Internacionales
6/6/1995|450
Huelga petrolera en Brasil
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Después de más de treinta días de lucha, la huelga petrolera fue derrotada.
Por qué
La derrota de la huelga petrolera brasileña no puede ser atribuida a la falta de combatividad de los trabajadores, que supieron mantenerse a pie firme a pesar de la ilegalización, del despido de un centenar de trabajadores, del no pago de los salarios, de la ocupación militar de las refinerías y de la virulenta campaña de toda la prensa burguesa sin excepción.
A pesar de todos estos ataques, las asambleas de las refinerías y sindicatos de base reafirmaron la huelga... incluso hasta pocas horas antes de que la dirección tomara la resolución de levantar. El 1° de junio, cuando ya todas las informaciones oficiales daban la huelga por “levantada”, “las refinerías de Duque de Caxias y de Paulinia mantienen la huelga a pesar de la amenaza de despidos (masivos)”; los trabajadores de la refinería de Cubatao “votaron en asamblea contra la vuelta al trabajo”, mientras que los de Río Grande do Sul elegían “un comando de huelga alternativo” para garantizar —como declaró un miembro del actual comando de huelga— que “el movimiento continuará... si a nosotros nos detuviesen” (O Estado de Sao Paulo ).
Lo que provocó la derrota de la huelga fue la política conscientemente camera .y rompehuelgas de las direcciones de la clase obrera, en este caso, el PT y la CUT. “El PT fuerza a la CUT a luchar (j!) por el fin de la paralización. El partido quiere la vuelta al trabajo o la articulación de un acuerdo en el Congreso... que presupone la vuelta al trabajo como paso inicial”, señalaba la Folha de Sao Paulo (31/5).
El PT y la CUT tuvieron, desde el vamos, una política activa de ataque a la huelga, que se fue haciendo cada vez más explícita conforme la j huelga se profundizaba (¡por eso el diario burgués de San Pablo dice que el PT “fuerza” y la CUT “lucha”... contra los huelguistas!). Lula se ofreció inicialmente como “mediador”, luego, el PT se calló la boca ante el fallo judicial que declaró la ilegalidad de la huelga; más tarde, sus principales dirigentes atacaron abiertamente a los petroleros desde la prensa —Marco Aurelio García, de la Ejecutiva del PT, criticó la “politización de la huelga” y Lula acusó a la dirección de los petroleros de “falta de habilidad”. Más tarde, la dirección del PT “decretó” que la “la huelga es insostenible” y exigió su levantamiento liso y llano... precisamente cuando la prensa informaba que lo que era “insostenible” era la posición del gobierno, que enfrentaba la perspectiva de un “colapso energético” (ídem).
Las direcciones del PT y de la CUT hundieron la huelga petrolera, como antes habían hundido la huelga docente, con el argumento de que las huelgas “perjudican a la sociedad” y en particular a los trabajadores. “Los que más se perjudican —declaró Lula pasados los 25 días de huelga— son los pobres que no tienen cómo cocinar por falta de gas” (Página 112, 1/6). ¡Pero el responsable de que los pobres no puedan cocinar es el gobierno, que viola la legalidad y desconoce un acuerdo salarial firmado por el gobierno anterior, en el cual incluso revistaba como ministro el actual presidente!
Las direcciones del PT y de la CUT han asumido como propio el punto de vista del burócrata del Estado burgués, que prohíbe las huelgas en nombre del “bien común”, mientras permite y alienta, en nombre de la “libertad”, todas las canalladas de la burguesía contra la población trabajadora. Al mismo tiempo que torpedeaban la huelga petrolera, dirigentes del PT reclamaban una “ley de huelgas” para regimentar su ejercicio... y prohibirla en aquellos servicios que el Estado considere “esenciales”. ¡Pero como bajo el capitalismo no hay, ni podría haber, una huelga que no “perjudique a la sociedad” (porque la sociedad capitalista se basa en la explotación del trabajo asalariado), la política de la dirección del PT lleva, inexorablemente, a la prohibición de todas las huelgas... “en defensa de la sociedad”!
Lula y Vicentinho, presidente de la CUT, forzaron el levantamiento de la huelga a pesar de ser plenamente conscientes — ¡ellos mismos lo denunciaron!—de que el gobierno utilizaría su victoria para liquidar la norma que determina el ajuste de los salarios por inflación y para promover la “desregulación” de la legislación laboral, o sea, para promover un ataque a fondo contra todo el movimiento obrero... incluidos aquéllos que “no podían cocinar”.
La derrota de la enorme huelga petrolera brasileña marca a fuego a las direcciones centro-izquierdistas y redobla la necesidad de una dirección revolucionaria.