Italia: De Menem a De la Rúa


‘Chau’ Berlusconi


 


La coalición de derecha perdió el gobierno y con ella un ala ‘nacional’ y pronorteamericana de la burguesía peninsular, que en los últimos años había visto un desplazamiento relativo de los grandes capitales tradicionales (conocidos como ‘salotti buoni’) en beneficio de grupos nuevos que han emergido de las operaciones financieras e inmobiliarias, que rindieron grandes lucros a sus protagonistas (recientemente bautizados como ‘furbetti’). El propio Berlusconi corre el riesgo de enfrentar ahora un renovado ataque judicial como consecuencia de la riqueza que acumuló por medios ilegítimos. Luego de la derrota de Aznar en España; del marcado retroceso político que registran Bush y los republicanos en Estados Unidos; y de la irrevocable declinación del inglés Blair; muchos comentaristas ven en el desplazamiento de Berlusconi la definitiva descomposición del ‘eje del mal’ que impulsó la guerra en Irak y una victoria de los intereses vinculados al fortalecimiento de la Unión Europea (estos cambios probablemente condiciones las posibilidades de Nicolás Sarkozy en las elecciones francesas del año que viene). En consecuencia, la pérdida del gobierno por parte de la derecha italiana altera el equilibrio de fuerzas entre las dos fracciones principales de la burguesía mundial. Habría que agregar que Berlusconi ha sufrido en este marco una derrota particular, porque su partido, Forza Italia, retrocedió cinco puntos y perdió posiciones relativamente dentro del bloque llamado Casa de la Libertad (CdL).


 


Dicen que soy aburrido


 


La coalición de centro-izquierda no consiguió, sin embargo, una victoria. Es que proclamada ampliamente ganadora por las encuestas previas y por la tendencia general de las distintas clases sociales, la llamada Unione sólo logró al final una diferencia a favor de apenas veinticinco mil votos a Diputados, mientras que sólo consiguió una mayoría de un senador en la otra Cámara como consecuencia de los votos en el extranjero (aunque aquí es probable que alguno de los senadores se ‘borocotice’). Dada las características que tiene el régimen parlamentario, o sea una intrincada burocracia de comisiones y asesorías sujetas a procedimientos intrincados), el margen de ventaja de la Unione no le da posibilidades de gobernar en forma autónoma. Por eso se introdujo la posibilidad de que se establezca algún tipo de “gran coalición”, sea entre los dos bloques, sea entre las llamadas alas ‘reformistas’ de cada uno de ellos, sea en torno a las cuestiones fundamentales, en especial en materia de defensa y de política exterior. Dentro de la Unione salieron derrotados todos sus componentes, en primer lugar su partido más importante, los ex PC de la Democrazia de Sinistra, que quedaron con el diecisiete por ciento de los votos, lo mismo que el viejo PC sacó, él solo, en 1972. Tampoco los socios del próximo primer ministro, Prodi, el partido Margherita, pudieron crear un fiel de la balanza de gobierno, con apenas el diez por ciento. Quien sí registró un avance, en especial en el Senado, en lo que tiene que ver con el número de representantes, fue Rifondazione Comunista, pero con una nula capacidad de política propia, dada la dependencia en que quedó la coalición centro-izquierdista que integra respecto a la derecha. Esta derrota generalizada de toda la política oficial incapacita al régimen político italiano para liquidar la herencia de corruptela y de sometimiento diplomático que deja el gobierno de Berlusconi y todavía más de proceder a una limpieza de establo del entramado de intereses capitalistas que llevaron en los últimos años a una bancarrota importante de sus capitales. En los círculos gobernantes de Italia y del exterior se difunde una necesidad, que no puede ser sino ficticia, de ‘unidad nacional’. La Unione, en cuanto expectativa de ‘reforma política’, ha fracasado antes de comenzar.


 


El blindaje


 


Nada ilustra mejor este empantanamiento que los contubernios que se realizan para designar al próximo Presidente de Italia, que le compete al parlamento. Una de las dos principales figuras de la Democrazia de Sinistra, el primer ministro D’Alema, no vaciló en proponer un pacto a Berlusconi sobre este tema. D’Alema es una conexión muy antigua de la izquierda con la derecha, pues una década atrás había ‘arreglado’, también con Berlusconi, un sistema electoral bi-polar — que se vino abajo en las vísperas de las recientes elecciones. Berlusconi manifestó su disponibilidad, pero además aprovechó la ocasión para poner a la Unione ante la alternativa de una coalición o de una implacable guerrilla para derribarla en menos de un año. Hay que decir que Berlusconi y D’Alema también tienen en común la defensa de los capitalistas furbetti’ (el ex ‘comunista’ estuvo involucrado en el intento de copamiento de la Banca Nazionale del Lavoro por parte de una alianza de ‘inmobiliaristas’ y ‘cooperativistas’).


 


Todo hace pensar que Prodi pretende salir de este laberinto…’por arriba’. Lo demostraría así la probable designación, para el ministerio de Economía, de un ex director del Banco Central Europeo, Padoa-Schioppa, o sea dejar la política económica en manos de un ‘técnico’ (“oltre Unione”, dice un diario, ‘más allá de la Unione’) y fundamentalmente en manos de la Comisión Europea. El gobierno Prodi aplicaría un plan supervisado por la Comisión para reducir el déficit de presupuesto, a cambio del respaldo de la Unión Europea (o sea de las finanzas alemanas) contra una fuga de capitales o una crisis del financiamiento del Tesoro italiano (el apoyo financiero sería de 25.000 millones de euros, según La Repubblica, 24/4). El propio Paoda-Scioppa traza una perspectiva optimista para una gestión europeízante, afirmando que “lo peor ya pasó” (Corriere, 3/4). El ministro ‘in pectore’ evalúa que existió un riesgo real de desintegración de la UE, aunque se cuida muy bien de no responsabilizar por ese ‘riesgo’ a la acción de pinzas del cuarteto Bush, Aznar, Berlusconi, Blair, y atribuirlo en cambio al No francés en el referendo del año pasado sobre la Constitución europea. Asegura que el estancamiento económico de Europa ha sido superado y que el nuevo gobierno alemán impulsa a fondo la integración de la parte oriental del continente (en esto consistiría el ‘distanciamiento’ relativo de la primer ministro alemana respecto a Putin, con relación a la política del ex primer ministro, Schröeder). A cambio del apoyo de la Comisión Europea, Prodi deberá cortar los gastos sociales, profundizar la flexibilidad laboral y subvencionar la ‘investigación’ y la ‘innovación’. Más allá de esto deberá dar piedra libre a las posibilidades de acaparamiento del mercado italiano por parte de capitales europeos.


 


Todos estos planteamientos tienen mucho de ‘ya visto’, pues fue exactamente lo que el FMI le recomendó al trío De la Rúa-Machinea-Chacho Alvarez, en 1999. Incluso con circunstancias económicas que son relativamente similares, al menos en lo que respecto al encarecimiento del financiamiento internacional, pues en el mundo las tasas de interés se encuentran en ascenso. De aquí que la palabra Argentina se encuentre con tanta frecuencia en las páginas económicas que tratan de la situación italiana. La corriente de la burguesía italiana que prevé que el plan de la Comisión Europea provocará una recesión en Italia, plantea como salida una privatización generalizada del patrimonio cultural del país para reducir el conjunto de la deuda pública, sin tener que deprimir para ello la demanda interior por medio de más impuestos y menos gastos. Lo notable es que incluso este remate requeriría apoyo financiero internacional, porque por si solo no sería suficiente. Italia tiene una deuda pública ‘oficial’ del 107% del PBI, pero muchos opinan que una contabilidad transparente demostraría que es del 120%.


 


Del Frepaso a Rifondazione Comunista


 


Pero la condición más importante, que le ponen a Prodi y a la Unione, para ganar el apoyo de la UE, es que no haga una política ‘tercermundista’, o sea que no se retire de Irak. La UE apoya oficialmente el ‘retiro’ que dice estar realizando Bush, mediante la transferencia del gobierno a una coalición interna de Irak. Efectivamente, la Unione ya viene diciendo que el retiro no será ‘subito’ y que Italia mantendrá e incluso reforzará su intervención en la reconstrucción económica de Irak. Para los que han apoyado a la Unione en nombre del ‘pacifismo’ y de la ‘no violencia’ en ‘cualquier circunstancia, les quedará tragarse un sapo enorme. Bertinotti lo hará con una satisfacción enorme: de un lado, porque obtuvo lo que buscaba, la presidencia de Diputados, y del otro lado, porque ha pasado a representar orgánicamente los intereses de la Unión Europea a partir de la inminente formación de la Izquierda Europea, una coalición de partidos centroizquierdistas ‘socializantes’.


 


Para concluir, Italia se parece a Argentina no solamente en lo que le espera en economía —aunque hay que decir que por la cantidad de bancarrotas fraudulentas que ha registrado en el pasado reciente Italia ya ha dado pasos ciertos hacia un 2001. Se parece por sobre todo en la política, porque la Unione es a las grandes huelgas italianas de 2002 a 2004 y a las grandes movilizaciones antiglobalización, lo que la Alianza fue para las grandes marchas federales y movilizaciones anti-menemistas — o sea, un aborto. En ambos casos un movimiento popular que englobó a varias clases sociales desembocó políticamente en un fraude fenomenal, en especial como consecuencia de la incapacidad política de sus direcciones. El apoyo internacional y las frustraciones populares podrán ofrecerle a Prodi un período político de inmovilismo, que la Unione confundirá con estabilidad. La ‘guerrilla’ que promete Berlusconi podrá ser neutralizada por la presión de la burguesía internacional y por las mediaciones de los partidos ‘centristas’ de la derecha y del Vaticano. Pero el destino de partidos como Rifondazione Comunista se asemejará por sobre todo al Frepaso y el malabarismo de Bertinotti acabará donde acabó el charlatanerismo de Chacho Alvarez. Es muy acertada, por eso, la campaña de nuestros compañeros de Progetto Comunista, para producir una delimitación política de cuadros, militantes y corrientes al interior y exterior de Rifondazione Comunista, para alcanzar una nueva refundación comunista consecuentemente revolucionaria.