Honduras: una rebelión demanda el fin de la “narcodictadura”

La avanzada que anteayer acometió la Policía Militar de Orden Público (PMOP) contra estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras pinta de cuerpo entero al régimen descompuesto del presidente Juan Orlando Hernández (JOH), cuya renuncia se ha vuelto una de las demandas clave de la rebelión que recorre al país centroamericano.


La PMOP, que había sido creada por el presidente con el supuesto fin de combatir al crimen organizado que asola Honduras, se lanzó contra la protesta de 2 mil estudiantes, siguiéndolos al interior del establecimiento universitario donde se habían refugiado con gases lacrimógenos y dejando al menos ocho heridos de bala, uno de ellos de gravedad.


El corte de calle frente a la UNAH se integra en una serie de protestas y levantamientos que viene desde fines de abril, cuando JOH, bajo órdenes del FMI, presentó al Congreso Nacional reformas de la salud y educación que avanzan en su privatización y suponen recortes y despidos masivos, enjuagando para ello a la burocracia que domina las centrales sindicales. Las enormes protestas de respuesta por parte de docentes y médicos, que incluyeron cortes de ruta, quema de edificios y choques con las fuerzas represivas, obligaron a JOH a suspender el trámite parlamentario, pero a mediados de mayo los 10 mil médicos y 60 mil docentes nucleados en la Plataforma de Defensa de la Salud y la Educación volvieron a  las calles, imponiendo la derogación definitiva de las reformas.


El nuevo recule de JOH, sin embargo, no detuvo sino que acentuó el alza popular: la semana pasada se vivieron tres días de insurrección en varios puntos del país, tanto en ciudades como en el sector rural, con cientos de cortes de rutas y puentes, el paro de transportistas, una “huelga de brazos caídos” por parte de un sector de la policía que se negaba a reprimir (finalmente levantada el viernes ante concesiones del gobierno). El gobierno respondió con el despliegue de la PMOP, cuya represión dejó el saldo de tres muertos y varios heridos.


Proyanqui, ajustador, corrupto y represor


Hernández junta todos los elementos para reunir el repudio del pueblo. Parte del régimen parido por el golpe de Estado que volteó al gobierno de Manuel Zelaya en 2009, JOH gobierna desde el 2014 como un empleado del FMI, aplicando sucesivos “paquetazos” de ajuste que han agravado la destrucción de la infraestructura pública y la cruda miseria de la población trabajadora: bajo su gestión, Honduras pasó de 64% de pobres a 67%.


En 2017, tras una serie de maniobras para fortalecer su dominio de los poderes legislativo y judicial, JOH logró aspirar a la reelección, pero ante los resultados adversos de los comicios montó un fenomenal fraude –que luego, ante las masivas protestas, consolidó con una represión con decenas de muertos.


A ello se suman los sistemáticos escándalos de corrupción de JOH y sus funcionarios, incluida la revelación –admitida por el presidente- de que su campaña de 2013 se había financiado con fondos ligados al gigantesco desfalco del Instituto Hondureño del Seguro Social.


La otra cara de esta avanzada antipopular ha sido el reforzamiento represivo, con un aumento sideral de los presupuestos de Seguridad y Defensa, un nuevo Código Penal que amplía las penas contra la protesta social, y el asesinato y persecución de numerosos dirigentes populares (como el emblemático caso de la originaria Berta Cáceres). Las fuerzas represivas, a su turno, se encuentran fuertemente entrelazadas con los narcos y el crimen organizado, que domina regiones enteras de Honduras y lo ha convertido en uno de los países con mayor delincuencia y homicidios del mundo.



El águila y su encrucijada


Uno de los episodios más resonantes de la rebelión en curso fue la quema de la puerta principal de la embajada de Estados Unidos. No es para menos: el gobierno de JOH ha contado con el fuerte respaldo del imperialismo norteamericano (y de su aliado Israel), incluido el envío días atrás de 300 marines al país, para fortalecer el asedio a las protestas. Esta injerencia es justificada en nombre de la “lucha contra el narcotráfico”, que por el contrario no ha hecho más que crecer y penetrar todos los estamentos del Estado: el propio hermano del presidente, Tony Hernández, está acusado de controlar laboratorios de cocaína en su país y en Colombia. Los manifestantes califican al gobierno de JOH como una “narcodictadura”.


El imperialismo sufre, sin embargo, las consecuencias de su apoyo a la demolición del país (y el subcontinente). Los desesperados hondureños representan una gran parte de la ola migratoria que le quita el sueño a Donald Trump, expresada con contundencia en las caravanas por México. El magnate fascistoide volvió a anunciar en estos días que cortará los fondos hacia Guatemala, Honduras y El Salvador hasta comprobar que las autoridades tomen “medidas concretas” para reducir la inmigración ilegal hacia Estados Unidos.



Por su parte, la Unión Europea avaló el fraude de 2017, enviando una “Misión Electoral (…) que  se limitó a hacer pequeñas recomendaciones de carácter técnico, dando un balón de oxígeno” al gobierno.


Fuera Hernández


Manuel Zelaya, que dirige el Partido Libertad y Refundación (Libre), ha declarado que “la única opción que tenemos es la rebelión” y que “las bases de Libertad y Refundación (Libre) estaban obligadas a luchar con la Plataforma sin condiciones” (KaosEnLaRed, 20/6). Es fundamental advertir, sin embargo, que del golpe hasta acá este sector nacionalista ha tenido una política de capitulaciones, siendo un factor de gobernabilidad de la derecha en momentos en que grandes movilizaciones (contra el golpe en 2009 y los fraudes de 2013 y 2017) cuestionaban su continuidad. En las elecciones de 2017, se subordinó a la candidatura presidencial del pro-libre mercado Salvador Nasralla, poniendo a la vice, Xiomara Castro, compañera de Zelaya.  El matrimonio Zelaya ha expresado públicamente sus simpatías por el kirchnerismo.


La clase obrera hondureña tiene planteado profundizar la movilización y consolidar en ese camino un reagrupamiento independiente.


FueraJOH. Abajo el ajuste del FMI. Fuera los marines yanquis. Por una salida obrera y socialista que ponga fin a las penurias del valeroso pueblo hondureño.