Huelga petrolera en Brasil

Después de más de treinta días de lucha, la huelga petro­lera fue derrotada.


Por qué


La derrota de la huelga pe­trolera brasileña no puede ser atribuida a la falta de comba­tividad de los trabajadores, que supieron mantenerse a pie firme a pesar de la ilegalización, del despido de un cen­tenar de trabajadores, del no pago de los salarios, de la ocu­pación militar de las refine­rías y de la virulenta campa­ña de toda la prensa burguesa sin excepción.


A pesar de todos estos ata­ques, las asambleas de las re­finerías y sindicatos de base reafirmaron la huelga... in­cluso hasta pocas horas antes de que la dirección tomara la resolución de levantar. El 1° de junio, cuando ya todas las informaciones oficiales daban la huelga por “levantada”, “las refinerías de Duque de Caxias y de Paulinia mantienen la huelga a pe­sar de la amenaza de des­pidos (masivos)”; los trabaja­dores de la refinería de Cubatao “votaron en asam­blea contra la vuelta al trabajo”, mientras que los de Río Grande do Sul elegían “un comando de huelga al­ternativo” para garantizar —como declaró un miembro del actual comando de huel­ga— que “el movimiento continuará... si a nosotros nos detuviesen” (O Estado de Sao Paulo ).


Lo que provocó la derrota de la huelga fue la política conscientemente camera .y rompehuelgas de las direccio­nes de la clase obrera, en este caso, el PT y la CUT. “El PT fuerza a la CUT a luchar (j!) por el fin de la paraliza­ción. El partido quiere la vuelta al trabajo o la arti­culación de un acuerdo en el Congreso... que presupo­ne la vuelta al trabajo como paso inicial”, señalaba la Folha de Sao Paulo (31/5).


El PT y la CUT tuvieron,  desde el vamos, una política activa de ataque a la huelga, que se fue haciendo cada vez más explícita conforme la j huelga se profundizaba (¡por  eso el diario burgués de San Pablo dice que el PT “fuerza” y la CUT “lucha”... contra los huelguistas!). Lula se ofreció inicialmente como “mediador”, luego, el PT se calló la boca ante el fallo judicial que declaró la ilegalidad de la huelga; más tarde, sus principales dirigentes atacaron abiertamente a los petroleros desde la prensa —Marco Aurelio García, de la Ejecutiva del PT, criticó la “politización de la huelga” y Lula acusó a la dirección de los petroleros de “falta de habilidad”. Más tarde, la dirección del PT “de­cretó” que la “la huelga es insostenible” y exigió su le­vantamiento liso y llano... precisamente cuando la pren­sa informaba que lo que era “insostenible” era la posi­ción del gobierno, que enfrentaba la perspectiva de un “co­lapso energético” (ídem).


Las direcciones del PT y de la CUT hundieron la huelga petrolera, como antes habían hundido la huelga docente, con el argumento de que las huelgas “perjudican a la sociedad” y en particular a los trabajadores. “Los que más se perjudican —decla­ró Lula pasados los 25 días de huelga— son los pobres que no tienen cómo coci­nar por falta de gas” (Pági­na 112, 1/6). ¡Pero el respon­sable de que los pobres no puedan cocinar es el gobierno, que viola la legalidad y desco­noce un acuerdo salarial fir­mado por el gobierno ante­rior, en el cual incluso revista­ba como ministro el actual presidente!


Las direcciones del PT y de la CUT han asumido como pro­pio el punto de vista del buró­crata del Estado burgués, que prohíbe las huelgas en nombre del “bien común”, mientras permite y alienta, en nombre de la “libertad”, todas las canalladas de la burguesía contra la población traba­jadora. Al mismo tiempo que torpedeaban la huelga petrolera, dirigentes del PT reclamaban una “ley de huelgas” para regi­mentar su ejercicio... y pro­hibirla en aquellos servi­cios que el Estado conside­re “esenciales”. ¡Pero como bajo el capitalismo no hay, ni podría haber, una huelga que no “perjudi­que a la sociedad” (por­que la sociedad capitalis­ta se basa en la explotación del trabajo asalariado), la política de la dirección del PT lleva, inexorablemente, a la prohibición de todas las huelgas... “en defensa de la sociedad”!


Lula y Vicentinho, presi­dente de la CUT, forzaron el levantamiento de la huelga a pesar de ser plenamente conscientes — ¡ellos mismos lo de­nunciaron!—de que el gobier­no utilizaría su victoria para liquidar la norma que deter­mina el ajuste de los salarios por inflación y para promover la “desregulación” de la le­gislación laboral, o sea, para promover un ataque a fondo contra todo el movimiento obrero... incluidos aquéllos que “no podían cocinar”.


La derrota de la enorme huelga petrolera brasileña marca a fuego a las direccio­nes centro-izquierdistas y re­dobla la necesidad de una di­rección revolucionaria.