Hambruna en Guatemala

La responsabilidad del capitalismo

Las prolongadas sequías y el colapso de los precios internacionales del café han puesto a millones de campesinos e indígenas centroamericanos frente a la hambruna más catastrófica que se recuerde en la región.


En Guatemala han muerto 48 campesinos por desnutrición (entre ellos doce niños). Todas las estimaciones, sin embargo, señalan que la cifra real de muertos de hambre es mucho mayor que la reconocida por el gobierno.


La extensión de la hambruna es devastadora. El 10% de los niños de la etnia chorti, que vive en el sur de Guatemala, sufren de desnutrición severa. Las secuelas de esta enfermedad *menor capacidad de aprendizaje, de habla, baja de las defensas ante las infecciones* los acompañarán hasta la muerte. Los despachos de la prensa están repletos de descripciones de aldeas miserables donde los niños y los adultos, con sus cuerpos cubiertos de llagas, no pueden moverse por su extrema debilidad o sufren convulsiones. La hinchazón propia de la desnutrición extrema salta a la vista en cualquier recorrida a los campos.


La sequía, que arruinó la agricultura de subsistencia de los indígenas, es apenas un factor agravante del extremo deterioro social que sufren desde hace siglos los pueblos originarios. La pobreza, según las propias cifras oficiales, alcanza al 80% de la población. “Con ese porcentaje *se despachó el presidente guatemalteco, el derechista Alfonso Portillo*, no sé por qué se hace tanto escándalo con esta hambruna” (Clarín, 8/9). Cínicamente, el gran plantador cafetero le exige a los indios que se mueran de hambre en silencio… sin alterar su digestión.


La crisis mundial, al hundir los precios internacionales del café, le asestó un golpe de gracia a los campesinos centroamericanos. Decenas de miles de braceros fueron expulsados de las plantaciones. En todo el istmo, un millón y medio de campesinos sin trabajo deambulan por los campos y los caminos, condenados a morir de hambre. El sacrosanto mercado, por supuesto, amplifica la catástrofe: en Nicaragua, ante la escasez, el precio del pan aumentó el 40%…


La misma situación se repite en toda América Central. En Honduras, por ejemplo, el responsable del Programa Alimentario Mundial de la ONU anticipó que “los más vulnerables morirán de hambre en las próximas semanas”.


En los últimos años, América Central ha sufrido grandes devastaciones como consecuencia del huracán Mitch o de la corriente de El Niño, que destruyeron sus débiles estructuras de seguridad social. Pero los gobiernos capitalistas son una catástrofe peor que Mitch o El Niño: el robo de la ayuda internacional que llegó luego de esos desastres ha sido la fuente de las grandes fortunas que han florecido mientras las masas campesinas se hundían. No hay que aclarar que la ayuda que está llegando ahora, también es robada por los representantes políticos de los plantadores de café y de los banqueros acreedores.


No son los desastres naturales sino el capitalismo y los gobiernos capitalistas los que están hundiendo América Central y condenando a sus campesinos a morir de hambre.