La derrota de un “amigo de Bush”

Un recién llegado a las lides políticas, el multimillonario Ned Lamont, derrotó en las primarias (internas) demócratas de Connecticut al poderoso Joe Lieberman, el “demócrata favorito” de Bush, nexo con los halcones republicanos, defensor a ultranza de la invasión a Irak, atornillado en el Senado desde 1988. Las ilusiones de Lieberman —“ Espero que los votantes no me usen para mandarle un mensaje a Bush sobre la guerra” — se vieron defraudadas. El declive político de Bush golpea con fuerza a sus aliados.


Lamont, que hizo campaña con un afiche que mostraba a su rival abrazándose a Bush, basó su victoria en la denuncia de la guerra en Irak y la propuesta de retirar las tropas de inmediato. Además, se declaró defensor de las libertades públicas, contra los ‘recortes’ en nombre de “la seguridad nacional y la guerra contra el terrorismo”, y a favor del seguro de salud y de la reducción de la deuda nacional.


El triunfo fue visto, asimismo, como “un abierto desafío del partido al establishment demócrata”, que apoyó en bloque a Lieberman, incluidos Hillary y Bill Clinton.


La derrota de un hombre que alguna vez fue mencionado como posible reemplazante de Rumsfeld, “subraya la fuerza del movimiento antiguerra” y se consideró “un verdadero reférendum sobre Bush y sobre la postura del partido demócrata”. Muestra la disconformidad con unos dirigentes demócratas “demasiados cercanos a Bush” (Financial Times, 8/8). Y se espera que ejerza una presión sobre ellos “para llamar a una retirada de los 132.000 soldados americanos de Irak” (Financial Times, 10/8).


Los resultados, sin embargo, señalan fuertes problemas para los demócratas. El primero es su división: mientras los principales dirigentes, como Hillary Clinton o Lieberman, son firmes partidarios de la guerra, otros, como Howard Dean, se oponen a ella. Un segundo problema, señala un analista, es que “los insurgentes antiLieberman van mucho más allá de la crítica a la irracionalidad y la inoperancia de la administración Bush. La mayoría no parece tomar muy seriamente la más amplia y global batalla contra el terrorismo islámico” (Financial Times, 9/8). Y abunda: “Las primarias señalan el creciente predominio dentro del partido de gente que no está conmovida con la lucha contra la Jihad” (Financial Times, 9/8). El pronóstico de que “si la crisis internacional y la propia crisis norteamericana continúan agravándose, se asistirá a una resurrección del centroizquierdismo”, está cumplido (El Obrero Internacional, enero de 2006).


Joe Lieberman anunció que se presentará por fuera del partido, y las encuestas le auguran la victoria. Pero estos resultados, en un sentido más general, muestran que el electorado norteamericano “está con ánimo de cambiar” (Financial Times, 9/8). Las encuestas afirman que los republicanos — a diferencia de los demócratas — no irán a votar en masa en noviembre.


Las divisiones entre los republicanos también se han profundizado, a partir de “la creciente alarma pública por la guerra civil en Bagdad”. Lejos quedaron los tiempos en que los candidatos republicanos rogaban que Bush y Cheney los acompañaran en sus distritos. El desastre del Katrina “minó la figura de Bush más que la suma de todos los otros factores”. Los republicanos piensan que el aniversario del Katrina tendrá más impacto sobre el electorado que el aniversario del 11 de septiembre.


La división de los demócratas puede atenuar la derrota electoral de los republicanos en las parlamentarias de noviembre (o incluso darles la victoria), pero sería una manifestación de derrumbe conjunto de los dos partidos.