La derrota de Obama


Las elecciones de medio término en Estados Unidos arrojaron la derrota más dura de Obama desde su acceso al poder. Los republicanos se quedaron con la mayoría en las dos cámaras legislativas tras arrebatarle la mayoría en el Senado, venciéndolo incluso en sitios favorables a los demócratas como Maryland, Illinois, y el Arkansas de los Clinton. Del 70% de imagen positiva en su primer año de mandato, Obama ha caído al 40% actual. Si bien es cierto que las elecciones de medio término son más difíciles para los oficialismos (los demócratas ya habían perdido en las de 2010), en esta oportunidad la impopularidad del mandatario llevó a muchos de sus candidatos a intentar despegarse de él, para no hundirse. “Yo no soy Obama”, clamó en vano la candidata demócrata de Kentucky .


 


Desastre nacional


 


Obama se consagró presidente en 2008 con un récord de participación electoral, despertando un entusiasmo de las minorías y de los sectores populares, con el que barrió del mapa al partido republicano. Le arrebató varios estados y lo circunscribió a algunos distritos rurales. En distritos industriales como Detroit los demócratas alcanzaron entonces el 74% de los votos. En el pico de la bancarrota capitalista, algunos planteos superficiales le bastaron para arrasar con el gobierno de Bush. La candidatura de Obama, apoyada por el establishment, ofició entonces como una tentativa de la burguesía yanqui para llevar la movilización y descontento de las masas a un punto muerto (PO 1062). Pero en lugar de una agenda progresista, Obama llevó adelante una política de rescate del capital quebrado. La concentración de la riqueza se acentuó, millones de personas fueron desalojadas de sus viviendas, el salario real cayó, y el empleo se recuperó sobre la base de la precarización laboral (trabajo part-time, etc.). Los grupos económicos rescatados han trasladado la factura del salvataje a las masas. El 80% de la población sigue expresando su preocupación por la situación económica, pese a la cacareada 'recuperación' que llevó a la Fed a suspender recientemente el programa de compra de bonos. Obama ostenta también en su gestión el récord de deportación de inmigrantes, y mantiene abierta hasta nuestros días la prisión de Guantánamo. Ya en las presidenciales de 2012, “Obama ganó con menos votos y bastante menos entusiasmo que la elección anterior” (PO 1247). La decepción de los sectores que consagraron a Obama en la presidencia (afroamericanos, jóvenes, hispanos, trabajadores) hizo que resultaran infructuosos esta vez los intentos por movilizarlos a las urnas. Aunque en las elecciones de medio término vota menos gente, el 38% de participación registrado es un nivel inusualmente bajo (el gasto récord de 4000 millones de dólares en la campaña entre ambos partidos no sirvió para despertar el entusiasmo de nadie). En materia de política exterior, Obama cosecha tal vez el mayor de los fracasos: la retirada de tropas no ha conseguido la estabilización y control de Medio Oriente ni de Afganistán, a tal punto que se examina un regreso de tropas al primer país.


 


El movimiento obrero y Ferguson


 


El gobierno de Obama provocó una desmoralización en el movimiento obrero, que igualmente protagonizó algunos procesos huelguísticos importantes, como el de los maestros de Chicago, o el de los trabajadores de los fast-food por la duplicación del salario mínimo. Quizás por aquello de que nadie es profeta en su tierra, allí donde Obama mostró menor capacidad de contención o estrangulamiento de los movimientos populares fue entre los afroamericanos. La rebelión de Ferguson, todavía latente, expresa no sólo la persistencia del racismo, el gatillo fácil y la militarización interna, sino también un resurgimiento de la organización de los sectores más pobres -y golpeados por la crisis capitalista- de la comunidad negra.


Vetos cruzados y crisis política


 


El dominio de los republicanos de ambas cámaras plantea un escenario potencial de vetos cruzados entre Obama y el Congreso, y por lo tanto de crisis política. “Acorralado en la Casa Blanca, (Obama) apelará como nunca hasta ahora al ejercicio del veto y de las órdenes ejecutivas”, indican algunos. Los republicanos, por su parte,  carecen de un planteo homogéneo. La agenda de 'guerra social' de sus sectores más conservadores, como el Tea Party, es inviable debido a la respuesta de masas que engendraría, y que la burguesía yanqui sigue sin estar en condiciones de enfrentar. Tal vez consciente de esto, un ala del partido se contentaría con lograr algunas victorias legislativas limitadas. Algunos analistas -como Oppenheimer en La Nación- sostienen que el de los republicanos es un triunfo pírrico, asegurando que éstos adoptarán una agenda suicida en el Congreso, que estrechará su base electoral hacia las presidenciales de 2016 y allanará el terreno para un triunfo de Hillary Clinton. El cada vez más importante voto hispano, que se inclinó en un 44% por los republicanos en 2004, cayó al 27% en 2012.


 


El agotamiento de Obama y la división de los republicanos deja abierto un interrogante sobre la evolución política de las masas norteamericanas.