Internacionales
2/7/2015|1370
Grecia: parlamentarismo, referendo, bonapartismo
Votamos por el No, por una salida obrera y socialista
Seguir
La crisis griega ha asumido abiertamente un carácter político, no ya para Grecia, sino para el conjunto de la Unión Europea (UE). Los términos del rescate financiero han pasado a segundo plano. Con independencia de la fórmula sometida al voto, el referendo quema los puentes: es un desafío político a la UE y al conjunto del sistema político imperialista. El salto cualitativo de la crisis, sin embargo, acentúa también la crisis de la dirección de las masas. El propósito del gobierno de Grecia de mantener vivas las posibilidades de un compromiso -tal como lo revelan los términos del No que se propone a votación-, está superado por los acontecimientos. Para salvar un acuerdo con la UE, Grecia tendrá que cambiar de gobierno -así se lo gritan los gobiernos de la UE. Un gobierno que responda al movimiento de las masas deberá romper con el imperialismo y tomar la dirección de una revolución social.
El ministro Varoufakis es un estudioso de la teoría de los juegos, pero difícilmente le sirva la ‘expertise’ en estas circunstancias, debido a que carece de una caracterización histórica adecuada de los intereses de clase en disputa. El voto a favor del No que impulsamos desde la izquierda revolucionaria tiene que ver con una perspectiva de conjunto y no se deja atrapar por los espejismos y las ilusiones en la democracia formal. No estamos votando a favor del texto que propone el gobierno, sino a favor de desarrollar la escisión con los Estados imperialistas de Europa.
El referendo es una salida en falso que pergeñó Syriza, con sus aliados de la derecha clerical, cuando comprobó que el pedido de aprobación de los paquetes de la troika en el parlamento la llevaría a una división: la izquierda de la Coalición Radical habría votado en contra, la derecha a favor y, por afuera de la alianza oficialista, el acuerdo habría contado con el apoyo de los partidos de la burguesía pro-ajuste. Syriza no asumió la responsabilidad que le dio el mandato popular de rechazar el ajuste, porque habría quebrado su alianza con la derecha clerical. Arriesga, de este modo, la posibilidad de una victoria del Sí, bajo el apremio del cierre de los bancos y la vacilación del gobierno, que sigue intentando acuerdos con la troika después de convocado el referendo. Un voto a favor del paquete en el parlamento habría llevado a una coalición con los partidarios del ajuste (que así lo anunciaron) y a nuevas elecciones. El riesgo de una fragmentación de Syriza era elevado. El referendo funciona como un arbitraje entre las partidos en disputa y perfila la posibilidad de un gobierno ‘supra partes’ muy débil.
Eufemismos
Las fuerzas en presencia tratan la situación como una crisis de deuda pública, sin preguntarse qué ha llevado a esta crisis de deuda, que por otra parte no es solamente patrimonio de Grecia. Las soluciones en la balanza van desde el ajuste, que debería servir para atenuar el peso de ella a largo plazo, o la reestructuración de esa deuda, que sin embargo ya ha sido reestructurada hace sólo cuatro años, sin resultado. En los nueve años de crisis, a partir de la insolvencia del banco norteamericano Bear& Sterns, en julio de 2007 (“No es un martes negro cualquiera”), esa deuda ha crecido en forma desproporcionada, esto porque los Estados han asumido el rescate de la banca y el capital privado. Es que la crisis de deuda no tiene que ver especialmente con las finanzas públicas sino con el capital en su conjunto. A pesar de todos los planes de ajuste que se han desplegado, el desendeudamiento (deleveraging) del llamado sector privado apenas ha avanzado. El endeudamiento internacional de numerosos países ha servido para que los prestamistas pudieran enfrentar su crisis de sobreproducción por medio de ventas altamente financiadas. Pero esos mismos prestamistas han debido incrementar su deuda para poder prestar y para financiar su giro en el mercado interno.
La inmensidad de la crisis de sobreproducción mundial la ejemplifican un par de datos: la Reserva Federal es el principal acreedor del Tesoro norteamericano (4,5 billones de dólares), en tanto los bancos de ese país tienen depositados en la Reserva Federal unos 2,5 billones de dólares, por incapacidad para encontrar oportunidades de inversión productiva.
El principal promotor del endeudamiento europeo ha sido Alemania, que por este motivo lleva la batuta del ajuste contra Grecia. No se trata solamente del endeudamiento público; Alemania es el acreedor por excelencia de la banca privada. Por eso, el empeño del BCE por rescatar a los bancos griegos. Estos bancos usaron el financiamiento para expandirse en los Balcanes. La prensa internacional ya está avisando que, en caso de defol, el BCE incautaría las sucursales de la banca de Grecia. El Fondo de Emergencia creado por la Comisión Europea para hacer frente a eventuales bancarrotas se financia con los Tesoros nacionales, pero también en el mercado internacional de deuda. Esto significa que el ‘defol’ arrastraría a muchos jugadores, tanto públicos como privados. Es necesario advertir que el Bundesbank tiene una abultada cartera de créditos incobrables contra el Banco Central de Grecia, por los préstamos otorgados a la industria alemana que exporta a Grecia (operatoria “Target II”), que serían de unos 150 mil millones de euros. Con esto a la vista hay ‘economistas’ que niegan el ‘contagio’ griego.
Es curioso que un país del tamaño de Grecia, como ocurriera antes con Islandia, Irlanda y Chipre, manejaran deudas públicas y privadas muy superiores a su capacidad de pago, y sus bancos volúmenes enormes de financiamiento. La deuda griega, del 200% del PBI, es un ciento por ciento superior a la de Argentina en 2001, y los pasivos bancarios han llegado a tres veces y media por encima del argentino. Esos países casi isleños funcionaban como plataformas de operaciones especulativas internacionales, que luego se pretendió que pagaran solamente sus ciudadanos. El impasse económico no podría ser mayor. La crisis griega enfrenta un desenlace cuando un gigante, China, asiste al comienzo de un derrumbe financiero como consecuencia de pirámides especulativas gigantescas y una capacidad excedente enorme: la siderurgia china sola podría abastecer el consumo mundial de acero.
Soluciones
Todos los observadores internacionales coinciden, sin excepción, que el ajuste no resuelve la crisis de deuda de Grecia. El FMI propone una quita importante, la segunda. Alemania se opone porque no quiere pagar la cuenta: propone una reprogramación, lo cual prueba el peso de las deudas europeas (Italia, Portugal, España, incluso Francia) en el sistema bancario alemán. Todo esto se encuentra condicionado a un severo ajuste, que, por un lado, saque a los bancos de la quiebra y, por otro, devuelva a las finanzas públicas capacidad para financiar la economía. En resumen, los planteos de reducción de deuda refuerzan las salidas capitalistas de superexpotación y empobrecimiento. Ninguna de ellas prevé una salida a la crisis mundial tomada en su conjunto.
La cuestión del salvamento de los bancos ha pasado a ser el eje de la política de la troika. Un columnista importante del Financial Times, que incluso apoya el No, porque interpreta que las propuestas de la troika no llevan a ninguna parte, junto a una fuerte quita de la deuda griega, plantea que el BCE se haga cargo de la banca griega -una incautación neo-liberal- de modo de depurarla de la tenencia de activos del Tesoro griego (incobrables); cortar con su actividad de financiar al Estado y reconstruirla sobre nuevas bases. La condición de todo esto es siempre la misma: un fuerte ajuste contra los trabajadores. Cualesquiera sean los medios financieros puestos en práctica, se trata de aprovechar la crisis para imponer una supremacía férrea del capital sobre el trabajo. La Comisión Europea ha establecido un mecanismo de “resolución” de crisis bancarias, que consiste precisamente en que pasen al control supranacional del BCE; los bancos centrales nacionales y los bancos nacionales perderían sus funciones… nacionales.
Estrategia
Gran parte del debate político sobre la crisis griega se encuentra empantanado por lo que podríamos llamar el fetichismo del euro. Dentro del euro todo, fuera del euro nada. Este enfoque ignora la naturaleza capitalista de la crisis, por un lado, y su alcance internacional por el otro. La ruptura de los eslabones débiles pone en jaque, en plazos diferentes, a toda la cadena. La fortaleza financiera alemana (ahora su talón de Aquiles), fue obtenida por una reducción brutal de los salarios de los trabajadores de Alemania y un empeoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo. La situación social en Francia e Italia es muy tensa; en España el ‘establishment’ político está sufriendo golpes rudos. El descontento creciente deberá eclosionar, con ritmos propios, en rebeliones populares.
Una ruptura con el imperialismo y el capital financiero plantea la revolución social, esto con una perspectiva internacional y todas sus transiciones necesarias. El rechazo a seguir pagando las deudas capitalistas, la nacionalización de los bancos, el monopolio del comercio exterior y una planificación colectiva, son el punto de partida de cualquier salida popular. El retorno catastrófico al ‘dracma’, o a cualquier otra moneda nacional, es un slogan extorsionador: la moneda refleja los intereses y las perspectivas sociales del Estado que la emite, así como todas las limitaciones (no solamente monetarias) de cualquier socialismo en un solo país. Los mismos observadores internacionales coinciden en poner un plazo fijo a la vigencia del euro, al que ahora descubren como una creación artificial de Estados con intereses rivales.
“Audace, audace et encorel'audace'
Es una frase memorable de Danton, el revolucionario francés de 1789/92; audacia, audacia y más audacia. Grecia y otras naciones modernas han sido llevadas a una “catástrofe humanitaria”; crecen los suicidios, el hambre y las muertes prematuras. Es la hora de la salvación de los pueblos, no del capital. Socialismo o Barbarie.
En 2012, los sectarios, en primer lugar el partido comunista de Grecia, rechazaron la consigna de “gobierno de izquierda” cuando el pueblo griego pegó un giro político enorme al romper con los partidos y burocracias tradicionales. Hubiera significado un gobierno de Syriza y otros partidos reformistas, que habría acelerado el proceso político en Grecia. Ahora, muchos de esos sectarios (algunos cambiaron) y de nuevo el partido comunista heleno, llaman a la abstención en el referendo, cuyos términos autorizarían a Syriza y su aliado derechista-clerical en el gobierno, a reanudar las negociaciones con la troika. ¿Pero cómo desarrollar la experiencia del pueblo hasta el final sin impulsar la movilización de masas contra el imperialismo que está creando el referendo?
En nombre del gobierno de trabajadores y por la Unión Socialista de Europa, desde el Atlántico a los Urales, adherimos al voto por el No.