Internacionales
23/6/2011|1182
Italia: el último capítulo de Berlusconi
Liquidación de inventarios
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En tan solo un mes, Silvio Berlusconi recibió dos derrotas electorales que han dejado a su régimen virtualmente acabado; perdió las municipalidades de Nápoles y Milán, en segunda vuelta, luego de otras pérdidas importantes en la primera ronda. Pero los ganadores, que fueron apoyado por el centroizquierda tradicional, no vienen de ella sino de sus márgenes – Rifondazione Comunista o Italia dei Valori. En el referendo quedó abolido su intento de privatizar el agua y lo mismo con la ley de “legitimo impedimento”, concebida para que pueda zafar de la Justicia. Lo peor, si cabe, es que su único aliado, la Lega Nord, cuyo progreso electoral había sido imparable y amenazaba fortalezas del centro y sur del país, fue duramente castigada y ha vuelto al útero de su feudo en Padania. “La Lega ha sido severamente castigada junto con Berlusconi, abandonada por una base popular enfurecida, desilusionada con una alianza con el PDL que le está erosionando el consenso y la credibilidad” (Corriere, 31/5).
A estas calamidades hay que sumar el ahondamiento de las divergencias en la burguesía acerca de la crisis, que se manifiesta en un choque abierto entre el Banco de Italia y el Ministerio de Economía. La oposición de derecha, Fini, así como el centroizquierda, el Partido Democrático, se han alineado con el Banco Central, que reclama un fuerte corte fiscal a la patronal y la extensión del convenio Fiat-Pomigliano al conjunto de la clase obrera -una virtual liquidación del derecho laboral. La reducción de impuestos, advierte The Economist (13/6), “podría abrir una etapa de laxitud fiscal en Italia que, a su turno, tendría preocupantes efectos sobre la estabilidad del euro” -esto cuando la agencia Moody, acaba de anunciar que bajará la nota de Italia debido al monto de su deuda pública, que equivale al 120% del PBI. En la misma línea, la principal cámara patronal del país (Confindustria) reclamó la “máxima cohesión a la mayoría y a todas las fuerzas políticas” para asegurar el plan de reducción de las cuentas públicas propuesto por el ministro de Economía, “frente al grave deterioro de la situación financiera internacional” (Corriere, 19/6).
La disgregación del berlusconismo va acompañada de una disgregación de la oposición. “Además de un malestar generalizado con el gobierno, las elecciones locales también demostraron una nueva fragmentación del cuadro político” (Financial Times, 13/6). Los principales triunfadores provienen, como decimos, de partidos pequeños y diversas rupturas del centroizquierda, que fueron además los impulsores más decididos del referéndum de mediados de junio. No existe un acuerdo tampoco sobre cómo proceder a la liquidación de Berlusconi: el argumento para no voltearlo con un voto de censura es la necesidad de una nueva ley electoral que derogue el llamado “premio de mayoría”. Reclamar un retorno a la proporcionalidad en plena disgregación política no es una propuesta muy imaginativa. Las dos centrales obreras que mantenían una postura afín al gobierno, la CISL y la UIL, y en particular con la Cofindustria, reclama ahora “un ‘urgente programa para reducir los impuestos a los trabajadores’ o, en caso contrario, ‘que el gobierno se vaya de una buena vez'” (Clarín, 19/6).
La historia de Europa está plagada de ejemplos de “fin de regne”, cuyo impasse sólo acaba siendo desobturado por una intervención enérgica de las masas populares. Es lo que ocurrirá en Italia, que ya ha registrado expresiones de resistencia obrera militante y que ahora ha sido ganada a la movida de los Indignados.