Internacionales
28/3/1995|441
Huelga general en Bolivia
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La huelga general indefinida que desde hace ya dos semanas cumplen los docentes bolivianos, ha trastocado por completo la situación política de las masas del altiplano: la Central Obrera Boliviana ha lanzado una huelga general indefinida en su apoyo, por la libertad de sus dirigentes detenidos y por su propio “pliego nacional” de reivindicaciones; las organizaciones campesinas se han plegado a las movilización con cortes de rutas y marchas.
La lucha de los docentes —que reclaman el aumento de sus salarios y la derogación de la Reforma Educativa— empezó bien de abajo, entre los maestros rurales de Tupiza, Villazón y Uyuni, que declararon la huelga indefinida y se lanzaron a marchar hacia La Paz, donde se sumaron los docentes rurales y urbanos de la capital y, luego, los de todo el país. El papel de vanguardia que juegan los docentes rurales en la huelga pone en evidencia la agitación reinante en el campo boliviano, que está en pie de lucha contra la pretensión gubernamental de erradicar las plantaciones cocaleras.
La marcha de los docentes rurales en La Paz —miércoles 22 de marzo— fue salvajemente reprimida por la policía y el ejército. Después de la represión de la marcha, la policía allanó locales sindicales docentes en el interior, al tiempo que un centenar de dirigentes y “marchistas” docentes fueron detenidos, apaleados y sometidos a juicio; el gobierno pretendió, incluso, despedir a los docentes huelguistas en el interior del país ... lo que fue impedido por los propios padres de los alumnos, que no permitieron la asunción de los rompehuelgas.
Después de fracasar en su intento de quebrar la huelga por la fuerza, el gobierno tiene a mano la “amenaza” de declarar el estado de sitio ...
En las barriadas obreras, la solidaridad con los huelguistas es manifiesta. Un ejemplo lo demuestra: el 25 de marzo, en uno de los barrios obreros de La Paz, una pacífica asamblea de maestros rurales fue atacada por policías fuertemente armados. La patota policial fue desalojada del barrio a pedradas y hondazos, no sólo por los docentes sino también por los propios vecinos. Un editorialista reaccionario sostiene que “esta violenta escaramuza ha de ser muy tenida en cuenta”, porque la huelga docente “puede hacer estallar el explosivo acumulado en los barrios populares” (Presencia, 26/3). Este es el “temor” de la Curia, que no vacila en atacar sistemáticamente a la dirección sindical.
La llamada Reforma Educativa, establece la descalificación de los docentes (que luego de cinco años de estudios recibirán el título de “técnico superior”), la “descentralización educativa”, es decir, el principio de la privatización de la educación pública, y liquida un conjunto de conquistas históricas del movimiento sindical del magisterio. El FMI y el Banco Mundial han manifestado abiertamente su apoyo a esta Reforma privatista y reaccionaria. La prensa patronal boliviana ha montado una feroz campaña contra la “radicalización” de la huelga, acusando a los docentes de rechazar la Reforma Educativa en defensa de sus “intereses corporativos” .
La radicalización de la huelga docente y la bárbara represión desatada por el gobierno, además del paro de solidaridad de 48 horas declarado por la Federación Minera y el “mar de fondo” que se acumula en los campos y en La Paz, llevaron a la Central Obrera Boliviana a declarar una huelga general indefinida. La huelga general comenzó el 27 de marzo, en consonancia con la marcha sobre La Paz que lanzaron las asociaciones de maestros rurales del todo el interior y de maestros urbanos de Oruro y Cochabamba.
En su primera jornada, la huelga general se cumplió masivamente entre los maestros, en la Universidad y en las minas y, parcialmente, en el sector fabril. La Cob, sin embargo, ha resuelto mantener los “servicios esenciales”, lo que muestra que no tiene voluntad de llevar esta huelga, que le ha sido impuesta desde abajo, a la victoria. Al cierre de esta edición de Prensa Obrera, la marcha docente se acercaba a La Paz y la huelga de la Cob entraba en su segundo día. Distintas asociaciones docentes del interior anunciaban una mayor radicalización de la lucha, con huelgas de hambre masivas y bloqueos de rutas, mientras en la localidad de Jatha, luego de enfrentarse durante varias horas con la policía, los maestros incendiaron una comisaría.