Internacionales
15/6/1994|421
La cuestión de la tierra acosa a Mandela-De Klerk
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El “hambre de tierras” de las empobrecidas masas negras del campo, ya se está convirtiendo en el problema político de mayor envergadura que afronta el gobierno de coalición con los monopolios blancos encabezado por Nelson Mandela.
En 1913, los colonialistas británicos dictaron la “ley de tierras” —que los negros llaman la “ley de expropiación”— según la cual los negros (más del 80% de la población sudafricana) sólo quedaban autorizados a ser propietarios del 10% de las tierras. Las leyes del “apartheid” de los ´60 reforzaron las prohibiciones. Bajo estas nuevas leyes, más de tres millones y medio de negros fueron expulsados por la fuerza de sus tierras y “reasentados” en “bantusanes” miserables.
La superpoblación, la mala calidad de las tierras, el obligado uso exhaustivo y con métodos primitivos (ya que los negros no tenían el acceso a créditos y subsidios oficiales, que sí gozaban los agricultores blancos) agotaron la tierra de los “bantusanes”.
La inmensa mayoría de los sudafricanos negros que viven bajo el nivel de subsistencia se concentra, en el campo.
Esteapremiante “hambre de tierras”, según un especialista inglés, es lo que explica que el CNA haya obtenido su mayor diferencia de votos respecto de los restantes partidos en aquellas regiones —como Northern Transvaal, el Noroeste y el este del Cabo— donde los negros sufrieron las mayores expropiaciones y los reasentamientos más masivos y violentos.
La política del CNA
El gobierno del CNA pretende disipar estos reclamos mediante un farragoso mecanismo de “reclamos judiciales”.
En efecto, Mandela anunció que enviará al parlamento un proyecto de ley para crear los “tribunales de reclamos de tierra”, encargados de entender si corresponde la restitución en los reclamos por las expropiaciones de tierras ocurridas desde 1913. El tribunal tendrá un plazo de tres años para recibir las demandas. La resolución de los millones de casos en cuestión puede llevar años y décadas.
Pero el proyecto tiene otras limitaciones. En primer lugar porque, de los tres millones y medio de “reasentados”, sólo pueden reclamar tierras aquéllos que eran propietarios al momento de su expulsión, lo que equivale a menos de una tercera parte. Los dos millones y medio de trabajadores rurales no propietarios que fueron expulsados y “reasentados” no podrán presentarse a los tribunales. Tampoco podrán hacerlo las mujeres —que constituyen la mayoría de la población rural—, ya que “las leyes tradicionales frecuentemente (les) hacen imposible … comprar o heredar propiedades”. Tampoco podrán hacerlo, finalmente, los descendientes de los negros expropiados antes de la ley de 1913.
La Constitución “interina” acordada por el CNA y el partido de De Klerk establece que no podrán realizarse expropiaciones sin “una indemnización justa y equitativa”. Por lo tanto, si el “tribunal” dictamina que una parcela debe ser “restituida” a sus antiguos dueños, el Estado deberá hacerse cargo de la indemnización al colono blanco que la explota actualmente. Resulta claro, por lo tanto, que no hay posibilidad de solución alguna para el problema de la tierra tomado en su conjunto, esto por la sencilla razón de que no hay presupuesto capaz de soportar el pago de la indemnización de las millones de parcelas que fueron expropiadas por los blancos en el curso de ochenta años. “El tribunal puede llevar rápidamente a la quiebra al gobierno”, escribe el especialista inglés Rob Nixon (The New York Times, 1/6), después de señalar que una reciente “restitución” de 19 fincas a los miembros de la tribu Mfengu costó … más de un millón de dólares.
El “Consejo Nacional por la Tierra” —que agrupa a los “sin tierra”— denunció en su momento que la cláusula constitucional sobre las indemnizaciones había sido expresamente incluida para “sabotear las posibilidades de una reforma agraria” (Prensa Obrera, 14/4). Ahora resulta meridianamente claro que es así … a lo que hay que agregar que Mandela —cofirmante de la Constitución— designó como ministro de Agricultura a un hombre del partido de De Klerk.
Tampoco hay solución al “hambre de tierras” por la vía de otro de los proyectos del CNA: el reparto de las tierras públicas … porque éstas son extremadamente exiguas: según informa The Militant (30/5), en la provincia de Natal, apenas el 7% de las tierras están en manos del Estado; el grueso de las tierras, por el contrario, se encuentra en poder de cuatro grandes empresas capitalistas, que realizan una explotación integrada (agricultura, ganadería, explotación forestal).
El “programa” de Mandela confirma una vez más algo que en el cuadro trazado por el CNA —es decir, el del respeto de la propiedad privada— no hay salida alguna para el “hambre de tierras” de los millones de explotados negros del campo sudafricano.
“El gobierno debe actuar rápidamente —dice el especialista ya mencionado— (porque) si no arriesga la posibilidad de que las comunidades tomen el problema en sus manos” … es decir, pasen lisa y llanamente a la ocupación de tierras.
Estas ocupaciones, en rigor, ya han comenzado: la tribu Mfengu consiguió que el gobierno de De Klerk le restituyera algunas de las fincas que les fueron expropiadas en 1977, sólo después de ocuparlas el año pasado, “cansados de hacer reclamos en oídos sordos”. “Mucha gente sin tierra —informa The Economist, 28/5— no está esperando el consentimiento formal del gobierno, sino ocupando ilegalmente las tierras que consideran sin uso. Cerca de Johannesburgo, (grupos de) negros ocuparon la granja de un blanco, Zevenfontein, y ahora ignoran las órdenes de abandonarla. Winnie Mandela ha llamado a expulsar de su granja a Eugene Terre-Blanche, líder del ultraderechista Movimiento de Resistencia Afrikaner” (The Economist, 28/5) … y por extensión a todos los colonos ultraderechistas. En Prensa Obrera (14/4) ya habíamos informado que el “Comité Nacional por la Tierra”, por su parte, ha lanzado una “Campaña por el regreso a la tierra”, como parte de la cual “más de 80 comunidades rurales amenazaron con reocupar las tierras de las que han sido desplazadas”.
La opinión común difundida por la prensa mundial es que con la llegada de Mandela al gobierno se había “consumado una revolución”. Sin embargo, con las huelgas obreras, las ocupaciones de tierras y los próximos choques entre los explotados negros movilizados por sus reivindicaciones y el gobierno del CNA, aliado a la burguesía sudafricana y al imperialismo, la verdadera revolución recién está comenzando ahora. No es por casualidad que The New York Times (1/6) le recuerda al gobierno sudafricano que Chiapas es la consecuencia del “hambre de tierras” insatisfecha…