Pocos días atrás trascendió que la mayoría de los presos en la base militar yanqui de Guantánamo, se encuentran en huelga de hambre. Las condiciones en ese penal de ‘máxima seguridad’ fueron equiparadas con los campos de concentración nazis. La CIA apresó en forma absolutamente ilegal y ‘clandestina’, en Europa y Medio Oriente, a miles de ‘sospechosos’, sin cargo, acusación o proceso legal alguno. En esta situación se encuentran los 166 presos que allí permanecen, la mayoría de los cuales se ha sumado a la huelga.

La situación de todos estos presos es tan grave, o peor, que la que llevó a Obama a prometer el levantamiento de esa ‘prisión’ en su campaña electoral de 2008. “El Pentágono reclamó recientemente al Congreso un refuerzo de 200 millones de dólares destinados a renovar las instalaciones de la prisión, confirmando la impresión de su permanencia sin fin y el desvanecimiento de las promesas reiteradas del presidente de cerrarla” (Le Monde, 29/3).

Según diferentes testimonios los presos son sometidos a formas muy sutiles de tortura. Casi todos son religiosos practicantes y sufren sistemáticamente la requisa y el manoseo de sus libros sagrados. El objetivo, según psiquiatras internacionales en esta materia, es llevarlos “intencionalmente a la locura” (Walter Goobar, Tiempo Argentino, 2/4). El abogado Clive Stafford, que asiste a uno de los presos, lo ejemplifica con el caso “del sirio que es paralítico y al que se le ha negado su silla de ruedas durante seis semanas” (La Nación, 2/4). La base de Guantánamo ocupa un tercio de la provincia respectiva de Cuba.