Internacionales
23/9/2004|869
Irak: “Una guerra casi perdida”
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Los combates que estallaron en los últimos días en Bagdad se extendieron a todo el territorio de Irak.
"Vastas regiones de Irak están en manos de la guerrilla" (Corriere della Sera, 9/9): en esta situación se encuentran Falluja, Ramadi y Samarra, en el llamado “triángulo sunita” del centro de Irak; Baquba (al este); Amara (al sur, en manos del “Ejército de Mahdi”, encabezado por el shiíta Al Sadr), y Talafar (al oeste). Al mismo tiempo, comienza a librarse una “guerra urbana en la capital” (El País, 13/9), tanto en “Sadr City" (el gigantesco suburbio shiíta) como en el centro. El corresponsal del diario madrileño informa que no se trata, todavía, de “la tan temida rebelión de Bagdad (sino) sólo su ensayo”. Frente a los ataques, “un alto oficial, encargado de la seguridad del perímetro de la Zona Verde" (el cuartel general de los ocupantes) anunció que no puede garantizarla por la escasez de soldados" (Financial Times, 15/9).
Paralelamente, tienen lugar en la capital manifestaciones de masas; las milicias continúan con los secuestros, y los ataques a los oleoductos redujeron fuertemente las exportaciones. "La insur- gencia crece, desarrolla ataques más coordinados, frecuentes y sofisticados" (Financial Times, 17/9). Existe una creciente colaboración entre los insurgentes shiítas y los sunitas.
El ocupante imperialista lanzó sistemáticos bombardeos aéreos y de artillería contra las ciudades en manos de los rebeldes, pero, como explica el general (retirado) Joseph Hoare, ex comandante del cuerpo de Marines y del Comando Central norteamericano, "se ha tomado la decisión de atacar Falluja recién después de las elecciones norteamericanas" (The Guardian, 16/9).
Proceso en ruinas
El ascenso de la rebelión ha puesto en cuestión la realización de las elecciones previstas para enero del 2005 en Irak. Las alternativas que se barajan son onerosas para el ocupante. Postergar las elecciones dejaría sin base de sustentación legal al gobierno y pondría en cuestión el apoyo del clero shiíta encabezado por el ayatollah Sistani.
Que no se vote en las áreas dominadas por los rebeldes será cuestionado “tanto en Irak como en el exterior" (Financial Times, 7/9).
La recuperación militar de los territorios y ciudades fuera del control yanqui “destruirla la estrechísima legitimidad política que todavia le queda al gobierno" (The Guardian, 16/9). El Financial Times (17/9), por su parte, en una nota editorial, reclama “una urgente restricción del uso de la fuerza militar" porque, dice, “el uso indiscriminado del poder aéreo sirve principalmente para llevar a los iraquíes a la causa rebelde". Un amplio sector del imperialismo señala que el proceso político está “muerto" y rechaza la “vía militar" para revivirlo.
Existe también el temor de que los resultados electorales no sean los "adecuados". En las recientes elecciones para decanos universitarios, los opositores a la ocupación obtuvieron "una sólida mayoría" (The New Left Review, julio/agosto de 2004). Los ocupantes planean conformar una lista única acordada de antemano por la embajada yanqui y los miembros del gobierno títere (Financial Times, 17/9). Seria, según el diario británico, “el error final de una larga letanía de errores y equivocaciones".
Crisis militar: el Ejército contra Bush
“La mayoría de los altos oficiales militares norteamericanos cree ahora que la guerra se ha convertido en un desastre en una escala sin precedentes (…); que la guerra de Bush está casi perdida", informa The Guardian (16/9).
William Odom, ex jefe de la Agencia Nacional de Seguridad, asegura que “la tensión entre el gobierno de Bush y los altos oficiales es la peor que se haya visto con cualquier gobierno previo, incluso durante la guerra de Vietnam. Nunca vi tan mala relación entre el secretario de Defensa y los militares. Una significativa mayoría (de estos últimos) creen que esto es un desastre" (Idem).
¿Alternativas?
La apreciación de los generales coincide con la de analistas de distintas tendencias, como el ex bushista Francis Fukuyama o el ex embajador clintonia- no Galbraith. Incluso con el más reciente informe de la "comunidad de inteligencia", el cual indica que las perspectivas en Irak oscilan entre una “tenue estabilidad” (similar a la situación actual) y "una guerra civil" (FinanciaI Times, 17/9).
Kerry ha anunciado que pretende enviar más soldados a Irak (40.000), lo que fue recibido como una burla por los jefes militares. Para el general Odom, "es el equivalente a lo que hicieron los alemanes en Stalingrado. Se derrotaron a sí mismos llevando más soldados. Trágico" (The Guardian, 16/9).
Entre las “estrategias de salida* y los planes políticos alternativos se encuentra una “federalización" de Irak, mediante la creación de tres “entidades" (shiíta, kurda y sunita), para "aislar" la rebelión sunita y darle a tos moderados shiítas los instrumentos poli- ticos para derrotar a sus propios “rebeldes". Pero la “federalizadón" plantea el control de los yacimientos petrolíferos. La “separación” de las po- blaciones que, en Bagdad por ejemplo, están altamente mezcladas, equivaldría a una ‘limpieza étnica’, lo que podría ser un objetivo deseado por el imperialismo. Turquía se opone a la autonomía kurda, mientras que Israel la impulsa con todo.
No hay alquimia que evite la catástrofe. Sólo después de aplastar por estos métodos toda resistencia, podría establecerse la fachada de un régimen parlamentario. La posibilidad de una auténtica democracia pasa por la derrota del imperialismo.