Huelga general del 12 de marzo

Movilización radical y de masas contra el gobierno y la patronal. Por un gobierno de los trabajadores

Los patrones descargan la crisis capitalista sobre los trabajadores

Desde hace aproximadamente un año y medio el sistema capitalista internacional está atravesado por una de las crisis de sobreproducción más graves desde la de 1929. En diciembre de 2009 la tasa de desocupación de la zona euro alcanzó el 10%: hay más de 23 millones de desocupados en la Unión Europea, 15,7 millones en la eurozona.

En Italia la producción industrial cayó un 17,4%. El PBI registró a fin de año una caída de alrededor del 5%. La tasa de desocupación alcanzó el 8,5% en diciembre de 2009: hay más de dos millones de trabajadores y trabajadoras, nativos e inmigrantes, que no tienen empleo. Durante 2009 se destruyeron 300 mil puestos de trabajo, en febrero de 2010 aumentaron fuertemente (un 246%) los pedidos de subsidio estatal para el pago de salarios (“cassa integrazione”), los permisos de movilidad y los despidos. El año pasado, los primeros en ser despedidos fueron los trabajadores precarizados e inmigrantes: además del trabajo pierden el permiso de residencia, exponiéndose a la clandestinidad y la cárcel.

El gobierno de Berlusconi desmantela las últimas protecciones de los trabajadores

Primero fueron las medidas de flexibilidad y precariedad en el ingreso (contrato de servicios, trabajo por proyectos, por llamadas, etc.) introducidas por el centroizquierda en 1997 y completadas por el centroderecha en 2003 con la “ley 30” o “Biagi”. Hoy el gobierno Berlusconi vuelve a impulsar la flexibilidad y los despidos. El acuerdo del 22 de enero de 2009 entre la Confindustria y los sindicatos cómplices CISL, UIL y UGL promueve la destrucción del sistema de contratación y de los derechos colectivos. La CGIL debe sacar las conclusiones necesarias: seguir insistiendo en la unidad con estos sindicatos implica continuar con las arbitrariedades y la destrucción de derechos.

Oposición de clase

Frente a estos hechos de gravedad inaudita, no alcanzan los llamamientos, los actos simbólicos y los anuncios del referéndum propuestos por la izquierda reformista. Es necesaria una movilización masiva, enérgica y radical.

La huelga general convocada por la CGIL para el 12 de marzo debe abrir una movilización conjunta y a fondo por una convergencia general de todo el mundo del trabajo: los trabajadores, nativos y extranjeros, los precarios y los desocupados, que le tuerza el brazo al gobierno y la Confindustria.

•  Prohibición de despidos. Ningún trabajador debe ser despedido.

•  Defensa del poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones; reintroducción de la escala móvil.

•  Anulación de las leyes precarizadoras.

•  Extensión de los derechos civiles, sindicales y políticos a los trabajadores inmigrantes a partir del derecho de residencia, que no debe estar vinculado a la relación laboral; anulación de todas las leyes racistas.

•  Coordinación obrera de todas las empresas en conflicto y en crisis, con delegados electos en todos los lugares de trabajo, con coordinación a nivel de empresa, territorial, provincial, regional y nacional.