La catástrofe sanitaria en Brasil

Manaos se queda sin oxígeno para los pacientes con Covid-19.

El Estado brasileño de Amazonas, que en los primeros meses de la pandemia se hizo tristemente conocido por las fosas comunes debido a la gran cantidad de muertos por Covid-19, volvió a ser noticia por la falta de oxígeno en los centros de salud, lo que ha provocado la muerte de numerosos pacientes.

Estos hechos se concentran en Manaos, la capital estatal. “Hay relatos de que un ala entera de pacientes [de uno de los hospitales] ha muerto por no tener tubos de aire. Además de las muertes, el peligro de generar problemas cerebrales permanentes es alto”, le dijo a la prensa brasileña el científico del laboratorio federal Fiocruz Amazonia, Jesem Orellana.

Durante el día 14, algunos de los hospitales quedaron hasta cuatro horas sin oxígeno y se debió convocar a residentes para realizar ventilación manual. Los medios informan de situaciones desesperantes.

El Estado necesitaría el doble del oxígeno que los proveedores pueden proporcionar diariamente. Se está recurriendo a la derivación de algunos pacientes a otras regiones y se baraja la posibilidad de traer el elemento desde otros estados y desde la vecina Venezuela, siempre vapuleada por el presidente Jair Bolsonaro, que se plegó al intento de golpe de Estado.

Mientras tanto, hay una fuerte especulación. Los precios se han disparado y algunos familiares han debido pagar hasta 570 dólares para acceder a un cilindro de oxígeno. Los sectores populares son siempre los más golpeados por la pandemia. Familiares de los pacientes cortaron una avenida frente al Hospital 28 de agosto, para reclamar el suministro.

El procurador del Estado de Amazonas asegura que el Ministerio de Salud, que conduce el general Eduardo Pazuello, fue avisado cuatro días antes de que habría una crisis con el abastecimiento de oxígeno.

El Estado de Amazonas, donde ocurre el desastre, está gobernado por Wilson Miranda Lima, del Partido Social Cristiano, una fuerza política derechista dirigida por evangelistas.

Brasil superó en los primeros días de este mes las 200 mil muertes por coronavirus, ubicándose en este registro solo por detrás de Estados Unidos. Hay siete estados en que ya están ocupadas el 80% de las camas de terapia intensiva (Télam, 14/1). Los casos aumentan en todo el territorio.

El gobierno de Bolsonaro y los gobiernos estaduales son responsables de la catástrofe sanitaria en Brasil. Ambos han llevado adelante un desfinanciamiento sistemático del sistema de salud y han menospreciado la gravedad de la pandemia. El presidente se opuso al establecimiento de medidas de aislamiento social y los gobernadores aplicaron cuarentenas limitadas, que fueron levantando en función de los reclamos de los grupos empresarios.

Pero además, transfieren la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. El desempleo se ha disparado a más del 14% y ha crecido la pobreza.

Es necesario un programa de los trabajadores frente a la pandemia, que parta de la centralización del sistema de salud, la triplicación inmediata de su presupuesto, comisiones de seguridad e higiene en los lugares de trabajo y los barrios, y la prohibición de despidos.

El cierre de Ford en Brasil (prensaobrera.com)