Haití: el fraude desata un levantamiento popular

El renovado intento del imperialismo de imponer un nuevo jefe de Estado por medio del fraude ha desatado un levantamiento popular en Haití. En 2010, por medio de maniobras, los yanquis habían impuesto a Michelle Martelly en la presidencia. Este no cumplió con el cronograma electoral y el Parlamento caducó en 2015, por lo que siguió gobernando por decreto durante un año.


El renovado intento del imperialismo de imponer un nuevo jefe de Estado por medio del fraude ha desatado un levantamiento popular en Haití. En 2010, por medio de maniobras, los yanquis habían impuesto a Michelle Martelly en la presidencia. Este no cumplió con el cronograma electoral y el Parlamento caducó en 2015, por lo que siguió gobernando por decreto durante un año.


 


En medio de un gran malestar popular, el imperialismo armó una pantomima electoral para consagrar en el poder a un delfín de Martelly -Jovenel Moïse- y sostener así una dominación política y económica que ha transformado al país insular prácticamente en un enclave colonial. En este cuadro, se produjeron elecciones legislativas para renovar la Asamblea Nacional en agosto de 2015 y, posteriormente, una primera vuelta presidencial. En ambas hubo escandalosas denuncias de fraude. En el caso de las presidenciales, que llevaron dos candidatos al balotaje y arrojaron en primer lugar al candidato favorito de la ‘comunidad internacional’, hubo ¡54! candidatos, compra de votos, quema de urnas y una participación de apenas el 26% del electorado. El fraude se resume del siguiente modo: “una muestra de los registros de votación encontró que sólo el 8% no tenían errores (…) cerca de la mitad contenían votantes que habían presentado un número de identificación incorrecto” (New York Times, 25/1). Dos integrantes del tribunal electoral debieron renunciar por complicidad con el fraude. Pero ninguno de los 1.700 observadores norteamericanos vio irregularidades. La OEA, Naciones Unidas y la Unión Europea apoyaron el resultado. También los gobiernos ‘progresistas’ de la región: un comunicado suscripto por 30 candidatos acusó a la embajada de Brasil de injerencismo por apoyar el proceso electoral fraudulento (Resumen Latinoamericano, 16/1).


 


Levantamiento popular


 


Pese a las presiones de Estados Unidos para la realización de la segunda vuelta, el fraude abrió una crisis política que culminó en la suspensión de los comicios pocos días antes de su concreción. Influyeron varias cuestiones: el jefe del tribunal electoral se retiró de la organización de la elección bajo la acusación de que no se tenían en cuenta sus recomendaciones, el Senado recomendó no hacer los comicios, y el candidato que ingresó al balotaje junto al oficialismo -Jude Célestin- se retiró de la contienda.


 


Pero el factor determinante fue la movilización popular: “El 24 de enero no habrá elecciones. Tendremos nuestros machetes y piedras en la mano”, según el testimonio de una manifestante recogido por la agencia rusa Sputnik. Desde el 18 del mismo mes se desarrollaron movilizaciones extraordinarias en todo el país, en las que la represión dejó un saldo de tres muertos. La cancelación de la segunda vuelta por parte del consejo electoral no apagó las movilizaciones, que siguieron adelante exigiendo la renuncia inmediata del presidente Martelly. La explosión popular, sin embargo, carece de una dirección política.


 


Perspectivas


 


Haití es uno de los países más pobres del mundo y se encuentra ocupado por las tropas de la Minustah, una tercerizada militar impulsada por los yanquis cuando se encontraban abocados a la invasión de Afganistán e Irak, y en la que se embarcaron los gobiernos ‘progresistas’ de la región (con la excepción de Cuba y Venezuela), incluyendo al kirchnerismo. El parlamento uruguayo aprobó en diciembre prorrogar la presencia de sus soldados en el país.


 


En febrero, la crisis se replanteará. Aunque vence su mandato, Michelle Martelly ha condicionado su salida a que esté garantizada “la continuidad del Estado”. Los partidos políticos desenvuelven negociaciones para la formación de algún tipo de gobierno de transición que evite un vacío de poder y neutralice las protestas populares. Camille Chalmers, dirigente social, advierte, sin embargo, sobre otra variante, “el peligro de que Estados Unidos, frente al fracaso que han registrado (en los comicios) organicen una solución militar utilizando los mismos militares que derrocaron a Aristide en 2003, pretextando los enfrentamientos” (en Radio Cimarrona de República Dominicana, 24/1). Por lo pronto, una misión de la OEA ha llegado al país bajo fuertes acusaciones de injerencismo.


 


Fuera el imperialismo de Haití. Abajo las tropas de ocupación de la Minustah. Viva la rebelión popular.