Internacionales
3/10/1996|513
Huelga general en Rusia
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Desde hace diez días, más de 16.000 obreros de la principal planta de energía eléctrica del Lejano Oriente ruso están en huelga en reclamo del pago de los salarios atrasados desde abril. La huelga ocurre poco después de una huelga minera en julio pasado —también por salarios atrasados—, que “acabó con las reservas de combustible de la región” (Financial Times, 17/9). En consecuencia, las ciudades de la costa del Pacífico sufren cortes de luz de más de doce horas diarias. Aunque los gobierno local y central anunciaron el pago de los salarios ‘en la próxima semana’, los trabajadores decidieron seguir en huelga hasta ver el dinero. La huelga puede, incluso, extenderse a todos los trabajadores de la región, ya que los maestros, los médicos, los choferes del transporte público y los trabajadores de la industria de la defensa amenazaron con sumarse si no se pagaban sus salarios atrasados.
Además de las del Lejano Oriente ruso, hay huelgas en plantas automotrices y en plantas de procesamiento de minerales. Los trabajadores de las plantas de la defensa naval, por su parte, realizaron la semana pasada una serie de huelgas y manifestaciones en instalaciones militares de todo el país, desde San Petersburgo hasta Vladivostok. “Numerosas instalaciones fueron paralizadas… los sindicatos manifestaron que en Vladivostok (la gran base naval rusa sobre el Pacífico) la huelga paralizó a todas las instalaciones de la flota destacada allí” (Ámbito Financiero, 20/9).
En Vorkuta, un gran emplazamiento minero dentro del círculo polar ártico, “la población entera de la ciudad declaró su intención de apoyar la huelga nacional minera llamada para el 1°de octubre” (Financial Times, 23/9), en reclamo de salarios impagos desde mayo. Los sindicatos independientes, que denuncian que el monto total de los salarios atrasados supera los 8.500 millones de dólares, anunciaron un paro general para el próximo 10 de octubre.
Descomposición
Este cuadro de ‘explosión social’ es un reflejo exacto de la descomposición nacional provocada por la restauración del capitalismo en Rusia.
Ocurre que el atraso salarial amenaza, directamente, la integridad del aparato estatal. Sólo no cobran los obreros, tampoco cobran los soldados y, en consecuencia, también éstos están dispuestos a ir a la huelga. Las huelgas y manifestaciones que han comenzado por los trabajadores de la industria naval (fábricas de municiones y de armas, plantas de reparaciones de naves de guerra) podrían extenderse rápidamente a las unidades militares propiamente dichas. Un “respetado especialista en temas militares” previno que “si no se hace algo drástico, existe la posibilidad de que veamos motines militares (individuales), es decir, divisiones y brigadas yendo a la huelga” (The Wall Street Journal, 25/9).
El atraso en los pagos desnuda el espantoso saqueo de los trabajadores a manos de las camarillas burocráticas que ejercen el poder. Ocurre que, según distintas estimaciones, tan sólo ¡el 30%! de los fondos girados para el pago de los salarios va a parar al bolsillo de los trabajadores. El resto se ‘pierde’ en los bolsillos de los burócratas.
Los salarios impagos ponen, también, al descubierto la quiebra general de la economía rusa. Los trabajadores son el último eslabón de una larga cadena de deudas impagas, que enlaza a toda la industria, los bancos y al Estado. Las fábricas de automóviles, por ejemplo, no logran vender su producción y por lo tanto no pagan a sus proveedores de chapas de acero, los que a su vez no pueden pagar a sus proveedores de hierro y carbón, los que a su vez no pueden pagar a… la cadena es infinita. Todo esto pone en evidencia la completa impotencia de los restauracionistas.
Finalmente, el atraso salarial saca a la luz las poderosas tendencias a la desintegración territorial de Rusia como consecuencia de la crisis económica provocada por la restauración capitalista. El jefe del gobierno regional del Lejano Oriente acusó al gobierno de Moscú de ‘arruinar’ la economía de la región al prohibirle la importación directa de carbón de sus ‘vecinos asiáticos’ y obligarlo a consumir carbón ‘nacional’, mucho más caro a causa de su costosísimo transporte desde la lejana Rusia europea. En otras palabras, las camarillas burocráticas del Lejano Oriente ruso preferirían una ‘asociación directa’ con Japón y los ‘tigres asiáticos’… antes que con Moscú.
Las huelgas, sin embargo, no se limitan a ‘retratar’ la crisis social y política de enormes proporciones que atraviesa Rusia; señalan por sobre todo que la clase obrera ha comenzado a intervenir en esa crisis en defensa de sus propios intereses.