India: Modi logra un tercer mandato, pero pierde apoyo

El primer ministro indio

Las paquidérmicas elecciones en la India, organizadas en siete fases diferentes, a lo largo de seis semanas y con la participación de 642 millones de votantes (sobre un padrón de casi mil millones), le dieron la victoria a la alianza derechista del actual primer ministro Narendra Modi, quien podrá ejercer un tercer mandato. Sin embargo, tanto su bloque, la NDA (Alianza Democrática Nacional), como su partido, el BJP (Partido Popular Indio), retrocedieron en cantidad de bancas.

En el caso del BJP, que en 2019 había conseguido por sí solo 303 escaños sobre 543 (por encima de los 272 necesarios para tener mayoría), esta vez cayó a 240, por lo que Modi dependerá de sus socios de coalición para volver a ser primer ministro y para gobernar. En total, la NDA cosechó 293 lugares, contra 353 de la elección pasada. Según la cadena Al Jazeera (6/6), algunas de las mayores pérdidas del oficialismo se daban en el populoso estado norteño de Uttar Pradesh y en el estado costero de Maharashtra.

La oposición, nucleada en un bloque dominado por el Congreso Nacional Indio, registró progresos electorales. El partido de los Gandhi trepó de 52 a 99 bancas, mientras que el Samajwadi (Partido Socialista) logró 37. También integran este espacio el Aadmi Party (que gobierna Delhi), el Partido Comunista (CPI por sus iniciales en inglés) y el Partido Comunista Marxista (CPI M). De acuerdo a un comunicado del buró político de este último grupo, la izquierda -que cuenta con algunos diputados- obtuvo un módico crecimiento.

En un texto posterior a los comicios, el BJP anunció que “el gobierno, bajo la dirección de Modi, se compromete a servir a los pobres, las mujeres, los jóvenes, los agricultores, y a los ciudadanos explotados, desfavorecidos y oprimidos de la India”. Un caso del célebre refrán: “dime de qué te jactas y te diré de que adoleces”, ya que el gobierno de Modi apuntó contra todos estos sectores.

A pesar de que la India viene experimentado un crecimiento récord (casi 8 por ciento en el primer trimestre de 2024), las condiciones de vida de las masas no muestran una mejoría. En cambio, los grupos empresarios se vieron favorecidos por las privatizaciones masivas y el cercenamiento de los derechos laborales.

Con respecto a los agricultores, protagonizaron un levantamiento en 2020-2021 contra la desregulacion del sector, con la que se pretendía eliminar la intermediación estatal para forzar la venta directa a los mayoristas. Esto amenazaba con llevar a la ruina a cientos de millones de cultivadores  pobres. Modi finalmente retrocedió, pero no cumplió con una serie de compromisos reivindicativos, lo que empujó de vuelta a las rutas a los campesinos a comienzos de este año.

Entre los “desfavorecidos y oprimidos” figura también la minoría musulmana, alrededor de 200 millones de personas, que se encuentra sometida a una gran persecución por parte del gobierno hinduista, que atizó el fanatismo religioso. El primer ministro en persona inauguró un templo al dios Ram erigido sobre las ruinas de una mezquita en Ayodhya, destruida en 1992. En aquel momento, los disturbios por esa demolición dejaron 2 mil muertos. Los ataques de bandas supremacistas crecieron en estos años al amparo del poder político. A su vez, este año entró en vigor una Ley de Ciudadanía (aprobada en 2019, en medio de grandes protestas) que facilita la radicación de minorías religiosas de algunos países cercanos, pero que discrimina a los musulmanes. A esto debemos añadir la militarización de Cachemira. Con esta política, Modi busca dividir las filas de los explotados.

La violencia contra las mujeres no amainó: en 2022 hubo 31 mil denuncias por  violaciones, un promedio de 86 casos diarios. Las cifras reales seguramente sean más altas, porque la falta de respuestas de la justicia disuade a muchas de las victimas.

El último elemento a tomar en cuenta del gobierno Modi es la desastrosa gestión de la pandemia, ya que la India fue uno de los países más afectados, con cientos de miles de muertos.

La oposición india logró canalizar parte del descontento con el gobierno, a pesar de que mantuvo siempre una política de contención. Lo mismo cabe decir de las centrales sindicales, que fueron administrando las medidas de fuerza a cuentagotas a lo largo del periodo.

En el plano de la política exterior, Modi mantuvo a la India en el Quad, un grupo que integran también Australia, Japón y Estados Unidos, conocido como la “OTAN de Asia”. Este alineamiento tiene que ver con la enorme rivalidad de India con China.

Sin embargo, Modi eligió una postura cauta frente a la guerra de Ucrania. Pese a las presiones de Occidente, evitó condenar a Rusia, que es un proveedor clave de armamento de Delhi. En las últimas dos décadas, le vendió el 65 por ciento de los pertrechos adquiridos, por casi 60 mil millones de dólares (Huff Post, 29/1).

Y, lo que es todavía más importante, India se transformó -junto a China- en el receptáculo del petróleo ruso que ya no puede llegar a Europa. En 2022, el Kremlin le vendió crudo por 37 mil millones de dólares (CNN en Español, 19/2). Por estas razones, el vínculo con el gobierno de Biden ha sido sinuoso.

En la nación más poblada del mundo, queda planteado el desafío de una nueva irrupción obrera y campesina para enfrentar al gobierno derechista, y de una fuerza revolucionaria independiente de los partidos capitalistas.