Huelga general en Rusia

El 8 de febrero, 500.000 mineros del carbón de toda Rusia paralizaron sus tareas en una huelga general de “ad­vertencia”. El paro abarcó “el 80% de la fuerza de trabajo de esa rama”, paralizó a “189 de las 228 minas” existentes y fue acatado por los traba­jadores de transporte y mantenimiento de las minas (International Herald Tribune, 9/2).


La causa de la huelga es el retraso en el pago de los salarios de hambre que perciben los mineros —105 dólares—, una suma de “privilegio” en compa­ración con el resto de los trabajadores, que cobran menos de la mitad. “Los mineros reclaman también garan­tías de que las minas no serán cerradas. El Banco Mundial ha ofre­cido un préstamo de 600 millones de dólares si Rusia acuerda en el cierre de 80 minas en cinco años” (Financial Times, 9/2).


La huelga anticipa un enfrenta­miento político, pues los mineros “amenazan con renovar la acción de lucha el 1″ de marzo a menos que sus demandas sean satisfechas”, y “si el gobierno persiste en ignorar nuestras demandas, iremos a una huelga prolongada y reclamare­mos el adelantamiento de las elec­ciones presidenciales y la renun­cia del gobierno”, según lo adelantó Vitaly Budko, uno de los dirigentes del sindicato minero {Financial Times, ídem).


La huelga revela un proceso de re­composición de la clase obrera rusa, ya que “similares reclamos en el pasa­do se probaron extravagantes y con apoyo desparejo”. No solamente “el 95 % de las minas en el distrito de Kuzbass apoyaron la protesta”, sino que “las tensiones sociales es­tán creciendo en la industria de la defensa y (en las regiones). Más de 65.000trabajadores del carbón que fueron a la huelga en la zona del [Rostov-on Don] han impedido el cierre de 26 minas”, reconoce un asesor económico del presidente Yeltsin, que destaca a los mineros del car­bón como “los luchadores más orga­nizados por sus derechos”. “Otros trabajadores, como los tripulantes de Aeroflot, también amenazan con acciones de lucha” (Financial Times, ídem).


La mayor preocupación para el gobier­no es que las huelgas mineras “puedan adquirir la ominosa atracción de aquellas lanzadas en el verano de 1991” que fueron determinantes en el hundimiento del régimen de Garbachov. “La huelga nacional podría ser el preludio de una crisis”, advierte el analista del Financial Times, lo que no es un pronóstico arriesgado si se toma en cuenta que Yeitsin está empantanado en Chechenia y se enfrenta, en medio de la crisis interna­cional, a la fractura del Estado y la pota­bilidad de una rebelión militar.


La huelga minera amenaza quebrar lo que ha sido “uno de los más desta­cados aspectos de la sociedad rusa en los últimos cinco años… la gene­ral pasividad de muchos trabaja dores enfrentados a la adversidad económica”, la dispersión de los movimientos de lucha sindicales y su diso­ciación “de cualquier demanda política”


“Las masas han vivido una ex­periencia excepción atinente rápida con los dos grandes intentos de salvación operados por la burocra­cia stalinista —dijimos en Prensa Obrera (29/12) — uno fue el intenta de estabilización del régimen burocrático mediante la perestroika el otro es la tentativa restauracionista. No se han consumado ni una ni la otra, pero han servid para provocar una terrible de descomposición social”, Cinco atrás, los minaros del carbón fueron protagonistas del hundimiento del primer intento, hoy están abriendo una perspectiva similar para Yeltsin.