La CIA y los Talibanes

(…) Aquellos que han seguido el mejoramiento de las relaciones entre la administración Bush y Kabul están preguntando por qué la administración Bush no fue alertada de un inminente ataque por parte de sus canales talibanes. De acuerdo con fuentes próximas al Talibán y al Jamiaat-i-Islamy Party *el movimiento fundamentalista paquistaní que nutrió y entrenó al Talibán*, un alto funcionario del Jamiaat, Qazi Husein Ahmad, viajó recientemente a Londres y a Washington. En Washington, se informó, restableció lazos con los viejos contactos del Talibán en la CIA durante las administraciones de Reagan y la de Bush padre.


Ahmad es el segundo radical islámico que ha sido bien recibido en Langley (sede de la CIA) en los meses recientes. Apenas se estableció la administración Bush, el embajador itinerante, Rahmatullah Hashami, se entrevistó con altos funcionarios de la CIA, el Departamento de Estado y el Pentágono en una reunión arreglada por Laili Helms, la representante no oficial de los talibanes en Estados Unidos y sobrina política de Richard Helms, antiguo director de la CIA y embajador norteamericano en Irán.


De acuerdo con fuentes paquistaníes, los veteranos talibanes y paquistaníes de la guerra mujaheddin dirigida por la CIA contra la Unión Soviética, han estado entusiasmados por restablecer los viejos lazos con el ex jefe de la CIA en el sudeste de Asia, Richard Armitage, actualmente segundo del secretario de Estado, Colin Powell, y con Christina Rocca, secretaria de Estado asistente para el sudeste de Asia, que es una veterana con 15 años en las operaciones del directorio de la CIA, una posición en la cual también se relacionó con las guerrillas islámicas. Rocca se había reunido previamente en Islamabad (capital de Paquistán) con Mullah Abdus Salam Zaeef, el embajador talibán en Paquistán, y su asistente, Sohail Shaheen. Armitage, sin embargo, es considerado un anti-talibán, porque favorece la restauración en el poder del antiguo monarca afgano derrocado, Zahir Shah.


Powell se mostró contrariado por el restablecimiento de los lazos con los talibanes y los islámicos paquistaníes pero aparentemente fue sobrepasado por los intereses dominantes de la CIA en la administración. Fuentes de inteligencia puntualizan, por su parte, que la CIA quería restablecer contactos con los turbios frentes de traficantes de armas y de drogas ex mujaheddin y aliados de los talibanes en Rawalpindi y Peshawar. De acuerdo a una alta fuente del gobierno norteamericano, los mayores respaldos de los talibanes son la CIA y la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado (BIR). La fuente dijo que la CIA siempre argumentó que Bin Laden fue “exagerado” como una amenaza.


Los Estados Unidos se han inclinado recientemente hacia los talibanes y contra la anti-talibán Alianza del Norte del general Ahmed Shah Massoud. El Departamento de Defensa apoya ampliamente a Massoud, pero la CIA y el Departamento de Estado argumentan que apoyar al general pondría a Estados Unidos en el mismo bando que Rusia e Irán, los dos mayores respaldos de aquél. Massoud fue el blanco de un intento de asesinato suicida con bomba por dos aliados de Bin Laden, disfrazados como periodistas de televisión, el día previo al ataque en Estados Unidos. Pero esto no impidió a las fuerzas de Massoud lanzar un ataque de misiles contra el aeropuerto de Kabul la noche del 11 de setiembre *para deleite de muchos norteamericanos, muchos de los cuales se sorprendieron de que no fuera un ataque militar norteamericano.


Después de un período de recuperación y duelo, Washington volverá a su tradicional estilo acusador. Por lo tanto, la CIA y otros funcionarios de la administración Bush que tienen estrechos lazos con el Talibán deberían ser interrogados por el Congreso sobre la naturaleza de sus relaciones con los protectores de Bin Laden. Para empezar, el director de la CIA George Tenet debería ser interrogado acerca de qué recibió Estados Unidos a cambio de haber incluso hablado con los brutales mullahs que gobiernan Kabul. El Departamento de Estado debería ser interrogado acerca de por qué ha impedido que el movimiento de Massoud ocupara la embajada vacante de Afganistán en Washington, incluso aunque es reconocido por las Naciones Unidas como el legítimo gobierno de Afganistán.


Finalmente, el pueblo norteamericano merece saber por qué la administración Bush, a través de sus palabras y sus acciones, ha dado un apoyo tácito a un gobierno que ha provisto un refugio seguro al hombre que puede ser el mayor asesino de masas de civiles norteamericanos en la historia de la nación.


Extractado de un artículo publicado en In These Times.