La estafa del “hambre cero”

El encubrimiento de la izquierda argentina

El plan “hambre cero” que lanzó Lula para que todos los brasileños puedan “desayunar, almorzar y cenar” es, lamentablemente, una verdadera estafa. Por eso ha cautivado a los grandes banqueros que lo consideran “revolucionario”, los cuales ayudarán a financiarlo, cobrando por ello suculentas tasas de interés y elevando la deuda pública brasileña. También servirá para los fraudes impositivos de las grandes empresas.


El “hambre cero” cautivó, por supuesto, a la centroizquierda, en especial a la Cta, aunque lo más grotesco corrió por cuenta del Mst. En Alternativa, del 6 de enero, dice que “en su primer discurso como presidente Lula reafirmó el compromiso fundamental de que en Brasil nadie pase hambre, de que todos hagan 3 comidas al día y de llevar adelante la reforma agraria. También prometió empleos, proteger la educación y salud pública. No es poco…”


El Plan “hambre cero” es una versión más restringida, estrecha y miserable que el plan Jefes de Hogar de Duhalde. Consiste en la entrega a las familias indigentes de vales alimentarios de 50 a 250 reales por mes, según la cantidad de hijos. Por ejemplo, un matrimonio indigente recibiría 100 reales y con 3 ó 5 hijos 250 reales, que es el tope. La entrega de vales en lugar de reales es para direccionar la compra de los alimentos hacia las grandes cadenas comercializadoras que en Brasil están en manos de los grandes capitales nativos y extranjeros. Los alimentos que se podrán comprar con esos vales serán listados, explicaron los “técnicos” del PT.


A cambio de 50 reales por persona, esas familias deberán cumplir “algunas exigencias del programa”, como la de “participar en programas para la comunidad local, como la construcción de viaductos, ampliación de la red eléctrica y recolección de basura” (Folha de Sao Paulo, 16/1). También “cada familia tendrá que indicar qué adulto se comprometerá a construir un baño en su casa”, mientras en otros casos deberán realizar tareas agropecuarias, de turismo o servicios.


Con 54 millones de indigentes, los 50 reales por persona –son 45 pesos por mes para un país que tiene precios similares a los de la Argentina– equivalen a una alimentación que está abajo de la indigencia y sirven como mano de obra más barata todavía que la actual. Los 50 reales por persona equivalen a menos de un tercio del miserable salario mínimo congelado de 200 reales. Al conchabar trabajadores a 50 reales por mes, la gran burguesía se asegura la perpetuación de la miseria salarial, lo que “no es poco”.


Inicialmente, según el gobierno, se les dará a las familias 50 reales y no 200 ó 250 reales como prometía el programa del PT. Pero, para recibir los 50 reales al mes siguiente, esas familias deberán mostrar el ticket o la factura de los alimentos que compraron (O Estado de Sao Paulo, 31/1). No sea que lo gasten en la reparación del auto, diría Roberto Lavagna.


Así, lo concreto es que sólo se entregan 50 reales por familia y el plan se implementará en forma gradual a medida que el gobierno logre ir recortando los beneficios jubilatorios, a través de una reforma previsional que está siendo elaborada junto al Banco Mundial. De esta manera, el programa se irá financiando ajustando a los jubilados pero también redireccionando otros programas sociales, lo que significa que el Plan Hambre Cero extiende el hambre a nuevos sectores.


También se prevé que las grandes empresas puedan hacer donaciones para financiar el plan para lo cual se las estimulará a través “de la creación de incentivos, como descuentos en el impuesto a las ganancias”, lo que “no es poco” (“Proyecto Hambre Cero” del PT).