La Asamblea Constituyente y el contagio argentino

La crisis capitalista que golpea con furia a América Latina se desarrolla en un cuadro de realidades políticas parcialmente diferentes. En especial en Uruguay y Brasil, donde las expectativas populares transitan por la posibilidad de gobiernos del tipo del Frente Amplio (aunque recién ¡para el 2005!) o de Lula. Más que “¡Que se vayan todos!”, en Brasil y Uruguay el reclamo popular parecería ser “¡Que vengan Lula y el FA!”.


Las diferencias, sin embargo, son más que nada aparentes. En primer lugar, porque la perspectiva en Brasil, y quizás más tarde en Uruguay, de que el centroizquierda con base en el movimiento obrero será llamado a ejercer funciones de gobierno, es decir a protagonizar directamente el rescate del régimen burgués en crisis, no está descartada en Argentina, donde los sondeos electorales le dan a Zamora y a Carrió las mayores preferencias.


Es que el ascenso del centroizquierda al gobierno, no modifica la realidad de que gobernaría en el cuadro del régimen político existente.


Se plantea, entonces, con relación a los partidos y coaliciones que gozan de la simpatía del movimiento obrero, la necesidad de que destituyan a todas las autoridades del régimen político y que el poder político pase a una Asamblea Constituyente, que les dé los instrumentos y el poder para gobernar, no al servicio de los capitalistas sino del pueblo explotado.


Si esto es válido en Brasil, cuánto más lo es para Uruguay. ¿Los trabajadores y los explotados uruguayos están dispuestos, como parece estar dispuesto el FA, a “esperar pacientemente” tres años más de un repudiado gobierno fondomonetarista blanqui-colorado para que, recién entonces, asuma el gobierno el “progresismo”?