Italia en la picota: Renzi y la exhuberante debilidad

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Giorgio Napolitano, el presidente de Italia, acaba de encargar la formación del nuevo gobierno italiano, otra vez, a un funcionario no electo, violentado el proceso de un régimen parlamentario. El turno le tocó ahora a Matteo Renzi. Antes había sido el turno de Enrico Letta y, con anterioridad, el ‘gobierno técnico’ de Mario Monti (todo sin convocar a elecciones). Una república semiparlamentaria ha dado paso a un precario régimen semipresidencial. Una suerte ‘bonapartismo senil’, “No solamente por la edad del presidente, casi nonagenario, ni por las limitaciones a su capacidad de acción política, sino porque es el conjunto del sistema político que está en trámite de jubilación” (Jorge Altamira; “Italia: bonapartismo senil y estado de excepción”).
Renzi sube al poder luego de pactar con Berlusconi un proyecto de “reforma constitucional” que ha anunciado como su tarea principal. Pretende eliminar el Senado y establecer un sistema electoral de circunscripciones, que limite el sistema de partidos a dos o tres. Con la misma finalidad, establecería también una especie de “bonus” de diputados extras que excedan la mera representación proporcional para asegurar una mayoría absoluta en el Parlamento.

El gesto ampuloso no se corresponde con la realidad. Como apuntó el corresponsal de Clarín: “Berlusconi ya trabaja para que a Renzi le pase más o menos lo mismo que a Letta”. Ni Renzi ni Berlusconi controlan a sus propios grupos parlamentarios, de modo que el propio bipartidismo se encuentra minado por dentro. Aunque Renzi no ratificó a la candidata de Napolitano en el Ministerio de Exteriores, éste le impuso al ministro de Economía, algo fundamental para asegurar la continuidad de la política deflacionaria. Renzi, sin embargo, se candidateó para hacer una reactivación de la industria.

Renzi ratificó la intención de lanzar un plan de “empleo joven”, basado en la precarización generalizada y la extensión masiva de pasantías, e impulsar la sindicalización por empresa. La “reforma política” sería así complementada con un ataque en regla al movimiento obrero. Este plan fue saludado por los ‘mercados’ con la suba de la cotización de la deuda públca de Italia.

Pablo Rieznik