Irak: “Una guerra casi perdida”

Los combates que estallaron en los últimos días en Bagdad se exten­dieron a todo el territorio de Irak.


"Vastas regiones de Irak están en manos de la guerrilla" (Corriere della Se­ra, 9/9): en esta situación se encuentran Falluja, Ramadi y Samarra, en el llama­do “triángulo sunita” del centro de Irak; Baquba (al este); Amara (al sur, en ma­nos del “Ejército de Mahdi”, encabezado por el shiíta Al Sadr), y Talafar (al oeste). Al mismo tiempo, comienza a librarse una “guerra urbana en la capital” (El Pa­ís, 13/9), tanto en “Sadr City" (el gigan­tesco suburbio shiíta) como en el centro. El corresponsal del diario madrileño in­forma que no se trata, todavía, de “la tan temida rebelión de Bagdad (sino) sólo su ensayo”. Frente a los ataques, “un alto oficial, encargado de la seguridad del pe­rímetro de la Zona Verde" (el cuartel ge­neral de los ocupantes) anunció que no puede garantizarla por la escasez de sol­dados" (Financial Times, 15/9).


Paralelamente, tienen lugar en la ca­pital manifestaciones de masas; las mi­licias continúan con los secuestros, y los ataques a los oleoductos redujeron fuer­temente las exportaciones. "La insur- gencia crece, desarrolla ataques más coordinados, frecuentes y sofisticados" (Financial Times, 17/9). Existe una cre­ciente colaboración entre los insurgen­tes shiítas y los sunitas.


 El ocupante imperialista lanzó siste­máticos bombardeos aéreos y de artille­ría contra las ciudades en manos de los rebeldes, pero, como explica el general (retirado) Joseph Hoare, ex comandan­te del cuerpo de Marines y del Coman­do Central norteamericano, "se ha to­mado la decisión de atacar Falluja recién después de las elecciones norteameri­canas" (The Guardian, 16/9).


Proceso en ruinas


El ascenso de la rebelión ha puesto en cuestión la realización de las eleccio­nes previstas para enero del 2005 en Irak. Las alternativas que se barajan son onerosas para el ocupante. Postergar las elecciones dejaría sin base de sus­tentación legal al gobierno y pondría en cuestión el apoyo del clero shiíta enca­bezado por el ayatollah Sistani.


Que no se vote en las áreas domi­nadas por los rebeldes será cuestiona­do “tanto en Irak como en el exterior" (Fi­nancial Times, 7/9).


La recuperación militar de los terri­torios y ciudades fuera del control yan­qui “destruirla la estrechísima legitimi­dad política que todavia le queda al go­bierno" (The Guardian, 16/9). El Financial Times (17/9), por su parte, en una nota editorial, reclama “una urgente res­tricción del uso de la fuerza militar" por­que, dice, “el uso indiscriminado del po­der aéreo sirve principalmente para lle­var a los iraquíes a la causa rebelde". Un amplio sector del imperialismo señala que el proceso político está “muerto" y rechaza la “vía militar" para revivirlo.


Existe también el temor de que los resultados electorales no sean los "ade­cuados". En las recientes elecciones pa­ra decanos universitarios, los opositores a la ocupación obtuvieron "una sólida mayoría" (The New Left Review, julio/agosto de 2004). Los ocupantes planean conformar una lista única acor­dada de antemano por la embajada yan­qui y los miembros del gobierno títere (Fi­nancial Times, 17/9). Seria, según el dia­rio británico, “el error final de una larga letanía de errores y equivocaciones".


Crisis militar: el Ejército contra Bush


“La mayoría de los altos oficiales mi­litares norteamericanos cree ahora que la guerra se ha convertido en un desas­tre en una escala sin precedentes (…); que la guerra de Bush está casi perdi­da", informa The Guardian (16/9).


William Odom, ex jefe de la Agen­cia Nacional de Seguridad, asegura que “la tensión entre el gobierno de Bush y los altos oficiales es la peor que se haya visto con cualquier gobierno previo, incluso durante la guerra de Vietnam. Nunca vi tan mala relación entre el secretario de Defensa y los mi­litares. Una significativa mayoría (de estos últimos) creen que esto es un de­sastre" (Idem).


¿Alternativas?


La apreciación de los generales coincide con la de analistas de distintas tendencias, como el ex bushista Francis Fukuyama o el ex embajador clintonia- no Galbraith. Incluso con el más recien­te informe de la "comunidad de inteli­gencia", el cual indica que las perspecti­vas en Irak oscilan entre una “tenue es­tabilidad” (similar a la situación actual) y "una guerra civil" (FinanciaI Times, 17/9).


Kerry ha anunciado que pretende enviar más soldados a Irak (40.000), lo que fue recibido como una burla por los jefes militares. Para el general Odom, "es el equivalente a lo que hicieron los alemanes en Stalingrado. Se derrotaron a sí mismos llevando más soldados. Trá­gico" (The Guardian, 16/9).


Entre las “estrategias de salida* y los planes políticos alternativos se en­cuentra una “federalización" de Irak, mediante la creación de tres “entida­des" (shiíta, kurda y sunita), para "ais­lar" la rebelión sunita y darle a tos mo­derados shiítas los instrumentos poli- ticos para derrotar a sus propios “re­beldes". Pero la “federalizadón" plan­tea el control de los yacimientos pe­trolíferos. La “separación” de las po- blaciones que, en Bagdad por ejem­plo, están altamente mezcladas, equivaldría a una ‘limpieza étnica’, lo que podría ser un objetivo deseado por el imperialismo. Turquía se opone a la autonomía kurda, mientras que Israel la impulsa con todo.


No hay alquimia que evite la catás­trofe. Sólo después de aplastar por es­tos métodos toda resistencia, podría es­tablecerse la fachada de un régimen par­lamentario. La posibilidad de una autén­tica democracia pasa por la derrota del imperialismo.