Irán: el recule de Trump y los tambores de guerra

No a la intervención imperialista

Trump anunció este lunes nuevas sanciones económicas contra Irán, tras un abortado ataque militar contra la nación persa que fue el colofón de una serie de incidentes en la zona, entre ellos los atentados contra buques mercantes cerca del Golfo Pérsico, los ciberataques contra objetivos militares y de inteligencia iraní y el envío de nuevas tropas yanquis a la región. Las cosas se venían calentando: Trump incorporó este año a la Guardia Revolucionaria iraní en la lista de grupos terroristas y reforzó las sanciones económicas (prohibición de compra del petróleo iraní, sanciones a la industria petroquímica), en tanto que Irán anunció que en pocos días superará los límites de enriquecimiento de uranio (y en unas semanas más, de agua pesada) establecidos en los acuerdos de Viena. En el medio, fracasó una mediación japonesa.


El imperialismo yanqui es responsable de esta escalada debido a sus provocaciones constantes en la región, donde tiene apostados decenas de miles de soldados (15 mil en Kuwait, 10 mil en Qatar, 9 mil en Irak, 7 mil en Bahrein y 5 mil en los Emiratos, según un informe de Resumen Medio Oriente del 30/1/18). Sobre el ataque a los buques, se apresuró en señalar a Irán sin ningún tipo de evidencia.


El recule de Trump en la agresión militar, cuyo pretexto era el derribo de un dron espía que invadió el territorio iraní, es expresivo de las vacilaciones, divisiones e inclusive las improvisaciones que caracterizan al gobierno yanqui en su política exterior. El propio magnate norteamericano ya había expresado públicamente sus dudas con la política de dos de sus halcones, el asesor de seguridad John Bolton y el canciller Mike Pompeo, proclives a un ataque militar. 


Trump ha tratado de resolver esta tensión aumentando las sanciones y planteando, al mismo tiempo, que “todas las opciones están sobre la mesa”, al estilo de lo que suele decir sobre Venezuela.


Que sí, que no…


Las vacilaciones en el gobierno norteamericano traducen las dificultades que el imperialismo yanqui ha encontrado en el último período. En Afganistán se encuentra empantanado y en el conflicto sirio ha perdido influencia. En el caso de Venezuela, ha resultado un blef el patrocinio del golpista Juan Guaidó, quien protagonizó dos sublevaciones frustradas y tiene dos alfiles enredados en un escándalo de corrupción por la malversación de la ayuda extranjera para financiar a la disidencia militar. También en el terreno de la guerra comercial se topa el gobierno con todo tipo de obstáculos y disensiones internas.


Trump se retiró de los acuerdos firmados por Obama en 2015, suscriptos también por europeos, rusos y chinos, que habían establecido un límite en la carrera nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones económicas.


Detrás de la reinstauración de dichas sanciones, que implicaron un golpe a las inversiones europeas, y de la bravata belicista, Trump busca arrancar mayores concesiones de Irán respecto a su proyecto misilístico y que detenga el apoyo a Hezbollah, la milicia chiíta que juega un rol clave en Siria. Las monarquías del Golfo e Israel acompañan a los yanquis en este propósito. En Jerusalén se acaba de producir un cónclave Bolton-Netanyahu, que según algunos medios tenía como propósito discutir la erradicación de la ‘influencia iraní’ en la frontera sirio-israelí. Israel viene efectuando ataques, con decenas de muertos como saldo. Simultáneamente, Pompeo visitó Arabia Saudita y los Emiratos para aislar a la nación persa.


Trump está buscando un logro en política exterior que lo reposicione en el frente interno de cara a las próximas elecciones presidenciales.


Un conflicto militar entre Estados Unidos e Irán equivaldría a un incendio del Medio Oriente, puesto que uniría en un mismo tablero esa confrontación con la guerra siria y probablemente la de Yemen. Y tendría un hondo impacto en el precio del petróleo. Detrás del conflicto aparecen los intereses cruzados de los yanquis, las monarquías del Golfo, el sionismo, los turcos, los rusos, los chinos y el propio régimen teocrático.


Europa y Rusia


El gobierno iraní reclama el levantamiento de las sanciones económicas como condición para sentarse a negociar. Como parte de los intentos por forzar esa negociación, hizo los anuncios de enriquecimiento de uranio. Tras la ruptura de los acuerdos de Viena, el primer ministro Hassan Rohani, que llegó al poder a través de una coalición de “moderados” y “reformistas”, se vio obligado a endurecer sus planteos. Contradictoriamente, las sanciones amplían el margen de acción de la Guardia Revolucionaria Islámica y de los sectores más conservadores al interior del Estado. 


Si bien las potencias europeas han rechazado las acusaciones de Trump sobre una mano iraní detrás de los ataques a los buques mercantes, y defienden el regreso a las negociaciones, también se colocan en el fondo en una línea de extorsión sobre Irán. Un editorial del diario madrileño El País (18/6) afirma que la “violación definitiva” del tratado, por referencia al traspase de los límites de enriquecimiento de uranio, “no les dejará más remedio” a los europeos que “volver a un estado anterior de sus relaciones con Teherán”. Incluso Rusia ha expresado su oposición al retome del plan nuclear.


Irán, puertas adentro


Las sanciones económicas, por lo pronto, van haciendo un trabajo de ahogo sobre el régimen de los ayatollahs y la población persa. La economía retrocedió el año pasado y se espera una contracción del 6% del PBI para 2019. Miles de fábricas han cerrado. El desempleo asciende al 27% en la juventud (según cifras extraoficiales es aún más alto). A esto se añade el brutal ajuste del régimen contra las masas (derrumbe salarial, privatizaciones, fin de los subsidios a los combustibles y alimentos, tercerización y precarización laboral). Pese al cuadro represivo, se han producido movimientos reivindicativos este año de maestros y azucareros, entre otros sectores. En enero del año pasado se produjo una revuelta. Las mujeres liberan su propia lucha contra la opresión teocrática.


Provisoriamente, Trump ha elegido acentuar las sanciones. Pero el ataque militar está en la paleta de opciones de su gobierno. Es necesario rechazar enérgicamente las sanciones y cualquier intervención imperialista en Irán. El imperialismo es el principal factor de desestabilización de la región. Dicho en otras palabras, es sinónimo de barbarie.