en que el aumento de sus contradicciones están ahora explotando y toda la estructura del capital financiero se está desintegrando, llevando al mundo entero a una situación social y política de extrema inestabilidad. Europa y América no pueden evitar las implicancias de una crisis mundial, cuyo centro está en los propios países metropolitanos, en su crisis de sobreacumulación de capital.
En febrero de 1999, un mes antes de que los aviones de la Otan comenzaron a bombardear a Yugoslavia, Tewart Eiznstat, en ese entonces Secretario de Comercio y actualmente Secretario del Tesoro de la administración Clinton, llamó la atención sobre el “optimismo” por la liberación universal que prevalecía en el inicio de los años 90, que actualmente sería disipado, y sobre las “fuerzas de oposición contra la globalización” que estaban emergiendo. Desde este punto de vista, el oficial norteamericano sugirió que la “nueva estrategia para el siglo venidero” debería tener como eje “el control de estas tendencias que buscan contener la globalización” y que crean desestabilización política y revueltas sociales. El “nuevo concepto estratégico” va al encuentro de esta necesidad.
Desde este punto de vista, la relación entre la globalización y la guerra de la Otan en Yugoslavia puede ser vista bajo un nuevo enfoque, en un nuevo cuadro, con muchos más matices. La guerra no es la demostración triunfante de la marcha imparable de la globalización capitalista, sino, más precisamente, la erupción de sus contradicciones.
4. Los desarrollos de los últimos dos años confirman la segunda consideración. Son muchas las implicancias de esta consideración. Las mismas contradicciones que llevaron a los imperialistas al esfuerzo de la guerra se volvieron en contra de los agresores, europeos y norteamericanos. Su “unidad” tiene bases extremadamente frágiles. Los antagonismos internos en Europa, especialmente las divisiones entre Alemania, Francia y Gran Bretaña, su impericia para unificar políticamente el Continente, la caída de sus economías, expresada en decenas de millones de desempleados y de nuevos pobres; la desintegración de la estructura social lleva a la Unión Europea a requerir ayuda militar de los EE. UU., en una tentativa de asegurar sus intereses a través de la fuerza militar norteamericana. Entretanto, los antagonismos entre Europa y los EE. UU no cesan, todo lo contrario. Y en algún momento, deben explotar.
Por otro lado, los EE. UU intentan basar su equilibrio interno en un equilibrio mundial que todavía no existe. Sobre los cimientos de EE.UU. están concentradas y acumuladas todas las contradicciones mundiales como en un barril de pólvora con gran poder explosivo, como ya decía Trotsky. Los “Imperios” pertenecen tanto a las épocas capitalistas premodernas como a las modernas de un capitalismo en ascenso e internacionalizado. En la época contemporánea, cuando esta expansión se ha completado, la declinación histórica del sistema capitalista había comenzado, ya hace mucho tiempo, y los imperios coloniales se habían desintegrado. Las contradiciones que producirán las crisis de los estados nacionales son las mismas que desintegran actualmente la posibilidad de un largo período de equilibrio mundial e impiden el establecimiento de un único “Imperio global ultraimperialista”.
Para reestabilizar un equilibrio mundial en nuestros días, el capital internacional y sobretodo el capital norteamericanos deben reabsorber, en el mercado mundial, la vasta área, cuyo control perdió después de 1917 y durante la Segunda Guerra Mundial: los países del antiguo “bloque socialista”. Esto quedó claro con la cesación de pagos de Rusia en agosto de 1998, y con la interrupción de las reformas de “mercado” en China, después del crash asiatico.
De Fukuyama a Soros y, ahora, los documentos oficiales de la Otan con su “nuevo concepto de estrategia” reconocen que la restauración del capitalismo, teniendo en cuenta la última década, fue bloqueada por muchos obstáculos. O, utilizando la terminologia de la Otan del artículo 20 de la nueva doctrina, las “reformas” de mercado probaron ser “insuficientes o fracasaron”. En este caso, los círculos reaccionarios más poderosos del mundo capitalista estan convencidos de que el único camino para la reabsorción del Este europeo y de la ex URSS por el mercado mundial consiste en su colonizaicón político económica.
Para promover la colonización, ellos precisan expandir las fragmentaciones de los Estados y crear una serie de protectorados, pequeños estados sin poder y “Estados Garison”, sub-estaciones de los ejércitos imperialista de ocupación, represión y control. Si “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y la política es la expresión de los intereses materiales, entonces el conflicto actual puede ser entendido, finalmente, como un conflicto de alcance mundial entre las fuerzas pro mercado y las que se resisten al sistema o, como dice Eizenstat , entre “mercados globalizados y fuerzas de oposición”.
Yugoslavia y los Balcanes ocupan un lugar estratégico: primero, son el frágil bajo vientre de la ex URSS, y segundo, se encuentran en el centro de la tríade Caucaso-Medio Oriente-Europa oriental, donde están situadas
las rutas de transporte de petróleo y otros recursos vitales. Por este motivo, de acuerdo con el “nuevo concepto de estrategia” de la Otan, Yugoslavia es un escándalo para las así denominadas grandes potencias y una afrenta a la “globalización”, y por lo tanto, ella debe ser aplastada con medios militares. La guerra de la Otan en los Balcanes es la primera de una serie infernal de guerras imperialistas de recolonización —si no es impedida y definitivamente derrotada.
5. La ‘bárbara’ campaña de la Otan, hasta ahora, ha fracasado tanto militar como políticamente. Ha provocado no solamente mucho sufrimiento e innumerables tragedias, sino también un enorme choque y un viraje, una profunda radicalización antimperialista entre la población de los Balcanes, de Rusia y ahora también de China (donde los “efectos colaterales” de la embajada china de Belgrado fueron correctamente interpretados como una amenaza directa de la superpotencia colonizadora).
Están volviendo viejos recerdos. Esta vez no son los fantasmas del arcaico chauvinismo, sino los espectros de la última guerra mundial: la pesadilla de la ocupación naziy la lucha épica de la resistencia de los ´partisanos´ para liberar a los Balcanes y construir un nuevo mundo con emancipación social y nacional. Aprendiendo las lecciones del pasado, con sus grandezas y tragedias, con sus victorias, sus defectos, sus traiciones y sus errores, tenemos que seguir hacia adelante, urgentemente. Para formar, en primer lugar, una unión de los pueblos de los Balcanes contra la invasión y esclavización de la Otan. Para acabar y derrotar, regional e internacionalmente, los planes bélicos de la Otan.
La clase trabajadora internacional y sus organizaciones deben estar y estarán, en el corazón de la unión de los pueblos de una nueva resistencia como fuerzas sociales. El dilema está planteado nuevamente, y ahora, en forma más urgente que en el pasado: ¡Socialismo o Barbarie!