Internacionales
12/1/2017
Gran Bretaña: masivas huelgas en el transporte
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Esta semana comenzaron en Gran Bretaña una serie de huelgas en subtes, trenes y aeropuertos, contra el ataque a las condiciones laborales que vienen ejecutando las empresas y el gobierno.
Primero, en Londres, unos 4,000 trabajadores del subterráneo comenzaron un paro de 24 horas el domingo por la tarde. La medida fue tomada en respuesta a la pérdida de más de 800 puestos de trabajo por cierres de boleterías, el abandono de muchos controles de seguridad por falta de personal con los consiguientes riesgos que eso implica, y el reemplazo de trabajadores con antigüedad por nuevos con contrato part-time.
La acción del lunes en el subterráneo fue seguida el martes por el comienzo de un cese de actividades de 48 horas de los maquinistas de la línea Southern Rail. La accion de unos 1,000 trabajadores detuvo los servicios casi en su totalidad (salieron 16 trenes, contra la grilla usual de 2,242). Se planea una nueva medida de acción de 24 horas para el viernes. Los trabajadores ferroviarios protestan contra la decisión de la empresa Govia, acompañada por el gobierno, de imponer trenes operados por una sola persona (DOO). Recientemente se anunció que la tarea de apertura y cierre de puertas pasaría del guarda al conductor, a pesar de que esto ha probado ser un peligro para los pasajeros: sumado a sus tareas, el conductor deberá mirar en la cabina cámaras y asegurarse de que en ninguna de las puertas haya pasajeros entrando o saliendo al cerrar las puertas. La tarea del guarda se limitaría entonces al corte de boletos, un primer paso para finalmente eliminar por completo el puesto.
También el martes, 2,900 auxiliares de vuelo empleados por British Airways, la aerolinea de bandera, comenzaron un paro de 48 horas por aumentos salariales. Los trabajadores están empleados bajo el sistema de “flota mixta”, con salarios de solo £12,000 anuales (unos 1200 dólares mensuales), más 3 libras por hora volada, con que los empleados tienen que cubrir gastos básicos como las comidas.
Como resultado de la huelga del subterráneo el día lunes, 120 de las 270 estaciones londinenses cerraron, y 2 de las 11 líneas directamente no prestaron servicios. El sindicato de conductores no adhirió, por lo que los trenes siguieron funcionando. Por esto, inicialmente el gobierno intentó restar importancia a la enorme medida de acción indicando que el servicio se prestaba con normalidad, para finalmente admitir que se encontraba limitado. La huelga es contra la reducción de puestos, consecuencia del cierre de boleterías. En este momento muchas estaciones cuentan con tan solo tres empleados por turno, que deben cortar boletos para un caudal promedio de 200,000 pasajeros diarios. Sumado a las largas esperas que esto implica para quienes viajan, ante un incendio o cualquier incidente, no hay suficientes empleados para garantizar la evacuación, ni para realizar los periódicos controles de seguridad en cada estación. La gerencia dice haber contratado 600 empleados para ayudar en estas tareas, pero son todas posiciones part-time y no alcanzan a todos los turnos. (Para un paralelismo con nuestros subtes, click aquí).
Las tres huelgas emergen fundamentalmente en desafío al violento avance del tándem gobierno-empresariado sobre trabajos, salarios y condiciones laborales, que ya había movilizado a decenas de miles de profesionales de la salud y otros sectores a fines del año pasado.
Gobierno, oposición y burocracia, contra los trabajadores
Ante una escalada en la crisis de la burguesía británica, los partidos del régimen insisten con el discurso de la competitividad “post-Brexit” para avanzar sobre conquistas históricas de la clase trabajadora. El líder del partido laborista, Jeremy Corbyn, a fin de no ser una amenaza para un gobierno debilitado por sucesivas crisis, se limitó a decir que “las autoridades deben juntarse con pasajeros y trabajadores para buscar una solución.” El más prominente político laborista detrás de Corbyn y alcalde de Londres, Sadiq Khan, consideró un gran error la medida y llamó a conciliar las diferencias. “No debería haber paros en el transporte. Quiero cero horas de huelga durante mi mandato.” Las declaraciones están hechas a la medida del gobierno torie de Theresa May, que busca implementar a partir de marzo una legislación que declare ilegales las huelgas en los servicios públicos. Desde el partido conservador, el parlamentario Tim Loughton señaló que “en momentos de mostrarnos abiertos a los negocios tras el Brexit, un resurgimiento en la actividad sindical no ayuda a enviar ese mensaje.”
Las huelgas muestran que existe una oposición creciente a las políticas antiobreras del gobierno y la burguesía. Son, también, un rechazo a la traición por parte del partido laborista y un choque directo contra la podredumbre sindical; fueron por eso los trabajadores quienes tomaron la ofensiva. En el caso de British Airways, la huelga había sido anunciada para antes de año nuevo, pero la dirigencia de Unite, el sindicato que aglutina a sus trabajadores, logró levantarla. El cierre de 265 boleterías subterráneas entre 2015 y 2016 ocurrió bajo las narices de los gremialistas, que ahora se limitan a acomodarse políticamente. La dirigencia sindical ferroviaria, encolumnada detrás del laborismo, quiso darle un reaccionario tinte nacionalista a las huelgas, tras publicitar un video en Youtube (se puede ver en el canal de la TASS) que pretende hacer pasar a la población de otros países, y no los capitales que operan en toda Europa, como beneficiarios de la privatización de los trenes.
En verdad, los intereses de la clase trabajadora británica son compartidos con los de la clase trabajadora de esos países, desde las huelgas en Eurowings y Lufthansa en Alemania, hasta las masivas movilizaciones contra legislaciones flexibilizadoras en Francia del año pasado. A este panorama de luchas se siguen sumando sectores. Docentes en Irlanda e Irlanda del Norte irán a la huelga el 18 y 31 de enero, respectivamente, ambos por reclamos salariales, denunciando ajustes en la educación.
Viva la lucha de los trabajadores británicos. Fuera la burocracia sindical.