Internacionales
6/5/2020
Grandes jornadas de lucha en Pakistán obligan al gobierno a retroceder
Los trabajadores de la salud contra el ajuste fondomonetarista y la represión
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Como parte de las luchas del personal de salud que recorren el mundo, en reclamo de insumos, los trabajadores pakistaníes han conquistado la entrega de equipos de protección personal (EPP).
A principios de marzo, un centenar de trabajadores invadieron las calles de Lahore (Punjab) organizados con la agrupación Grand Health Alliance (Gran Alianza para la Salud, GHA), formada por los sindicatos médicos de todo el país. En esta jornada se reclamó contra la falta de kits EPP y en repudio de las políticas de privatización sanitaria del gobierno, que montó un importante operativo represivo para amedrentar a los trabajadores sublevados. La lucha comenzó a intensificarse a raíz del fallecimiento de varios médicos que habían sido anteriormente contagiados por el virus, dando origen a nuevas movilizaciones en la ciudad de Quetta (Baluchistán) el día 6 de abril, donde aconteció una violenta represión policial que dejó 150 detenidos. La liberación de esos detenidos, así como otras reivindicaciones, se consiguieron por medio de un paro regional.
Las penosas condiciones en la que ejercen los médicos son alarmantes. Acorde a la información que brinda el portal de Channel New Asia, “el personal de primera línea se ha quedado vulnerable, con más de 150 trabajadores médicos dando positivo por el virus en todo el país, según la Asociación de Médicos Jóvenes (YDA)”.
A pesar de las acciones impulsadas por los trabajadores de la salud, el gobierno siguió negándose a satisfacer las demandas, lo cual condujo a que GHA convocara a realizar una huelga de hambre iniciada el día 17 de abril por 30 médicos y enfermeras en la ciudad de Lahore, con el apoyo de 200 miembros del personal médico que se unieron al conflicto para luchar junto a sus compañeros.
Las medidas de acción culminaron el día 1 de mayo, cuando la organización Grand Health Alliance arribó a un acuerdo con el gobierno, donde finalmente se conquistaron los elementos de protección personal.
Pakistán se encuentra en un estado sanitario crítico, con 22.550 casos confirmados de coronavirus, 526 muertes y un sistema de salud profundamente vaciado. Como parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2019 por 6 mil millones de dólares, el gobierno de Imran Khan impulsó la ejecución de un ajuste de grandes magnitudes, que tuvo entre sus pilares un recorte del 40% en los fondos destinados a la educación superior y un avance hacia la privatización del sistema sanitario. Las políticas de austeridad desenvueltas por el gobierno de Pakistán colocaron los gastos en el sistema de salud en el podio de los más bajos de la región de Medio Oriente y Asia, representando alrededor del 2.2% del PBI (The Hindu 16/4).
Ahora, en medio de este turbulento escenario, al gobierno no se le ha ocurrido mejor idea que “levantar de forma gradual las restricciones impuestas a causa de la pandemia” (Europa Press 4/5), beneficiando a ciertos sectores ligados a la industria de la construcción (a los cuales también se les ha otorgado subsidios) y por otro lado habilitando la apertura de las mezquitas, medida sólidamente cuestionada por los médicos.
Conforme a los datos que ofrece la agencia estadounidense de calificación de riesgos Moodys, la crisis desencadenada por el coronavirus agravará la situación del país asiático, llevando el déficit fiscal al 10% del PBI (The News International 24/4). Las frágiles cuentas del Estado pakistaní empujaron al gobierno a negociar un nuevo compromiso con el FMI por unos 1.400 millones de dólares, que se suman a los 2.500 millones otorgados entre el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (1 y 1,5 millones respectivamente). La contracara será un mayor ajuste sobre las masas.
La aguerrida lucha de los trabajadores de la salud marca un rumbo contra las políticas de ajuste y debe ser tomada como el sendero a recorrer por todos los explotados del país.