La crisis del capitalismo en Alemania, después de las elecciones

Gerhardt Schroèder prometió durante la campaña electoral no aumentar los impuestos y “defender las conquistas sociales” de los trabajadores. Pero después de ganar las elecciones pretende cubrir exactamente al revés el “agujero” fiscal de 14.000 millones de dólares. Naturalmente, el 56% de los alemanes “se siente traicionado por el canciller, (cuya) popularidad cae en picada” (El País, 30/10).


Schroèder ya anunció la reducción de 1.400.000 seguros de desempleo de larga duración; la extensión de la duración de los contratos temporarios de bajos salarios; un subsidio de 100.000 dólares a las empresas por cada desempleado que tomen por el lapso de un año. También adelantó que pretende retrasar la edad de retiro y “reformas de largo alcance en el mercado laboral” (Financial Times, 1/11) tendientes a “flexibilizar las condiciones de contratación”.


Alemania enfrenta el “peligro de una deflación” (Financial Times, 14/9). La economía alemana está estancada; “las empresas están yendo a la quiebra en número récord” (Business Week, 2/9): en el primer semestre de este año, las quiebras crecieron un 30% respecto del año anterior, pero “el pico recién se alcanzará el año próximo” (Le Monde, 24/10). “Una proporción creciente de las empresas que van a la quiebra son curtidas empresas de más de un siglo de vida, (como) el banco Gontard, establecido en 1726” (ídem) y grandes grupos capitalistas como el imperio televisivo Kirsch, la constructora Holzmann, la fábrica de aviones Dornier, la de electrodomésticos Grundig o el conglomerado Babcock. En apenas 18 meses, la Bolsa alemana perdió el 45% de su valor. La caída estrepitosa de las acciones tecnológicas alemanas, y en particular de sus dos “joyas” –la MobilCom (en quiebra) y la fuertemente endeudada Deutsche Telekom–, llevó al cierre de la Nueva Bolsa de Frankfurt.


“No hay margen para salvatajes” (ídem): los bancos “tienen sus propios problemas y deben salvarse a sí mismos” (Business Week, 2/9). “Los bancos alemanes viven una crisis sin precedentes” (Le Monde, 22/5). El Deutsche Bank debió casi triplicar sus previsiones por incobrabilidad. Peor es la situación de otros de los grandes bancos, como el Commerzbank o el Dresdner, cuya cartera de créditos incobrables es considerada “extremadamente preocupante” (Financial Times, 14/4).Como consecuencia de la situación del Dresdner, las acciones del grupo Allianz, su propietario, perdieron el 63% de su valor en los últimos ocho meses. Los rumores acerca de una “crisis de liquidez” del Commerzbank estuvo a punto de desatar una “corrida bancaria” similar a la argentina o la uruguaya. La marcha de Alemania hacia la deflación es, también, una manifestación de la crisis del proceso de la “unidad europea”.


Los dirigentes alemanes repiten a diario que “Alemania no es Japón”. Recuerdan a los que en nuestras latitudes juraban que “Uruguay y Brasil no son Argentina”.