Internacionales
16/7/2015|1372
Grecia: las barbas de toda Europa en remojo
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Como fue señalado incluso en los pasillos de los buitres que se reunieron bajo la etiqueta del Eurogrupo, el paquete económico que le fue impuesto a Grecia es sencillamente colonial. La desmesura de sus términos lo convierte en inviable -mejor (o peor) aún, conducen como por un tubo a la explosión social y a una crisis revolucionaria. La conclusión es que el epicentro de la crisis es la zona euro, no Grecia -y que todo el palabrerío acerca de un rescate de Grecia por parte de Europa no tiene que ver con Grecia sino con el salvataje de la eurozona.
En plena crisis humanitaria, los buitres de las finanzas capitalistas exigen que Grecia eleve aún más los impuestos al consumo y que amplíe la base imponible; que reduzca los gastos de asistencia y seguridad social, y que además agilice los desalojos -en un país donde el derrumbe capitalista ha dejado a centenares de miles de familias sin vivienda. Como broche, los buitres toman posesión de la totalidad del patrimonio público, con excepción (por ahora) de los monumentos de la Grecia antigua, para convertirlos en garantía del pago de la deuda pública o para proceder a su privatización. Con estas medidas se proponen, por un lado, confiscar una porción mayor de los escasos recursos que quedan a los griegos y apoderarse de miles de viviendas como compensación por el impago de hipotecas bancarias. Por otro lado, apunta a crear, con el patrimonio que se confisca, un fondo financiero para recapitalizar a los bancos quebrados de Grecia. Por último pero sumamente importante, el paquete compromete al parlamento heleno a liquidar las negociaciones colectivas y los sindicatos.
Crisis planetaria
Se trata de un monstruoso operativo de rescate del capital europeo e internacional, de ningún modo de Grecia. Grecia tiene una deuda pública de 350 mil millones de euros, el 180% del PBI. Los bancos griegos, a su vez, deben 180 mil millones de euros al sistema de bancos centrales de la zona euro (operatoria Target II); cerca de 100 mil millones al BCE (préstamos de emergencia); y otros 100 mil millones a los clientes que aún no retiraron sus depósitos. Todo sumado, tenemos 730 mil millones de euros de una deuda imposible. Aunque el 90% de la deuda pública con los bancos extranjeros ha sido transferida a los Estados respectivos, estos Estados han financiado el ciento por ciento del rescate mediante la emisión de deuda pública propia en el mercado de bonos. Los que aseguran, entonces, que la bancarrota de Grecia no afecta a los fondos y bancos europeos, simplemente no saben de lo que están hablando. ¡Es precisamente porque los fondos y bancos acreedores están seriamente afectados que el paquete de los buitres prevé un nuevo rescate por 85 mil millones de euros, que el FMI acaba de considerar insuficiente, para pagarle a esos acreedores -en primer lugar a los acreedores de los bancos de Grecia!
Cuando se considera el conjunto de la situación, ¿qué queda claro? Lo que queda claro es que el rescate del Estado y la banca de Grecia deberá ser pagado por los trabajadores de Grecia y de toda la eurozona, como por otra parte es lo que ha venido ocurriendo. En ese ajuste monstruoso no solamente se cuentan los salarios -también las inversiones; Alemania, por ejemplo, no ha invertido, virtualmente, en toda la década, por lo que la productividad del trabajo tampoco crece. Asistimos a un desarrollo del parasitismo. El primer ‘contagio’ de la bancarrota de Grecia se va a manifestar en una mayor austeridad económica y social en toda la eurozona.
El gobierno alemán advierte que la crisis griega es una amenaza para el conjunto de la estructura política y financiera de la zona euro. En primer lugar porque golpea una creación reciente del Eurogrupo – la llamada ‘mutualización' de deudas, que consiste en un fondo de constituido por todos los estados miembros, para rescatar a países en defol. Este fondo tiene en su poder la mitad de la deuda pública griega (160 mil millones de euros), que compró a los acreedores privados de Grecia y que Grecia no puede pagar. No sólo se hunden las víctimas de la crisis sino también los rescatistas. Los acreedores de ese fondo de rescate del conjunto de los estados europeos corren el riesgo de no cobrar su parte. La otra creación de la Comisión Europea es una suerte de ley de quiebras para bancos, con la intención de socorrer a los que se encuentran en problemas o liquidarlos en forma ordenada. Ocurre, sin embargo, que la banca de Grecia entera se va por las alcantarilladas sin que aparezca un salvador financiero. La bancarrota de Grecia, en efecto, ha tenido un efecto neutrónico en todo el sistema euro, lo cual explica la envergadura de los choques políticos que describen los diarios.
Después del referendo
Lo que impacta a la opinión mundial es el giro en apariencia descomunal que ha dado el gobierno de Grecia, que pasó de promover un NO a los planes de rescate del Eurogrupo a la aceptación de otro muchísimo más confiscatorio. Es que la victoria del NO desató una fulminante polarización política, porque puso de manifiesto una rebelión popular contra el conjunto del Eurogrupo e incluso la Unión Europea. De acuerdo al columnista más destacado del diario inglés The Telegraph, el primer ministro de Grecia habría convocado el referendo para obtener una victoria del SI de aceptación del paquete del Eurogrupo, no la victoria del NO. Con este SI habría buscado doblegar la oposición interna a una capitulación. Contra todas las expectativas, el país no se dejó intimidar por el cierre de los bancos ni por la amenaza de que una victoria del NO equivalía a una expulsión de la eurozona. Los términos mismos del referendo eran tramposos, porque no mandataban a nada concreto sino a rediscutir otro paquete, que ni siquiera seguía estando arriba de la mesa. En resumen, el ‘premier' Tsipras se dejó arrastrar por una tendencia popular que no podía contrariar sin el riesgo de hacer caer al gobierno. Es lo que de todos modos ocurrirá ahora. El pasaje del método parlamentario de gobierno al refrendario o plebiscitario, y de aquí al bonapartismo, se ha agotado en un abrir y cerrar de ojos. La troika europea hace tiempo que sabe que no existe una salida económica a esta crisis, por eso no ha vacilado en desatar una blitzkrieg (guerra relámpago) para producir un cambio de régimen político. La victoria del NO ha precipitado los acontecimientos. Es lo que ocurre siempre con los triunfos ‘a medias'; al impulsar el NO con consignas revolucionarias, los partidos revolucionarios han comenzado a ganar una cierta autoridad para tallar en los acontecimientos próximos. La Europa imperialista enfrenta la posibilidad de una crisis revolucionaria en el bajo vientre del continente -el puente hacia las arenas movedizas del Medio Oriente.
La crisis política ha alcanzado alturas elevadísimas en apenas dos semanas. El FMI, que venía diciendo que cualquier tentativa de cobrar la deuda de Grecia es inviable, decidió publicar el informe completo en vísperas de la votación parlamentaria del paquete colonial en cuestión. Es una forma de decir que un voto positivo no serviría para nada y que mejor sería tumbar al gobierno. Es lo que ocurrirá de todos modos si el paquete es aprobado por los votos favorables de la oposición. La pelota de la crisis pasará a campo del parlamento y la política de Alemania, que tendrá que lidiar con una crisis de alcance continental. Francia e Italia serían las víctimas exquisitas de esta crisis. El llamado proyecto de unión fiscal, bancaria y política de la eurozona se iría al diablo; una Europa unida no se construirá por medio de una superación pacífica de los antagonismos nacionales.
Todo parece indicar que la vuelta carnero de Syriza y el incremento vertiginoso de las presiones imperialistas, han aguzado la tendencia a la rebelión popular. La evolución política de las grandes masas griegas ha tenido un desarrollo aceleradísimo en cuatro años; solamente en cuatro meses pasó de un 38% de votos a Syriza a un 62% por el NO, y al repudio al gobierno que había acabado de votar. Obviamente, no existe un partido revolucionario que haya conquistado una autoridad política en el período precedente. Grecia tiene, no hay que olvidarlo nunca, una fuerte tradición revolucionaria y contra revolucionaria.
China y Rusia han asistido a esta crisis desde afuera, porque no tienen los recursos ni el interés de obstaculizar al Eurogrupo. China sería la mayor beneficiaria de la privatización de los puertos de Grecia, y por lo tanto la primera aportante al fondo de rescate que busca crear Alemania con las privatizaciones. Rusia está paralizada por su propia declinación. Las fantasías acerca del rol mediador de los BRICS, ha durado un suspiro.
¡Heraus!
Todo indicaría que el ministro de finanzas de Alemania, Schaube, estaría impulsando la salida temporaria o definitiva de Grecia de la zona euro. Para la inmensa mayoría de los comentaristas, esto provocaría un caos tremendo, incluso si fuera pactada. En este caso, circularían en Grecia dos monedas -una de cuenta, el euro, y otra comercial, la dracma u otro papel que funcione como medio de pago. Alemania principalmente fijaría el cobro de una cuotra regular de la deuda de Grecia, como la que le impusieron a ella los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Sería una forma modificada brutal del ajuste, pues su consecuencia sería una desvalorización de gran magnitud de los ingresos de la población y de la recaudación fiscal. El Estado financiaría el pago de la deuda pública con los euros que ingresen de un saldo favorable del comercio con el exterior y con inversiones internacionales.
La “catástrofe que amenaza” a Grecia solamente puede ser “combatida” por un gobierno de trabajadores que tome bajo su dirección la totalidad del proceso económico y en primer lugar la banca y que declare el repudio unilateral de toda la deuda exterior. A partir de aquí sería capaz de introducir una reglamentación estricta de la economía, para garantizar los derechos básicos sociales de los trabajadores y reactivar la producción sobre la base de los recursos existentes. El desarrollo ulterior del plan económico dependerá del desarrollo de esta misma crisis a nivel mundial.