Italia, “tutti a casa”

Las elecciones italianas han desencadenado un tembladeral político que repercute en toda Europa. Con tan solo 29%, la centroizquierda de Pier Luigi Bersani obtuvo una victoria pírrica, porque quedó en minoría en el Senado, donde Berlusconi lo supera por trece escaños -lo cual le impide formar gobierno. Mario Monti, el ex premier "técnico", apenas superó el 10%. La figura fue el Movimiento 5 Estrellas del ex cómico Beppe Grillo, que apabulló a todos: en su primera campaña nacional se convirtió en el primer partido en la Cámara con el 25,5% de los votos y el tercero del Senado con el 23,7%.


Las elecciones sellaron el desbarranque de la alternancia de las dos últimas décadas. La alianza de centroizquierda que encabeza el Partido Demócratico perdió unos 3,6 millones de votos. Berlusconi logró obtener, con sus aliados, casi un 30% -una sangría de cuatro millones de votos desde 2008.


El Movimiento 5 Estrellas capitalizó el derrumbe al grito de "¡todos a casa!". Hay quienes rescatan su planteo de no pagar la deuda, salir del euro y nacionalizar los bancos -pero se trata de una necedad, porque su programa es un amasijo de incoherencias. Un par de días después de las elecciones, el gurú de Goldman Sachs, Jim O'Neill, declaró su "entusiasmo" con el éxito político de Grillo (Il corsare, 2/3). No obsta para admitir que el electorado acogió slogans radicales. En el único lugar donde gobierna, la ciudad de Parma, el M5E continuó con la política de privatización de las guarderías de niños. Se niega a formar gobierno con otros partidos o dar el voto de confianza a cualquier coalición que reciba la aprobación del Presidente. El éxito de la ‘antipolítica’ expresa la descomposición del régimen y es, a la vez, su válvula de escape.


No se salva nadie


¿Cómo se sale del atolladero? La posibilidad de un gobierno de coalición de Bersani con Monti quedó bloqueada por la pésima elección del ex primer ministro. Viejos dirigentes del Partido Democrático sugirieron la posibilidad de un gobierno de emergencia nacional con Silvio Berlusconi, ‘una bella catastrofe’.


Cuando ya han pasado diez días desde las elecciones, el empantanamiento es total. Bersani ha planteado su intención de formar un gobierno en minoría, y gobernar mediante acuerdos puntuales con otros partidos. La coalición de Berlusconi rechazó la propuesta: la derecha sí quiere un gobierno de doble, triple o cuádruple coalición. De lo contrario, reclama la convocatoria a nuevas elecciones para el mes de junio.


Para el Financial Times, "es poco probable que el presidente Napolitano pida a Bersani que forme gobierno, dado que sabe que caería ante el primer voto de confianza en el Senado" (6/3). Napolitano estaría evaluando un segundo gobierno "técnico", pero incluso para ello es necesario el apoyo de Berlusconi o de Grillo -algo que Grillo podría aceptar si el parlamento, en el intervalo, modifica las leyes electorales que favorecen a los partidos tradicionales. Para complicar más las cosas: el propio mandato de Napolitano está a punto de terminar, a comienzos de mayo, con lo cual queda a cargo de este parlamento ingobernable la elección del próximo presidente. En Italia no hay reelección, pero ¿quién sabe?


El régimen político italiano está en el limbo, mientras la economía sigue cayendo. En los últimos dos años, la reducción del PIB y la destrucción del valor añadido y de los puestos de trabajo sólo es comparable a lo que ocurrió después de la última guerra mundial (La Reppublica, 1/3); la deuda es equivalente al 127% de su PBI y alcanza la friolera de dos billones de euros. La preocupación del capital financiero es que "el auge de ‘movimientos parapolíticos’ (ponen en duda) la legitimidad del proyecto europeo" (9/3).