Desde 1970, Israel robó a los obreros palestinos que trabajan dentro de sus fronteras más de 2.500 millones de dólares. Un 20% de los salarios les fue descontado para la seguridad social, sólo que los palestinos no tienen derecho a esas prestaciones (jubilación, prestaciones por desempleo, seguros por incapacidad, beneficios por hijos, tasas sindicales, fondos de pensiones, prestaciones por enfermedad y vacaciones y seguros sanitarios). Los palestinos sólo tienen derecho a prestaciones por invalidez en caso de accidente de trabajo y a un seguro de desempleo temporario si su patrón quiebra. A los casi 50.000 palestinos de Cisjordania que trabajan en Israel se les sigue descontando esas contribuciones.

El informe, “Robos estatales”, fue recopilado por dos grupos de derechos humanos, el Centro de Información Alternativa y Kav La’Oved, y publicado por Counterpunch. La “estafa” continuó después de la creación de la Autoridad Palestina (1994), aunque se suponía que en parte iría a parar a un fondo especial destinado a los trabajadores palestinos

Cómplice en el engaño y el robo es el Histadrut, la federación obrera israelí, que les descuenta una cotización mensual aunque los palestinos no tienen derecho a afiliarse ni tienen representación sindical en los conflictos. La Histadrut está implicada en otra estafa. En 1990 se acordó exigir que los trabajadores palestinos pagaran a la industria de la construcción israelí un impuesto extra del 2% para promover la formación de inmigrantes judíos provenientes de la Unión Soviética, que los habrían de reemplazar en sus puestos de trabajo.

Para más escándalo, el Ministerio de Hacienda reconoció que la mayor parte del dinero fue destinada a financiar las colonias judías establecidas en los territorios ocupados. Por si no bastara: con los descuentos a los trabajadores palestinos, Israel compró también estufas portátiles para los soldados que perpetraron la masacre contra Gaza en 2009.